2008/09/28

> Iritzia: Juan Manuel de Prada > CREACIONISMO

  • Creacionismo
  • XLSemanal, 2008-09-28 # Juan Manuel de Prada
Que los medios de comunicación alteran la realidad, introduciendo a su conveniencia tergiversaciones más o menos gruesas que dificultan o impiden una cabal comprensión de los acontecimientos, no parece asunto que admita demasiada controversia. Más estupefaciente resulta que tales tergiversaciones gruesas puedan ejercer sobre sus destinatarios una suerte de abducción plácida, un estado de hipnosis que reformatea su capacidad de juicio y les hace tragarse sin rechistar las trolas más rocambolescas y desquiciadas. Entre las trolas establecidas por la prensa occidental y acatadas sin rechistar por el común de los mortales merece cierto análisis la ensañada y furibunda execración del ‘creacionismo’, que se suele pintar como una quimera urdida por cuatro friquis fanáticos, según la cual el origen de la vida debe ser explicado mediante una lectura literal del primer capítulo del Génesis. Esta caracterización paródica de los llamados ‘creacionistas’ resulta tan inverosímil como otra que caracterizase a los ‘evolucionistas’ como friquis que aceptan sin empacho que el hombre desciende por vía directa del mosquito del vinagre, puesto que comparte con él un altísimo porcentaje de su material genético. A cualquier persona mínimamente dotada de inteligencia le sublevaría una definición tan esquemática y torticera del evolucionismo; sin embargo, casi todo el mundo parece satisfecho –y hasta complacido– con la definición ridícula y pintoresca que se ofrece del creacionismo. Satisfacción que sólo admite una explicación patológica: nos produce tanta desazón sospechar que somos necios que sólo la certeza de que existen otros más necios que nosotros logra aliviarnos.

Seguramente existan necios que sostengan que el mundo fue creado en seis días de reloj por un taumaturgo de abracadabra, como sin duda existirán necios que cuando se tropiezan con un mosquito del vinagre se enternezcan, pensando que se hallan ante un pariente lejano. Pero la prensa que exalta las teorías darwinistas sin conocerlas, o conociéndolas tan sólo de forma brumosa, a la vez que hace escarnio de unos creacionistas bufos, esquiva el asunto primordial, precisamente para evitar que la pobre gente abducida emplee su juicio. Y el asunto primordial no es otro sino aceptar que la creación es fruto de un azar complejo o asumir que obedece a un designio divino. El propio Darwin nunca negó la intervención divina en su obra canónica, El origen de las especies; pero, misteriosamente, la prensa que lo jalea –que, por supuesto, no se ha tomado la molestia de leerlo– suele esgrimirlo como autoridad irrefutable para negar tal intervención, condenando a quienes la afirman al gueto de los indoctos y los oscurantistas. Pero lo cierto es que tal intervención, por mucho que avance la ciencia, nunca podrá ser probada ni refutada categóricamente; en cambio, el sentido común sí puede ayudarnos a comprender que ciertos misterios que rodean el origen del hombre no pueden ser explicados mediante meras teorías evolutivas.

En su deslumbrante libro El hombre eterno, Chesterton nos invita a penetrar en las cavernas que habitaron nuestros antepasados. ¿Y qué descubrimos en las paredes de dichas cavernas? Descubrimos que nuestros antepasados, que el imaginario popular ha caracterizado como rudos y primitivos, pintaban; descubrimos que poseían una sensibilidad inalcanzable para cualquier animal; descubrimos que estaban poseídos por la gracia del arte, una gracia que no bendice a ningún animal, ni siquiera en sus expresiones más balbucientes o rudimentarias. Y es que el hombre es el único ser de la creación que puede ser criatura y creador a un mismo tiempo; y este rasgo personalísimo, esta singularidad misteriosa, establece una barrera insalvable entre hombres y animales, una ruptura en el continuum de la evolución que ningún avance de la ciencia podrá explicar jamás. Las pinturas rupestres no fueron comenzadas por monos y terminadas por hombres; los monos no pintan mejor a medida que evolucionan: simplemente, no pintarán jamás. Ese rasgo exclusivo de la personalidad humana plantea un desafío a nuestra inteligencia que la prensa occidental se niega a afrontar. El creacionista no es ese friqui fanático que se aferra a la literalidad del primer capítulo del Génesis; es, pura y simplemente, la persona que se niega a comulgar con las ruedas de molino del pienso ideológico con el que nos pretenden abducir y se pregunta: «¿Qué ocurrió en las cavernas para que un ser rudo y primitivo se pusiera a pintar?».

> Elkarrizketa: Adellah Taïa > "MARRUECOS VIVE EN LA NEGACION DE LA HOMOSEXUALIDAD"

  • Entrevista a Abdellah Taïa: "Mi país vive en la negación de la homosexualidad"
  • Este escritor marroquí se autodefine con ironía como un «héroe», pues fue el primer intelectual de su país en tomar la difícil decisión de salir del armario con nombre y apellidos
  • Público, 2008-09-28 # Trinidad Deiros · Madrid

Tiene 35 años pero la juventud se resiste a abandonarle. Como tantos marroquíes de origen humilde, Abdellah Taïa (Salé, 1973) es una persona de ademanes dulces pero llenos de melancolía. La misma que impregna su obra, en la que narra su vida de joven homosexual, primero en su país y, después, en un exilio largo tiempo soñado en París, la ciudad donde quería estudiar cine y donde vive desde 1999.


En enero de 2006, exponiéndose al escarnio de la sociedad musulmana en la que nació, reconoció públicamente su condición de homosexual en el semanario independiente marroquí 'Tel Quel'. En junio de 2007, esta revista le dedicó su portada: sobre su fotografía, se podía leer 'Homosexual'. Fue el primer intelectual de su país en salir del armario: ahora es un símbolo.


El jueves pasado, este escritor estuvo en Madrid para participar en el primer congreso sobre Derechos Humanos, Sociedad Civil y Homosexualidad en los países de mayoría musulmana, organizado por la Confederación Española de Asociaciones de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (Colegas). Esta confederación quiere llamar la atención sobre la situación en la que viven los homosexuales en los países islámicos.


En 26 estados de mayoría musulmana, esta opción sexual es delito. En algunos, como Irán o Arabia Saudí, se castiga con la muerte. En Marruecos no se llega a tanto, pero el artículo 489 del Código Penal prevé penas de seis meses a tres años de cárcel para los homosexuales. Su vida sigue dominada por el peso de la H'chouma: la vergüenza.


Usted describe irónicamente su salida del armario como su conversión en héroe
Fue durante la presentación de mi libro Le Rouge du Tarbouche (El rojo del fez). Una periodista del 'Tel Quel' quería dedicar su artículo a la homosexualidad. Nunca pensé que haría algo parecido, pero entonces me di cuenta de que tenía que ser valiente, una especie de héroe. Esta periodista me dio la oportunidad de asumir del todo mi verdad íntima y literaria; porque mi reivindicación no era sólo sexual, sino identitaria.


¿Lo sintió como un deber?

Por supuesto. Es la literatura la que me da visibilidad y el derecho de hablar. Hay un deber de decir la verdad, de tomar la palabra.


¿Qué siguió a su anuncio?
Me esperaba una reacción violenta, pero hubo de todo. Algunos medios (se refiere, por ejemplo, al popularísimo diario Al Massae) me insultaron. No digo que esto sea normal, pero sí es sintomático de las contradicciones de la sociedad marroquí, en la que la homosexualidad se ha convertido en una obsesión. Lo bueno es que ahora con el asunto de la supuesta boda gay en Alcazarquivir (seis homosexuales fueron a la cárcel por ello), se ha abierto un debate sobre este asunto.


¿Y su familia?

Su reacción fue de gran dolor. Mi hermano pequeño no podía ni salir a la calle. Estaban en su derecho de sentir dolor: yo acababa de anunciarles que era diferente y además temían por mí. Pensaban que yo no podía ser un buen musulmán, pero no me rechazaron. Mi sufrimiento no es nada comparado con los gays que han estado en la cárcel o, por ejemplo, el de ese estudiante de Fez al que los islamistas hicieron un juicio hace dos años por ser homosexual.


¿Ha vuelto a su casa familiar?
Sí, en junio, pero en casa no hablamos de mi homosexualidad. Eso no quiere decir que mi familia la acepte. Cuando volví a casa, mi madre cocinó mucho para mí. Fue muy tierno, pero sé que era una forma de no hablar sobre ello. En Marruecos, aún estamos en la negación de la homosexualidad, no queremos nombrarla porque eso representaría reconocer su existencia.


¿Se trata sólo de libertad sexual?

La auténtica cuestión no es la sexualidad, incluso si el sexo es un derecho humano, sino la individualidad. En Marruecos, el peso de la sociedad y la familia es agobiante, pero es que venimos de generaciones de adoctrinamiento.


Usted dice que el árabe es la lengua del silencio.
Sí, es una lengua que se usa para callar.


¿Por eso escribe en francés?
No, el francés en Marruecos es la lengua de los ricos y, siendo yo de familia pobre, era un reto dominarla. Pero me gusta y no me gusta a la vez. Empecé a escribir en ella porque tenía un diario personal para mejorar mi francés que fue luego el germen de mis libros.


La homosexualidad está muy presente en la cultura popular marroquí.

Sí, esos hombres que se disfrazan de mujer en la plaza Jmaa el Fna sin que ocurra nada o las romerías donde tradicionalmente ha habido una gran tolerancia sexual. Pero es que los marroquíes, en privado, son una gente muy libre. El problema es el control de la sociedad. Yo no quiero renunciar a esa cultura popular.


¿Hay mucha hipocresía?
Sí, en Marruecos hay una tensión homosexual evidente que quizás viene de ese deseo de controlar a la gente. Incluso los del partido islamista te dicen: "Tú puedes ser homosexual pero que no se vea". No hay problema si lo haces a escondidas; sin embargo, llega un momento en el que la sociedad te atrapa e intentan obligarte a que te cases.


¿Es usted optimista sobre el futuro de Marruecos?

Vivo una lucha interior. Hay veces que soy optimista: mire cómo ahora los periódicos critican al rey, pero, en el aspecto económico, todo está estancado. La cotidianeidad de muchos marroquíes es luchar para comer cada día; así es imposible hablar de libertad sexual. La precariedad económica impide el cambio de las mentalidades. Aun así, hay una evolución innegable, pero el deseo de modernidad debe luchar en Marruecos contra las fuerzas del oscurantismo, que pretenden imponer su visión.


¿Se considera usted musulmán?
Culturalmente me siento musulmán, pero lo soy a mi manera, no como se me quiere imponer.


  • Kif Kif, la asociación pionera en Marruecos
  • Kif kif (iguales) es el nombre elegido por la primera asociación marroquí de gays y lesbianas. Su presidente, Samir Bargachi, estuvo el jueves en el congreso de Madrid y contó cómo han intentado legalizarse en vano.
  • Pero su mera existencia es un gran logro. Porque como dijo Bargachi, ser homosexual en Marruecos no es muy difícil; lo que es imposible es declararlo. “Nos tratan como anormales”, deploró.
  • Las lesbianas viven una situación aun peor que la de los homosexuales varones. Su discriminación es doble; por ser mujer y por ser lesbianas.