2008/05/10

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  • Antes muerto que gay
  • El País, Salud, 2008-05-10 # Alba Payás Puigarnau · Psicoterapeuta responsable del Servicio de Apoyo al Duelo · Girona

Después de los accidentes de tránsito, el suicidio es la segunda causa de muerte entre los jóvenes y adolescentes españoles. Y entre los chicos se producen muchos más suicidios que entre las chicas. ¿Por qué? Diferentes estudios realizados en Europa alertan de que muchos de estos suicidios se producen en jóvenes homosexuales que viven su orientación sexual de modo tan extremadamente conflictivo por la presión del ambiente, que acaban quitándose la vida.


María, Susana y Francisco son miembros de un grupo de apoyo al duelo. Los tres tienen algo en común: son padres cuyos hijos adolescentes o adultos jóvenes varones cometieron suicido por razones inexplicables. Agustín se precipitó desde un edificio cuando sólo tenía 15 años. Jesús subió al desván durante una cena familiar y se disparó con la escopeta de su padre; tenía 18 años. Marc, de 21, se cortó las venas una tarde mientras sus padres habían salido a pasear al perro. No hay razón que explique estas muertes. Los padres se preguntan una y otra vez ¿por qué? No dejaron notas y no parecían tener problemas. Antes que ellos, otros habían muerto en las mismas circunstancias. De hecho, más de la mitad de los casos de suicidio atendidos en el grupo de apoyo responde a estas mismas características. Se trata de suicidios aparentemente inexplicables. Pero estos chicos se suicidaron por alguna razón y es necesario explorar las posibles causas para tratar de prevenirlas. Hoy hay evidencia de que más de la mitad de los suicidios entre la población de adolescentes varones es atribuible a la discriminación por orientación sexual.


En el año 2006, 2.504 hombres se quitaron la vida en España, tres veces más que las mujeres. El suicidio es la segunda causa de muerte, después de los accidentes de tránsito, para los varones de entre 15 y 35 años. Si se tiene en cuenta que entre el 5% y el 7% de los accidentes de tránsito se atribuyen también a suicidios encubiertos y que hay muertes que quedan ocultas en otras causas, es posible que el suicidio sea la primera causa de muerte en los hombres entre 15 y 35 años.


Alertados por estadísticas similares, en Francia se acaba de publicar un estudio epidemiológico sobre una muestra de 933 hombres de entre 16 y 39 años. El informe ha sido elaborado por investigadores independientes bajo la supervisión del Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica (INSERM) y sus conclusiones son contundentes: la posibilidad de que un hombre gay o bisexual intente terminar con su vida es 13 veces mayor que para el resto de la población de su misma edad y condición social. El informe revela, asimismo, que uno de cada tres individuos que comete intento de suicidio es homosexual o bisexual.


"La tendencia al suicidio en este sector de la población no está vinculada a factores geográficos, socio-profesionales o al hecho de vivir solos o en familia, sino a factores del entorno social, como la homofobia, que origina una merma de la estima personal", afirma Marc Shelly, del Hospital Fernad-Vidal de París y uno de los autores del informe. "Si extrapolamos los resultados, podemos considerar que la mitad de los jóvenes suicidas son homosexuales o cuestionan su orientación sexual".


Otros estudios realizados paralelamente por investigadores en Inglaterra, Estados Unidos, Irlanda, Dinamarca y Australia en colectivos de homosexuales jóvenes coinciden en señalar el importante numero de intentos suicidas asociados a esta causa. Los datos indican que hay alrededor del 25% más de intentos de suicidio en la población gay que en la de sus equivalentes heterosexuales.


Los portavoces de asociaciones de gays y lesbianas de toda Europa alertan de la situación: "Tenemos que sensibilizar a la comunidad ante una realidad que las familias, educadores y profesionales responsables de acompañar a estos jóvenes continúan ignorando. Los adolescentes con orientación homosexual son el primer grupo de víctimas de abusos y agresiones en las escuelas. Muy a menudo sufren también el rechazo dentro de las propias familias. Las instituciones públicas deben dejar de negar esta realidad. Informes publicados en diferentes países europeos confirman lo que estamos viviendo también en España", declara Antonio Guirado, secretario general de la Coordinadora Gay-Lesbiana de Cataluña.


Pero, ¿cómo un joven puede llegar a creer que es mejor el suicidio que ser gay? Cuando los chavales descargan su agresividad en la escuela contra alguno de sus compañeros, utilizan la palabra "marica" acompañada de algún golpe. Al llegar a secundaria uno tiene claro que si eres gay eres marica, y eso significa que eres diferente o anormal y por tanto vas a ser alguien a quien van a humillar o golpear. Y, aunque la mayoría de los chicos gay aprenden a esconderse o pasar, el coste de negar su propia condición tiene un precio muy alto: empiezan a odiarse a sí mismos.


Alusiones despectivas
Carles, un chaval salido de un instituto de bachillerato de Hospitalet lo describe así: "Era el delegado de la clase y en todo mi entorno se asumía siempre que era heterosexual. Después de dejar el instituto tuve que confrontar mi sexualidad: pero si has vivido tantos años en la escuela oyendo constantes alusiones despectivas y degradantes sobre los homosexuales, construyes una máscara, una especie de parodia a tu alrededor y acabas odiándote a ti mismo. Llegué a considerar el suicidio. Ahora estoy en terapia y me siento mucho mejor".


Un artículo publicado por Sell y Becker en 2001 en el “American Journal of Public Health” sobre un estudio realizado en Oregón revela que los jóvenes que pertenecen a minorías de orientación sexual son susceptibles de ser víctimas de violencia y acoso en la escuela, presentan un mayor índice de abuso de sustancias como el alcohol y drogas, además de comportamientos sexuales más tempranos, trastornos de alimentación y mayor riesgo de suicidio. Eso significa que los trastornos mentales y conductuales asociados a la homosexualidad son una consecuencia del rechazo social. El adolescente debe realizar en estos casos un esfuerzo de adaptación al medio que conlleva la negación de su propia condición y esta disociación de uno mismo es lo que puede llevar a la depresión y a la idea de suicidio.


"No puedo contarle a nadie que no soy normal. Sería tan humillante... Mis amigos me odiarían. Quizás incluso me pegarían. ¿Y mi familia? Les he oído tantas veces hablar de cómo odian a los homosexuales, incluso de que Dios odia a los gais también. 'Los gais son mala gente y Dios manda a la mala gente al infierno'. Me da mucho miedo cuando hablan así porque están hablando de mí".


Éste es un extracto del diario que dejó Bobby Griffin, un chico norteamericano, antes de suicidarse. Tenía 15 años cuando se dio cuenta de que era gay y eso le llevó a un conflicto sin solución: su familia y su religión le habían educado en la creencia de que su orientación sexual era un pecado.


Lidia y su marido son miembros activos de la parroquia de una ciudad del cinturón industrial de Barcelona. Su hijo Lucas es gay y tuvo suerte porque ellos aceptaron su condición de homosexual. "Ha sido muy duro para nosotros. Aún no lo hemos compartido dentro de nuestra comunidad y de nuestra familia extensa. A veces, en nuestro grupo religioso oímos comentarios que se refieren a los homosexuales como tarados o pervertidos, y es duro estar ahí escuchando. Tenemos que llevarlo en silencio".


Un padre de familia, religioso, y con un hijo gay cuenta: "Nunca olvidaré el día en que hablando de nuestros hijos con un amigo, que pertenece a una comunidad católica, me dijo: 'seré feliz con cualquier cosa que hagan mis hijos, mientras no tenga a ninguno gay. Creo que antes preferiría verlo muerto'. Me quedé en silencio. Supongo que él pensó que su comentario era inocuo, pero yo me sentí muy herido, y me pregunté cómo sería para un hijo suyo gay la experiencia de oír a su padre decir estas palabras".


Valores tradicionales
Especialmente en riesgo están los chavales que pertenecen a familias muy conservadoras. Juan pertenece a una familia muy estricta y con valores tradicionales: "Me he criado en un ambiente que considera a los homosexuales enfermos y desviados. Viví toda mi infancia y mi adolescencia aterrorizado con la idea de que pudieran descubrir estos sentimientos malos dentro de mí. Tantas veces había oído a mi padre decir que preferiría tener a un hijo muerto antes que gay...".


"Entre los 12 y los 14 años", cuenta Jordi, hijo también de una familia católica practicante, "rezaba cada noche a Dios que me hiciera normal o me matara. Escribí varias notas de suicidio a mis amigos. Si moría quería que supieran que era gay pero nunca mientras estuviera vivo, seria demasiado humillante. Planeé cómo matarme varias veces. Conseguí irme a vivir a Barcelona fuera de este tipo de entorno y ahí empecé a encontrar otros chicos como yo. Eso me ayudó a empezar a sentirme bien conmigo mismo por primera vez en mi vida".


Simón no tuvo tanta suerte: cristiano y gay, incapaz de reconciliar sus creencias religiosas y su homosexualidad, se suicidó en su coche. Tenía 24 años. Sobre su vida y su muerte se ha basado la película "Antes muerto que gay". Lo duro de la historia de Simón es la evidencia de cómo las creencias religiosas justifican el perjuicio social que conduce al suicidio de estos chicos. "La ideología antes muerto que gay mata", dijo Harvey Milk poco antes de su muerte. Él mismo predijo que sería asesinado por su activismo gay. "Es muy simple", vaticinó, "esta sociedad quiere ver a la comunidad homosexual muerta. Nos matan directa o indirectamente: uno de los métodos más efectivos y celebrados es el suicidio".


De muchos adolescentes que se quitan la vida, nadie sabe que son gais o lesbianas, excepto ellos mismos y ésa es una dificultad a la hora de cuantificar el alcance del problema. Otra razón es que en aquellos casos en que los padres lo saben, esta información sobre la inclinación sexual con frecuencia se esconde.


Juana es una de las madres afectadas: "Mi hijo se suicidó hace cuatro años, tenía sólo 17 años. Nadie de nosotros comprendimos el porqué en ese momento, aunque ya presentaba algún signo de depresión. Para mí fue un choque. Al arreglar sus cosas hace tres años comprendí su secreto. Creo que mi hijo era homosexual. Encontré revistas eróticas masculinas debajo de su cama y algunas cartas bastante clarificadoras. Ahora comprendo el dolor que le obsesionaba". Juana termina con estas tristes palabras, las mismas que repiten tantos padres y madres de chicos gais que cometieron suicidio: "Si lo hubiéramos sabido... ¿Por qué no fuimos capaces de mostrarle a nuestro hijo que nos habría dado igual, que le habríamos querido fuera lo que fuera?". Pero la realidad es que la mayoría de los padres educan a sus hijos con la presuposición de que son heterosexuales.


El papel de la familia
Por eso es tan importante la familia, como dice Esther Nolla, responsable de la Asociación de Padres y Madres de Gays y Lesbianas de Barcelona: "Luchamos por los mismos derechos que los heterosexuales precisamente porque creemos en la familia. Ahora parece que la gente lo tiene aceptado, porque todo el mundo tiene un amigo o conocido gay, pero eso no es suficiente. Hay que hacer mucho más trabajo sobre valores y prejuicios. La familia ha de arropar a estos adolescentes chicos y chicas, apoyarles en su búsqueda de identidad sexual y promover una normalización para que puedan después mostrarse socialmente con orgullo y dignidad. Sin el apoyo de la familia esto no es posible".


La familia es el lugar donde se transmiten los valores, y también los perjuicios basados en la ignorancia. Los rituales homofóbicos en las familias empiezan cuando se dan por supuesto los estereotipos de género, por eso Ester Nolla defiende una educación que no dé por supuesta la heterosexualidad. A los dos años Tomás se paseaba por la casa con los zapatos de su madre. Su hermano Álex también los probó pero él no le vio la gracia. A los cinco años Álex jugaba con pistolas mientras Tomás encontraba más interesantes las barbies de su hermana mayor. A los seis años, Tomás insistía en ponerse las faldas de su hermana y mientras su hermano Alex decidía a los siete disfrazarse de monstruo por Carnaval, él sugería un vestido de princesa. "No puedes ser princesa" le dice Álex, "los otros niños se reirán de ti". Tomás se queda sorprendido: "Bueno, entonces seré Batman", dice.


La de Tomás es claramente una conducta de "no conformidad de género en niños o NCG", que describe a aquellos que de forma consistente exhiben rasgos e intereses claramente femeninos y evitan las conductas más típicas de los chicos, como juegos agresivos. Lo que hace el caso de Álex y Tomás interesante es que no solamente son hermanos sino que son gemelos, lo cual pone en cuestión las teorías dominantes sobre qué es lo que hace a las personas gay: la naturaleza o el ambiente, los genes o las conductas aprendidas. Álex y Tomás no sólo comparten genes, sino que además han sido educados de la misma manera y han vivido toda su infancia en idénticos ambientes, a pesar de lo cual, antes de los dos años los rasgos femeninos de Tomás eran ya evidentes.


En lo que todas las teorías coinciden hoy sobre el origen de la homosexualidad es en que esta tendencia, al menos en los hombres, aparece desde el mismo momento del nacimiento. Pero ¿qué es lo que hace a la gente gay? Muchos investigadores coinciden con activistas de la causa en que dilucidar las causas determinantes de la orientación sexual podría contribuir a protegerles frente a la discriminación y facilitaría la aceptación social de la homosexualidad. A medida que las teorías del origen biológicas se han ido haciendo más consistentes, la aceptación y la tolerancia también han ido en aumento.


Causas biológicas
La teoría dominante durante todo el siglo XX es que la homosexualidad estaba relacionada con la educación en la familia. Freud, propuso que madres sobreprotectoras y padres distantes contribuían a hacer que un chico fuera gay. Hoy sabemos que lo que Freíd describió es probable que sea más un efecto que una causa. Posiblemente un padre confrontado con un hijo con rasgos femeninos se distancie o muestre rasgos hostiles hacia él, haciendo que la madre se convierta en una figura más cercana y protectora. Es posible que el niño gay, desde sus rasgos más femeninos, se acerque más a la figura materna donde sabe que su sensibilidad será aceptada y acogida.


No fue hasta el año 1973 cuando la homosexualidad dejó de considerarse un trastorno mental con diagnóstico propio, según la Asociación Psiquiatrita Americana. "El éxito más importante de la medicina del siglo XX", ironizó William Faulkner, "porque millones de personas en todo el mundo se curaron en un día".


El foco científico sobre la orientación sexual se ha movido desde entonces hacia causas biológicas. El Instituto Nacional de la Salud en Estados Unidos está realizando desde 2005 un estudio genético a gran escala financiado por el Gobierno que intenta esclarecer el origen de la orientación sexual. El estudio, realizado por la Universidad de Chicago, ha recibido 2,5 millones de dólares. La muestra está constituida por 1.000 parejas de hermanos gais, y el objetivo del estudio es aclarar el papel de los genes en la orientación sexual.


Sin embargo, muchos comparten la idea de Antonio Guirado, de que lo que importa no es el origen de la homosexualidad, "sino derribar las barreras del apartheid social y legal en el que históricamente se nos ha recluido". La labor de quienes están trabajando con estos colectivos vulnerables y también de sus familias se centra en que se acepte la "normalidad" de ser gay o lesbiana, lo cual incluye que las familias puedan aceptar que no han cometido ningún error, que no son culpables de nada y que no hay ninguna enfermedad ni tara en sus hijos. Y comprendan que, en gran medida, está en sus manos que sus hijos homosexuales crezcan con absoluta normalidad y estabilidad.


La experiencia demuestra que aquellos homosexuales adolescentes y jóvenes que reciben la comprensión, el apoyo y el respeto de sus familias y el entorno social y escolar ahuyentan el fantasma del suicidio y se desarrollan como adultos emocionalmente equilibrados con la seguridad de que su dignidad como seres humanos libres e iguales será respetada y podrán vivir con plenitud su orientación afectiva.

> Ititzia: José Manuel L. de Guevara > SOBRE EL TRATO A LA SEÑORA MUÑIZ

  • Sobre el trato a la señora Muñiz
  • El Diario vasco, 2008-05-10 # Dr. José Manuel L. de Guevara · Director Médico del Hospital Donostia

Tras leer atentamente el contenido de la carta remitida por la señora Andrea Muñiz, bajo el título «Una carencia en Osakidetza», me veo en la necesidad de realizar algunas puntualizaciones: Como ella afirma, fue atendida el pasado día 2 de mayo en el hospital de día quirúrgico de nuestro centro para realizarse una intervención que se realiza sin ingreso. En su carta muestra su sorpresa por el hecho de haber sido ingresada «en el ala de hombres». Y es aquí donde debo realizar la primera puntualización: en nuestros hospitales de día no hay zonas establecidas «para hombres» o «para mujeres». La asignación de espacios se realiza con arreglo a criterios clínicos e intentando respetar la intimidad de las personas, independientemente de circunstancias particulares.


Continúa la señora Muñiz afirmando que el personal le negó la asistencia del «endocrino de guardia». Aquí también es preciso realizar una puntualización: el acto quirúrgico y la evolución postoperatoria fueron normales, y en ningún momento fue precisa la concurrencia de ningún especialista ajeno a la previsión inicial realizada para la intervención quirúrgica. De acuerdo con el criterio de los dos especialistas que le atendieron, no era necesario solicitar una consulta con ningún endocrinólogo, como no fue necesaria otra consulta con ningún otro especialista.


Seguidamente afirma que «en ningún momento el personal sanitario conocía mi historial»... No puedo compartir dicha información: su historia clínica recoge de forma adecuada la información relevante relacionada con el proceso clínico por el que estaba siendo atendida.


Tampoco puedo compartir sus afirmaciones en el sentido de que se sintió «totalmente abandonada a nivel sanitario, y maltratada como persona». Fue atendida desde el punto de vista sanitario con arreglo a los criterios clínicos habituales y no tengo duda de que la atención personal que recibió no es justa calificarla como maltrato.


Finaliza la señora Muñiz su carta enfatizando la «gran necesidad que tiene la CAV de poseer en Osakidetza una Unidad Interdisciplinar de Género. Sin entrar en valoraciones con relación a las necesidades de la CAV, considero que ese tipo de decisiones debería venir determinada por razones muy diferentes de las que se argumentan en los contenidos de la primera parte de la carta de la señora Muñiz.

> Iritzia: Carlos Martínez Gorriarán > LA NUEVA INQUISION GAY

  • La nueva Inquisición gay
  • UPyD, 2008-05-10 # Carlos Martínez Gorriarán

Existió una vez una institución religiosa para la persecución de la libertad de conciencia llamada Santa Inquisición. En España no nos libramos de ella casi hasta la muerte de Fernando VII. Estudiar su funcionamiento es sumamente útil hoy en día, porque la Inquisición representa la antítesis del Estado de derecho. No sólo por lo que perseguía, sino por sus métodos. En efecto, los acusados por la Inquisición eran detenidos y arrastrados a sus calabozos, donde permanecían confinados para ser interrogados y, en su caso, juzgados. Las denuncias eran anónimas y la tortura, usual. No había fecha alguna para el juicio, que era secreto, y además los reos no sabían de qué se les acusaba hasta que eran llevados ante el tribunal. Sus bienes eran confiscados para sufragar los gastos del proceso que, como era de temer, a menudo duraban tanto como duraban los bienes del desdichado. Tras el juicio, la ejecución de la sentencia, si era sangrienta, se encomendaba al “brazo secular”, ya que la Santa Inquisición, al formar parte de la Iglesia Católica, no podía derramar sangre.


Los delitos perseguidos por la Inquisición eran muy amplios, pero todos relacionados con la idea de orden religioso y derecho natural de la antigua Iglesia Católica. Así, eran perseguidas las herejías, las conductas religiosas desviadas, la apostasía y los ataques a la Iglesia, pero también asuntos que hoy consideramos pertenecientes a la esfera privada, como la lectura de libros prohibidos o conductas sexuales condenadas, entre ellas la sodomía, el nombre dado a la homosexualidad. El pecado nefando era particularmente odiado y perseguido, y muchos homosexuales, o acusados de serlo, pagaron con la vida ese odio irracional y monstruoso.


Las cosas han cambiado, y no por fortuna, sino por la incesante lucha por la libertad de unos pocos. Al menos en España, la homosexualidad goza de todas las bendiciones legales, incluyendo el matrimonio entre personas del mismo sexo. Aunque hay quienes ponen reparos a esta denominación, sólo los energúmenos y fundamentalistas religiosos consideran la homosexualidad un vicio o una lacra. Pero los progresos de la libertad se estancan a veces en arenas movedizas de confusión y oportunismo. Por ejemplo, el de algunos colectivos o entidades gays que se arrogan, porque sí, la representación de todos los homosexuales, y acusan de homofobia y fascismo a quienes cometen la temeridad de oponerse a sus dicterios, o tienen la mala suerte de no reírse a carcajadas de todas sus ocurrencias. Le pasa a la revista Zero, autoerigida en una especie de arrogante Chueca Times que fulmina desde su lujoso papel couché a quienes hayan osado criticar algunos de sus excesos. Nos pasó a UPyD por apoyar al 100% a Paco Pimentel cuando publicó en nuestra web una razonada y archirazonable crítica a una ilustración a toda página de ese “Chueca Times”, en la que dos atletas sexuales masculinos, uno con pistola y otro con tricornio de guardia civil, simulaban una felación a punta de pistola. Zero nos amenazó con los tribunales si no publicábamos una rectificación del artículo de Paco Pimentel. Naturalmente, nos negamos y les dijimos que nos denunciaran. Naturalmente también, no se atrevieron porque no había agresión alguna, ni a ellos ni a la homosexualidad. La agresión venía más bien de Zero.


Pero las cosas no han quedado ahí. Como una nueva Inquisición, Zero lanza anatemas de homofobia a toda UPyD -donde trabajan, por cierto, muchísimos gays- por no reírles sus cuchufletas y apoyar la libertad de expresión, que por lo visto debe arriar banderas y retirarse -con el rabo entre las piernas, nunca mejor dicho- si se trata de la revista Zero. Por eso, en su número 107, Zero incluye a UPyD entre la nueva extrema derecha, en un lujoso y colorido reportaje a todo couché; publica una especie de comentario editorial injurioso sin firma (como no, de un “¡defensor del lector!”) contra nosotros; y encomienda a uno de sus columnistas prestigiosos echar un poco más de mierda al ventilador. Y todo por no reírles la felación a punta de pistola, divertidíííííísima, diviiiiiiiiiiiiina. Esto es Zero: el portacoz de una nueva Inquisición Gay dispuesta a imponer su dictadura sobre las conciencias ajenas a golpe de difamación y anatema de homofobia.


Lo que más aburre es que ni siquiera son originales. Como tantos otros que quieren convertir el derecho en privilegio abusivo, Zero recuerda a esos sionistas histéricos que consideran a todo el mundo, menos a ellos, culpables del Holocausto nazi, y que tachan de antisemita cualquier crítica a los abusos y brutalidades del Estado de Israel en los territorios ocupados. Pues con nosotros lo tienen claro. Venimos de una escuela mucho más dura: de un sitio donde te juegas literalmente la vida por enfrentarte a otra Inquisición, esta con “k”, la euskal Inkisizioa de ETA. No es petulancia, es simplemente verdad. Por eso, algunos encontramos que la broma de la felación impuesta a un tricornio a punta de pistola no tiene maldita la gracia. En fin, no queremos bronca con Zero ni con nadie, pero si se empeñan van a tenerla. Perseguir a alguien por su condición gay es infame, pero también puede serlo ahora perseguir a cualquiera acusándole de homofobia si no le ríes los chistes. Ya lo saben.