2008/12/24

> Berria: Justizia > CALAMITA FRENO LA ADOPCION DE UNA NIÑA POR SU COMPULSION HOMOFOBA""

  • Calamita frenó la adopción de una niña por su "compulsión homófoba"
  • El tribunal inhabilita por dos años y tres meses al juez, que recurrirá al Supremo
  • El País, 2008-12-24 # Manuel Altozano • Madrid
"Al juez no le gusta lo que dicen y quiere que digan lo que quiere oír: que el matrimonio homosexual es dañino para la niña porque así lo ha decidido él, diga lo que diga la ley". El juez de Familia de Murcia Fernando Ferrín Calamita retrasó conscientemente la adopción de una niña por un matrimonio de lesbianas. Lo hizo, además, guiado "por una auténtica compulsión homófoba", según la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Murcia, que lo condenó ayer a dos años, tres meses y un día de inhabilitación, así como a pagar 6.000 euros de indemnización a la pareja denunciante.

La sentencia recuerda que en los procesos en los que uno de los cónyuges solicita la adopción del hijo biológico de su esposo o esposa -la niña fue concebida mediante inseminación artificial- no se necesita procurador, a pesar de lo cual, Ferrín lo exigió "bajo la amenaza de archivar el expediente", según la resolución.

Los magistrados -Julián Pérez-Templado (presidente), Abel Sáez Doménech y Enrique Quiñonero- tampoco entienden la investigación realizada por el juez sobre si la abogada de la pareja lo era realmente o el nombramiento de un defensor judicial para la niña "con el peregrino argumento de los intereses contrapuestos de madre e hija".

Con esa decisión, dice la Sala, el juez se olvidó de la patria potestad de la progenitora que le fue "injustamente arrebatada para esta decisión fundamental para la niña" y "despreció" los preceptos de la Ley de Protección Jurídica del Menor y del Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal que otorgan a esta última institución "la defensa de los intereses de los menores", recuerda el tribunal.

Tras esa orden, una psicóloga y una trabajadora social del Servicio de Protección de Menores de Murcia concluyeron: "La menor, de 14 meses, se desarrolla feliz y sanamente en un ambiente feliz y adecuado, donde satisfacen sus necesidades físicas y emocionales". El documento también recogía que la niña mantenía "una actitud abierta y receptiva con ambos miembros de la pareja". "Se muestra feliz, contenta, corretea, balbucea y ríe durante toda la entrevista", dijeron las funcionarias.

Pero, entonces, el juez da un paso más y, mediante providencia, pregunta a la psicóloga coautora del informe sobre "la influencia sobre la menor de carecer de figura paterna y tener dos maternas", "la probabilidad de que la menor salga homosexual visto el ejemplo" y sobre el "derecho del menor a ser insertado en familia 'normal". "Basta la lectura [de esa resolución] para llegar a la convicción de que el señor juez obra actuando por una auténtica compulsión homófoba" lo que, según los magistrados, "ha de tener una indudable trascendencia penal". Hasta tal punto carecía de sentido que provocó en el Servicio de Protección de Menores "una auténtica conmoción". Sus funcionarios, según la sentencia, "se negaron a contestar tan descabaladas exigencias".

Fue entonces cuando Ferrín Calamita decidió cuestionar la ley del matrimonio homosexual ante el Constitucional. Lo hizo, según los magistrados "en el convencimiento de que, de anularse ésta, desaparecerían sus consecuencias depravadas, entre otras, la posibilidad de adoptar por personas del mismo sexo". Con ello consiguió "paralizar por largo tiempo la adopción con olvido de que su deber era dictar resolución de una vez".

Mediante un comunicado leído por un portavoz, Ferrín anunció ayer que recurrirá el fallo ante el Supremo, el Constitucional y, si es preciso, ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. "La politización de la Justicia es evidente por más que algunos políticos la nieguen", añadió. "Se me ha hecho víctima de un proceso inquisitorial alegando que mis actuaciones son guiadas por principios religiosos", proseguía. "Hoy es un día triste para el Estado de derecho y para los miles de personas que me apoyan", concluyó.

El abogado del matrimonio formado por Susana Meseguer y Vanesa de las Heras, José Luis Mazón, se convirtió ayer en un improvisado portavoz de las mujeres: "Están contentísimas", afirmó. "Aunque ellas ya habían normalizado su vida porque el juez que sustituyó a Ferrín les dio la adopción de la niña, ya no luchaban sólo por su hija. Lo hacían por su igualdad como ciudadanas y sujetos de derecho", dijo el abogado. Mazón aseguró que la condena implica que Calamita "no puede volver a la carrera judicial". "Aunque sea sólo de dos años, y nosotros pedíamos 18, como el fiscal, los años son lo de menos. Lo que importa es que no tiene derecho a rehabilitación", dijo. "Si hay un juez en Zamora o en Cáceres que quiere hacer lo mismo se le va a quitar de la cabeza", concluyó.

Frases magistrales
- Ferrín Calamita, a través de un portavoz, aseguró que se consideraba "víctima de un proceso inquisitorial" por considerar que se guía "por principios religiosos". "La Justicia española no es sino un apéndice del Ejecutivo, cuyo jefe concentra los tres poderes", añadió.
- El caso empezó en 2007, cuando el juez impidió que Vanesa de las Heras adoptase la niña que había concebido su esposa, Susana Meseguer. "¿No es un derecho del menor el de ser insertado en una familia normal [sic], compuesta por dos personas de distinto sexo y que, por ello, son complementarias entre sí, lo que no ocurre en el caso contrario?", escribió.
- Cuando se le abrió un expediente, volvió a apelar a sus principios. "La única finalidad que tiene es apartar al juez simplemente por el hecho de ser católico", dijo de un proceso que achacó a la "cristianofobia".
- Durante su juicio insistió: los niños de parejas del mismo sexo pueden ser "cobayas humanas".

> Elkarrizketa: Antonio María Rouco varela > "LA FAMILIA HACE SOPORTABLES LAS TENSIONES DE LA CRISIS Y DEL PARO"

  • Monseñor Rouco Varela: «La familia hace soportables las tensiones de la crisis y del paro»
  • Antonio María Rouco Varela recibe a ABC a pocos días de la celebración de la Misa de la Familia en la Plaza de Colón de Madrid. Espera que acudan al menos un millón de personas en un acto de testimonio y afirmación de la familia y el matrimonio
  • ABC, 2008-12-24 # M. Asenjo / L. Daniele • Madrid
«Esperamos una gran participación, aunque lo que buscamos es una acción donde lo cualitativo, no lo cuantitativo, sea decisivo», afirma el cardenal arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco Varela, acerca de las expectativas que ha despertado la misa que se celebrará en la Plaza de Colón de Madrid el próximo domingo, festividad de la Sagrada Familia, bajo el lema «La familia, gracia de Dios».

Monseñor Rouco Varela resta importancia a la polémica que, en algunos ambientes, suscitó el acto en defensa de la familia cristiana celebrado hace un año en el mismo lugar y al que, según sus datos, acudieron «no menos de un millón de personas». Desde determinados sectores se calificó la celebración, «entonces no hubo misa», como una protesta con tintes políticos. Sobre el acto del domingo asegura que «tampoco tiene ese tinte, ni en un porcentaje mínimo». Resalta también que puede haber quien tenga la misión de otorgarle ese calificativo, pero «no queremos hacer un acto político», ya que «la Eucaristía es una expresión de lo más específico y propio de la vida de la Iglesia».

—¿A qué atribuye usted el afán de darle un matiz político a un acto como éste?
—Ocurre que, a veces, ser cristiano, vivirlo, testimoniarlo y celebrarlo suscita interrogantes, anima a las respuestas más allá de la vida personal y de los círculos privados de las personas y de la sociedad. Invita a una respuesta en todo el ámbito de la vida pública, que no se reduce a lo político ni mucho menos.

—Pero, parece que algunos no lo entienden así...
—La tradición jurídica española y occidental, sobre todo en la Europa latina, tiende a identificar el ámbito del Estado con el de lo público, como si el Estado fuera el monopolizador de lo público. Esta es una visión reducida de la realidad, porque lo público es mucho más que lo que comprende la acción del Estado.

—¿Cómo se concreta esto?
—En la Iglesia hay un principio de subsidiariedad que se intentó aplicar en la Europa de la posguerra y que ha marcado el perfil del Estado democrático de derecho en la segunda mitad el siglo XX. Lo que no puede hacer la sociedad debe hacerlo el Estado, no al contrario. En ese sentido, la doctrina social de la Iglesia se aleja tanto de un liberalismo sin límites como de la estatalización de la vida social.

—Hablemos del acto en sí mismo, ¿por qué lo promueven?
—La celebración tiene que ver con el testimonio de lo que Juan Pablo II llamaba el evangelio de la familia y con el testimonio que de una manera muy visible harán muchas familias católicas y cristianas, y algunas que no lo son, pero que sienten lo mismo que nosotros, de ese gran evangelio de la familia. Precisamente, en el día de la Sagrada Familia, cuando el Evangelio habla de una familia singular en la que nace el Salvador del hombre, y a través de la cual se salva el hombre.

—La familia es una preocupación de la Iglesia y, por tanto, de usted. ¿Se ha avanzado en su consideración y reconocimiento?
—La familia es una preocupación muy íntima de la Iglesia y de su magisterio en toda la historia moderna de Europa y, por supuesto, de España. La familia sufre hoy como pocas instituciones básicas para la vida del hombre y de la sociedad el impacto de la secularización. Sin una referencia constitutiva a Dios, el matrimonio, unión fiel y estable del varón y de la mujer en el amor mutuo, abierto a la vida, difícilmente puede sostenerse en sí mismo y como base y núcleo esencial de la familia.

—Si eso falla, ¿qué ocurre?
—Si eso falla, corren peligro de desmoronarse bienes fundamentales para la persona: el valor de la apertura a la vida, el sentimiento de humanidad, de afecto, de ternura. La familia es el lugar original de la ternura. Cuando se resquebraja sufre el hombre, sufre la sociedad. Entonces, las sociedades se hacen más duras. Predomina en su funcionamiento el deseo de alcanzar poder, riqueza, fama… a costa del amor desinteresado y gratuito. Sacrificarse por amor resulta un concepto extraño, cuando no absurdo.

—¿Estamos ya en esa situación?
—El ideal de la vida como una apuesta por el poder humano ha ganado mucho terreno social y, no en último lugar, entre los jóvenes. Una sociedad en la que prima la voluntad del poder frente al amor y la ternura se vuelve inhóspita… en definitiva: ¡dura!

—¿Cómo afecta la crisis económica a la familia?
—La crisis perjudica a la familia. Pero en una visión cristiana de la vida, se sabe que las desgracias pueden convertirse en una gracia de Dios, pasando por la Cruz. Sin embargo, a la hora de fijar valoraciones pastorales de la realidad, no podemos hacer de la necesidad de la Cruz una especie de justificante de problemas que nacen del pecado y de los fallos del hombre. Y la realidad del actual momento económico pesa de forma especialmente gravosa sobre los jóvenes. Muchos, por ejemplo, son los que han iniciado su vida matrimonial adquiriendo su vivienda y se encuentran agobiados por las hipotecas y, no raras veces, en peligro de perder su puesto de trabajo.

—El paro perturba la vida familiar, ¿tiene alguna dimensión enriquecedora?
—Ante el paro, elemento extraordinariamente perturbador de la vida familiar, y ante la crisis globalizada que vivimos, la familia suele responder como un elemento que alivia esas tensiones y las reduce a términos soportables. El amor del que vive la familia se convierte en solidaridad.

—Ese valor de la familia como refugio para la crisis no lo poseen los inmigrantes...
—El impacto de la crisis en ellos es mucho más grave y doloroso que entre los españoles, al carecer de amigos o familiares con los que compartir su situación. Es uno de los problemas con los que nos estamos encontrando con mucha frecuenta en la acción caritativa de la Iglesia.

—¿Cuál es el papel de la Iglesia ante esta situación?
—Un papel elemental y prioritario que consiste, en primer lugar, en ayudar todo lo que pueda en las situaciones más perentorias, relacionadas con la subsistencia, la vivienda y hasta con la búsqueda de empleo. Y tiene, luego, ese otro papel de llamar la atención sobre las causas éticas y morales de la crisis. En el fondo son las que hay que superar y eliminar si se quiere resolver de verdad el problema a medio y largo plazo.

—¿Dónde están esas causas?
—Muchos analistas, entre ellos figuras muy conocidas de la economía mundial, hablan de que esta crisis está producida no tanto por fallos estructurales, técnicos o económico-financieros y jurídicos cuanto por los fallos de conciencia moral de las personas que son sus actores.

—¿Debe lanzar la Iglesia una especial llamada de atención a las conciencias de los católicos?
—Ciertamente. Quiero advertir que el mensaje de fin de año del Papa para la inminente Jornada Mundial de la Paz tiene como trasfondo la crisis económica que vive el mundo. La doctrina social de la Iglesia se ha mostrado siempre muy sensible y muy concreta en relación con los problemas del día a día de las personas y de las familias, señalando las causas que los generan y los caminos éticos para resolverlos. Los obispos españoles lo venimos haciendo así desde que existe la Conferencia Episcopal Española y años antes del Concilio Vaticano II. Estoy seguro además que el Mensaje de Benedicto XVI va a servirnos mucho para nuestra labor de formación de las conciencias en la actual crisis económica.

—La crisis económica es coyuntural, pero usted habla de otras dificultades para la familia.
—Sin duda. Las crisis económicas generan dificultades muy onerosas para las familias porque afectan a sus necesidades primarias. Pero también las dañan gravemente las crisis culturales y morales. La difusión de una mentalidad social según la cual el matrimonio y la familia son realidades a disposición del poder humano que pude configurarlos como convenga, no advirtiendo que se sustentan de un núcleo de verdad que ha de ser respetado, promovido y desarrollado por todos, hace muy costoso el vivir fielmente matrimonio y familia como la íntima comunidad de vida, fundada en el amor fiel y fecundo del marido y de la mujer.

—¿Cómo se plasma en la realidad?
—El conjunto combinado de estos factores críticos actúa, sobre todo, en contra de la estabilidad del matrimonio. El apoyo que le ofrecen a la institución matrimonial en este sentido las actuales legislaciones europeas —y, muy señaladamente, la española— ha quedado reducido, poco menos que a la mínima expresión.

—¿Con qué consecuencias?
—Si sólo con tres meses de existencia del vínculo matrimonial y por el deseo de una de las partes puede producirse el divorcio es obvio que el mantenimiento de la fidelidad matrimonial entre el esposo y la esposa queda prácticamente desamparado civilmente.

—¿Y con respecto a los hijos?
—En una sociedad de inestabilidad creciente en los matrimonios, ni se facilita en nada que puedan nacer los niños ni es fácil que puedan ser respetados en la práctica suficientemente los derechos que les han reconocido las Naciones Unidas. El Papa, en el citado Mensaje del próximo Año Nuevo, con motivo de la Jornada Mundial de la Paz, advierte de que 500 millones de niños, la mitad de los pobres que hay en el mundo, viven en una situación de extrema necesidad.

—¿Podemos decir que existe en España una cultura antifamilia?
—Crece en medios culturales y sociales más diversos la opinión de que la familia y el matrimonio son realidades manipulables ilimitadamente. Basta mencionar la llamada «Teoría del género».

—¿De qué forma se manifiestan esas amenazas hacia la familia que usted describe?
—En el terreno de las ideas y de los hábitos humanos y morales de las personas. Si se cree que se puede llamar familia a cualquier tipo de unión, sin tener en cuenta para nada la dimensión sexual de las personas o la relación entre el vínculo matrimonial y la apertura a la vida y entre la procreación y la educación de los hijos, los jóvenes tienen muy difícil poder vivir su vocación matrimonial íntegramente.

—¿Tiene fácil arraigo esa cultura en la familia?
—Si esa experiencia honda del hombre traducida y reflejada en la familia está respaldada por una tradición cristiana de más de un milenio, es evidente que a una cultura que se aparta de esa visión de la persona humana e, incluso, si es hostil a ella, no le resultará nada fácil triunfar.

—¿A quién beneficia el debilitamiento de la familia?
—A nadie. No sólo desde el punto de vista del plan de Dios sobre el hombre, sino también desde una perspectiva puramente humana. El hombre, a veces, no cae en la cuenta de que sin la familia la humanidad se queda sin fundamento: sin la vida y la esperanza que necesita para subsistir. El fenómeno del debilitamiento de la institución familiar tiene, por tanto, raíces mucho más profundas que las meramente económicas y sociales. No es explicable sin fallos morales y espirituales muy graves.

—¿Tiene que ver algo la acción de los gobiernos?
—Los fallos humanos —los pecados del hombre— dicen siempre una relación directa con el comportamiento de la persona. Las circunstancias sociales, «las estructuras», pueden desarrollar una doble función: de ayuda para evitarlos y/o superarlos o, también, de impedimento y dificultad para su superación. Una buena legislación ayuda a evitar fallos del hombre, una mala contribuye a que sean mayores.

—¿Y en España?
—En España, si se compara la legislación vigente sobre el matrimonio y la familia con la doctrina social de la Iglesia se puede constatar fácilmente que las distancias son muy graves.

—Las nuevas generaciones, ¿cómo afrontan esta situación?
—Es difícil saberlo con exactitud porque las estadísticas disponibles son valiosas, pero muy discutibles. En cualquier caso, nuestra experiencia personal nos dice que son muchos jóvenes los que quieren vivir a fondo su vocación matrimonial y su compromiso de entrega responsable al bien de sus prójimos en la vida social, política o económica. La realidad de nuestros jóvenes consagrados a Dios resulta cada vez más alentadora. No es verdad esa visión estereotipada de una juventud sin fe y sin ideales cristianos de vida.

> Artikulua: Javier Sáez > CUENTO DE NAVIDAD

  • Cuento de Navidad
  • Dos Manzanas, 2008-12-24 # Javier Sáez
José era carpintero, judío y gay. Haciendo uso de sus conocimientos, se había fabricado un gran armario en Belén, en el que vivía con su amiga María, al abrigo de la persecución homófoba que había desatado el imperio romano contra los homosexuales y los judíos de Jerusalén. María no había conocido varón, era lesbiana, y había decidido tener un hijo por inseminación artificial con el esperma de su mejor amigo, José. Ahora se encontraba a punto de dar a luz en el armario de Belén. La noticia corrió por el ambiente y llegó hasta los rincones más alejados de Oriente.

En el Kurdistán vivía el antiguo rey Melchor, que había sido destronado por los turcos cuando invadieron el país. Melchor tenía 50 años, llevaba una larga barba blanca que cubría un torso ancho lleno de vello que hacía las delicias de los pastorcillos kurdos. Había conocido a José en el cuarto oscuro de un bar de Ereván, la capital de Armenia, y sabía que él y su amiga María esperaban un niño, así que decidió ir a verles para celebrar con ellos el alumbramiento. Se montó en su camello con algunos regalos -una chupa de cuero para María, una botella de popper de Kazajstán para José y la última edición en pergamino del Planeta Marica- y se encaminó hacia Belén. Al llegar a un oasis en el desierto de Palestina Melchor hizo una parada para ir a mear junto a una palmera, y en ese momento se encontró con un hombre de hermosos bigotes, ya entrado en años, que estaba meando a su lado y que le miraba insistentemente. Melchor le invitó a pasar la noche con él en su tienda. Durante la cena el hombre le explicó que se llamaba Gaspar, era palestino y había sido rey. Casualmente también conocía a José y la noticia del parto, y en ese momento se encaminaba a Belén para conocer al niño y darles algunos presentes: opio iraní de la mejor calidad para ella y telas de Palestina para él. Melchor y Gaspar pasaron una apasionada noche de amor en el oasis, y decidieron ir juntos a Belén.

A los pocos días Melchor y Gaspar llegaron a Jerusalén, y decidieron ir a una sauna a descansar. En esos días de invierno la sauna era muy visitada, pues era un lugar cálido y tranquilo donde charlar y disfrutar. Melchor y Gaspar repararon inmediatamente en un hombre grande, de piel muy oscura y barriga peluda, que les fascinó de inmediato. Se acercaron a él con ánimo de conocerle, y les dijo que se llamaba Baltasar, era uzbeko, rey de una tribu del norte de Afganistán, y había huido de la represión que habían desatado allí la secta de los tulipanes contra las mujeres y los gays. Decidió dirigirse a Belén a ver a su amiga María, de la que sabía que estaba encinta, y le llevaba como regalo tres caballos árabes y un disfraz de drag-king. Entre los tres cundió un gran regocijo al descubrir la casualidad de conocer a José y María, y lo celebraron pasando la noche juntos.

Eran aquellos los días del rey Heterodes, quien gobernaba toda Judea con una gran homofobia. Un espía del rey había oído la conversación sobre María en la sauna, y se lo comunicó a Heterodes. Éste no podía soportar la idea de que una mujer lesbiana tuviera un hijo, así que decidió urdir un plan para matarle. Hizo llamar en secreto a Melchor, Gaspar y Baltasar y les interrogó sobre el nacimiento del niño, con la excusa de que quería ir él también a adorarle. Así que les pidió que una vez que le hubieran visto, volvieran para decirle el lugar de su nacimiento. Los Reyes Magos conocían la fama de Heterodes y, desconfiando de sus intenciones, partieron hacia Belén sobre sus camellos sin decirle su destino.

La noche siguiente hicieron un alto para dormir en la montaña y vieron en el cielo una luz muy brillante que se acercaba hacia ellos. Era un gran trineo tirado por renos alados, y guiado por un hombre grueso, con hermosos cabellos y barbas del color de los osos polares, vestido de terciopelo de color rojo. El hombre descendió desde el cielo hasta donde estaban los tres reyes y les miró, admirando la belleza de sus cuerpos y de sus rostros. Se llamaba Santa Claus, o Papá Noel, y pertenecía a una ONG finlandesa de gays y lesbianas. Los reyes se fijaron de inmediato en el paquete de Papá Noel, y le preguntaron sobre su contenido. Él les contestó que había oído la buena nueva del nacimiento del hijo de María, a la que conocía, y que en el paquete llevaba las obras completas de Tom de Finlandia y de Monique Wittig como regalo. Los Reyes Magos encendieron una hoguera e invitaron a Santa Claus a quedarse con ellos a cenar. Éste aceptó, y, tras la cena, les invitó a degustar distintos licores lapones que llevaba en su trineo. Los vapores etílicos calentaron sus cuerpos y les animaron al baile y al canto, y finalmente al amor.

Al día siguiente Papá Noel y los tres reyes se encaminaron a Belén. En el camino vieron a un grupo de cuatro pastorcillas que iban en su misma dirección, y que resultaron ser amigas de María. Iban también a verla por el nacimiento de su hijo, y le llevaban un carro como presente, dado que, según comentaron las pastoras, a María le gustaba mucho conducir todo tipo de vehículos. Ya al anochecer divisaron en el fondo de un valle la silueta de un gran armario, en el que estaban José, María y el niño, al que llamaron Emmanuelle, en homenaje a una famosa actriz de teatro asiria. María estaba apostada en la puerta del armario, de pie, con su cayado en la mano derecha, vestida con pantalones de piel y una pelliza de borrego; José, que cubría su cuerpo con una túnica de color verde oliva, estaba sentado dentro y llevaba en sus brazos a Emmanuelle, al que cantaba canciones de cuna con su voz grave y dulce, mientras el niño jugaba enredando sus pequeños dedos en las barbas negras del carpintero.

Cuando María vio llegar a tantos amigos juntos, tiró el bastón al aire y fue a su encuentro riendo. Los reyes magos fueron a buscar a José y le animaron a salir del armario. Éste, sorprendido por la visita, dio un grito de alegría y salió al aire libre con el niño para abrazar a sus viejos amigos. María propuso hacer una fiesta y disfrutar de los regalos. Pasaron la noche comiendo y bebiendo, Papá Noel recitó las viejas sagas islandesas con la voz adormecida por el opio, Baltasar bailó en honor de todos danzas de su tierra, rodeando al grupo con un círculo hecho con las telas de Gaspar, María cantaba poemas de Safo subida en uno de los caballos, mientras las pastoras, desde el carro, tocaban instrumentos de cuerda y percusión al ritmo de sus versos. Melchor y José mezclaban todo tipo de bebidas con abrazos, besos y recuerdos.

Emmanuelle miraba, fascinado, las altas llamaradas de fuego que se elevaban desde el armario hasta la luna.

> Iritzia: Beatriz Gimeno > PUBLICIDAD Y PORNOGRAFIA

  • Publicidad y pornografía
  • El Plural, 2008-12-24 # Beatriz Gimeno
El número de mujeres muertas no disminuye a pesar de la Ley contra la Violencia de Género. Es lógico. Las leyes no pueden cambiar a las personas y mucho más si esas leyes se limitan, casi, al aspecto penal. En muchos delitos, quizá en los más graves, las penas no son disuasivas como sabemos todos los que estamos contra la pena de muerte y hemos leído datos y datos al respecto. De la misma manera que la pena de muerte no impide el asesinato, penas más graves no impedirán el machismo. Constantemente, además, las encuestas realizadas a la juventud nos demuestran que los chicos de ahora son igual de machistas que sus padres. Volvemos a la educación.

Se señala y se persigue a los asesinos de mujeres, pero los chicos reciben mensajes contrarios a la igualdad constantemente y desde todas partes. La publicidad emite mensajes en los que las mujeres son bellos objetos sexuales únicamente, además de mujeres capaces de hacer cualquier cosa con sus cuerpos para conseguir ser más bellas según cánones fijados por esa misma publicidad; y los mensajes que emite la publicidad son poderosos, porque están pensados para seducir y convencer, además de presentarse como legítimos. La publicidad es una de las fuentes en las que los chicos aprenden cómo son (para qué sirven, cual es su función) las mujeres. La otra fuente es la pornografía. No hay chico, adolescente o niño que no acceda a pornografía por Internet. La pornografía es una escuela de misoginia y de educación sexual misógina. La pornografía en sí no tendría por qué serlo (yo misma he escrito un libro porno), pero el caso es que lo es y esa pornografía es la que ven los adolescentes. Así que en la pornografía los chicos aprenden que no somos iguales, que las mujeres están para satisfacer a los hombres, entre otras cosas. Después abrirán un periódico y leerán cosas como : “Se ofrece gatita caliente y guarra para que hagas con ella lo que quieras” (anuncio real) Leyendo esto, y las decenas de anuncios que cada día se publican del mismo tipo, ¿quién podría pensar que hombres y mujeres son iguales, que tienen el mismo poder, la misma autonomía, que ocupan la misma posición social? Y podríamos seguir: ¿quién podría pensar que hombres y mujeres son iguales ante la sexualidad?

Así que ¿qué podemos esperar? A cambio de ésto únicamente están (y están más bien a trancas y barrancas) los tibios contenidos de Educación para la Ciudadanía que, por si fuera poco, es una maría. ¿quién presta atención a las marías? ¿y quién se puede tomar en serio algo que hay que estudiar obligatoriamente y que no parece servir para nada?

En fin, no tengo la solución porque es un problema demasiado complejo para la extensión de esta colaboración. Creo que no es posible prohibir la pornografía, quizá no sea ni bueno. Me inclino por prohibir lo menos posible. Creo que hay que luchar para, desde instancias de legitimación, deslegitimar aquello que perjudica, o directamente torpedea, la igualdad. Y una de las maneras de contribuir a deslegitimar sería, por ejemplo, presionando a los periódicos para que no publiquen anuncios de prostitución porque, no sólo son denigrantes para las mujeres, son denigrantes para todos los seres humanos en tanto que son un atentado directo a la igualdad. No se trataría tanto de prohibir dichos anuncios como de conseguir que ninguna institución se publicitara, por ejemplo, en periódicos que publiquen dichos anuncios. Esa es una campaña sencilla, barata y fácil de llevar a cabo por el Ministerio de Igualdad, que para eso está.

> Iritzia: Colectivo Puente Madera > SEMEN RETENTUM

  • Semen retentum
  • La Verdad, 2008-12-24 # Colectivo Puente Madera
Parece ser que, como parte del acuerdo de gobernabilidad entre IU y PSOE, próximamente el Ayuntamiento, en colaboración con AB-Lesgay, abrirá un centro de información y asesoramiento para lesbianas, gays, transexuales y bisexuales (LGTB). Además, se promoverán campañas educativas para combatir la homofobia y favorecer el respeto a todas las personas, independientemente de su tendencia sexual. Excelente noticia para nuestra ciudad, que vino a coincidir con la negativa del Vaticano a la propuesta de Francia ante la ONU, en nombre de 25 países de la Unión Europea, de despenalizar la homosexualidad en todo el mundo. Algunos se han sorprendido; nosotros no. La iglesia católica puede ser cualquier cosa menos incoherente. Si el único fin legítimo de la actividad sexual es la procreación, un homosexual sólo puede ser un vicioso, un descarriado, un pervertido que actúa «contra natura». Luego... ¿qué derechos merece una persona así? Que en más de 91 países sufren multas, encarcelamiento y torturas: ¡merecido se lo tienen los muy pecadores! Que en ocho países pueden ser condenados a pena de muerte: ¡Dios se apiade de sus almas!

Como se sabe, el argumento más común entre quienes condenan la homosexualidad o la transexualidad es el de que se trata de conductas antinaturales. Evidentemente, que algo no sea natural, es decir, que no se encuentre en la naturaleza, no quiere decir que tenga que ser malo. Ni la aspirina ni la novena sinfonía de Beethoven proceden directamente de la naturaleza, y, sin embargo, todo el mundo coincide en su efecto benéfico para la humanidad. Pero además es que la homosexualidad se encuentra abundantemente documentada en el mundo natural. Muchos animales mantienen relaciones de tipo homosexual, y no solamente en situaciones de carencia de individuos del sexo contrario. Si alguien tiene alguna duda al respecto, puede consultar el voluminoso libro titulado La exuberancia biológica: la homosexualidad animal y la diversidad natural, del biólogo Bruce Bagemihl. En él pueden encontrarse innumerables referencias sobre comportamientos sexuales «no convencionales» protagonizados por jirafas, lagartijas, libélulas, orangutanes, murciélagos, ballenas, pingüinos. Hay mamíferos monógamos (como los manatíes y un sector más o menos estable de la especie humana) y promiscuos (como los bonobos y el resto de los humanos). La naturaleza no nos permite utilizarla como excusa para discriminar ni excluir a nadie.

Además, homosexualidad y transexualidad han estado presentes en todas las sociedades, y muchas de ellas no solamente las han tolerado sino que las han situado en un estatus social preeminente, tal y como ha estudiado, entre otros, el antropólogo Gilbert Herdt. Los ejemplos de lo que suele denominarse el «tercer género», integrado por personas que desempeñan papeles sociales tradicionalmente asignados a las del sexo contrario, serían interminables: berdaches de Norteamérica, hijras de la India, baklas de Filipinas, mahus de Polinesia... Entre los sambia de Papúa y los azande de Sudán, se practicaba, como en la Grecia clásica o el Japón medieval, cierto tipo de homosexualidad ritualizada por la que los adultos ayudaban a los jóvenes a transitar hacia la madurez. En el oeste de África era frecuente el matrimonio entre dos mujeres.

Queremos decir, en definitiva, que ni gays, ni lesbianas, ni transexuales representan ninguna anomalía natural o social. Por el contrario, la única opción sexual antinatural, porque no se encuentra en la naturaleza, y antisocial, porque adoptada colectivamente supondría la extinción del grupo, es la castidad, esto es, la que públicamente defienden y supuestamente practican los teócratas vaticanos. Y eso explica muchas cosas. Como afirmaba la sentencia latina, «semen retentum venenum est». Dicho en términos más académicos, tomados de Freud: la represión de los instintos sexuales posiblemente sea la causa de la actitud obsesiva y enfermiza de la iglesia católica frente al tema del sexo. Conscientes de nuestro escaso poder de seducción sobre los jerarcas de dicha institución, fraternalmente nos atrevemos a recomendarles, sin embargo, que intenten vivir de una forma más alegre, más desenfadada, más sensual, más placentera; que no renuncien a ninguna faceta de las relaciones con otros seres humanos. Porque estamos convencidos de que, si estos señores gozasen más, sin duda fastidiarían menos.