2008/11/16

> Iritzia: Juan Aguirre > MIRALO DESDE TU LADO FEMENINO

  • Míralo desde tu lado femenino
  • El Diario Vasco, 2008-11-16 # Juan Aguirre

Una de las palabras de moda es 'visibilidad'. Todo cuanto existe parece visibilizable; y todo lo visibilizable existe. El término se aplica muy generosamente: hoy se visibilizan desde el cabreo del funcionariado por sus complementos de pensiones hasta la esquilma del boquerón en el golfo de Cádiz; desde la lucha por el coltán del Congo hasta la bancarrota de la Real Sociedad.


Justo cuando más arrecia la obsesión visibilizadora, un joven creador ha dado en la ocurrencia de dibujar a un hombre invisible como emblema de la próxima Feria de Durango, rindiendo así homenaje al clásico de la literatura fantástica. El cartel, por si usted no lo sabe, consiste en un rostro elusivo con txapela, gafas de pasta y auriculares. (Diré de paso que es clavado a una foto de José Miguel de Azaola Urigüen, uno de los mayores promotores del libro que ha habido entre nosotros; contrástese en Google).


Contra dicho cartel se ha pronunciado la defensoría vasca de la Igualdad denunciando una «sobrepresencia de los valores androcéntricos». ¿Dónde estriba esa sobrepresencia? ¿En la txapela? Hace un año el anuncio de la feria lo protagonizaba un Olentzero con txapela y en pelotas, pero nadie dijo pío. ¿En las gafas? Imposible: son de línea femenina. ¿Los auriculares acaso? ¿O será la invisibilidad un valor androcéntrico?


En un alarde de sensibilidad, la autoridad competente propone que se intervenga en el cartel para embutirle «algún elemento visual que haga referencia a las mujeres». Solución que parece inspirada en aquellas damas de Historia de la Frivolidad que hace cuarenta años cantaban en TVE: «Infame naturaleza / del hombre no tiene cura, / para salvar su pureza / prodigamos tachaduras».


Es previsible que a partir de ahora las y los creadores tenderán a diseñar sus carteles tan solo con figuras femeninas, dado que 'visibilizar a la mujer' es condición absolutamente necesaria pero también suficiente para cumplir con el imperativo de Igualdad (si no aparecen hombres nadie los va a echar en falta). Sin descartar que los más imaginativos se arrojen en brazos de la abstracción, refugio histórico de los artistas en tiempos difíciles.


En este siglo que va a ser el de la mujer, una de nuestras esperanzas más fundadas para la transformación del mundo está en la capacidad que ellas tienen para la identificación afectiva, es decir, para empatizar. Lo ha demostrado la neurofisiología: en el cerebro femenino las áreas que rigen la emoción y la afectividad son mucho más robustas que en el varón.


Por ello, conviene que todos y todas aprendamos a mirar lo que nos rodea desde el lado femenino. Ejercicio enteramente ajeno al celestineo por buscarle al hombre invisible una compañera visible.

> Iritzia: Ricardo Cantalapiedra > BROMAS Y MARAVILLAS

  • Bromas y maravillas
  • El País, 2008-11-16 # Ricardo Cantalapiedra

Ya se están empezando a montar los puestos del tradicional mercadillo de Navidad en la Plaza Mayor. Este año va a ser todo muy serio porque el alcalde ha prohibido la venta y exhibición de artículos de broma. Se acabaron las caretas, las bombas fétidas, los petardos, los caganers, el pene saltarín y demás procacidades festivas. Todos ellos se instalarán en la cercana plaza de Santa Cruz. La autoridad considera que "alteran el espíritu navideño", razón suficiente, dicen, para acabar con infiltrados jocosos en el portal de Belén. Pero los mandan a vender bromas frente al Ministerio de Asuntos Exteriores. No es fácil que al ministro y a los diplomáticos les haga gracia alguna estar rodeados de cuchufletas y polvos picapica. Veremos si al año que viene siguen allí las casetas de la risa.


La larvada sacralización de la Plaza Mayor coincide con la alucinante entrada en el Congreso de los Diputados de la Madre Maravillas, canonizada en 2003 por Juan Pablo II en la Plaza de Colón. La santa fundó el monasterio carmelita del Cerro de los Ángeles, hizo favores a los necesitados y logró salir ilesa de la Guerra Civil. Murió en 1974. Todos esos méritos seguramente son suficientes para subir a los altares, pero no parecen ser los adecuados para entrar en la Carrera de San Jerónimo por la puerta grande.


A pesar de ellos, la Mesa del Congreso ha aprobado rendir homenaje a la monja y colocar un rótulo conmemorativo en las paredes de la Cámara. La cosa parece de broma piadosa, pero es todavía más sorprendente la razón para conceder tales honores: "su notoriedad política y social". Parecen diálogos de carmelitas. En el Congreso sólo hay tres placas de similar categoría: la reina, el rey y Clara Campoamor, pionera del voto femenino. Santa Maravillas rompe esquemas, y escama a mucha gente. ¿Por qué el Parlamento se acerca a las sacristías de forma tan extraña?


Se podrían hacer homenajes similares a otras monjas políticas de nuestra historia. Ahí están religiosas tan hiperactivas como Catalina Erauso, la Monja Alférez; o sor María Jesús de Agreda, oráculo de Felipe IV; o sor Patrocinio, la Monja de las Llagas, consejera de Isabel II, que provocó la caída del Gobierno de Narváez durante un día. Nos quitan las bromas y nos engatusan con maravillas. Aquí pasa algo raro.

> Iritzia: EL País > MARAVILLAS EN EL CONGRESO

  • Maravillas en el Congreso
  • El País, 2008-11-16 # Editorial

Por Dios, qué alivio. Gracias a su presidente, José Bono, se va a colocar una placa en el Congreso en honor de la Madre Maravillas de Jesús, perseguida durante la Guerra Civil, muerta en 1974 y elevada a los altares como santa en 2003 por Juan Pablo II.


Así, por fortuna, tendremos ocasión de repasar alguno de sus milagros, en verdad asombrosos. Por ejemplo, el niño Manuelito, que ahora debe tener 11 añitos, cayó a un pozo a los 18 meses allá en Nogoyá, Argentina. El niño fue trasladado, en parada cardiaca, al hospital de Paraná. Los médicos torcieron el gesto -mal, muy mal pronóstico-, pero Alicia, la madre de Manuelito, no paró de invocar a la Madre Maravillas, y el niño, pocas horas después, se salvó. Este portentoso sucedido, que un niño se salvara en un hospital, y que una mujer de Nogoyá supiera de la existencia de la Madre Maravillas, fue considerado como una prueba irrefutable de la santidad de la monja madrileña.


Y eso por no hablar de su intercesión con Alfonsa, vecina de Salamanca, diagnosticada de una "agranulocitosis con shock séptico y afección hepático-renal". Los rezos a la Madre Maravillas de Mónica, una religiosa que estaba en el hospital, lograron lo que parecía imposible. Ya lo dijo uno de los médicos: "No soy muy propenso a creer en estas cosas, pero para mí que esto es un milagro". Y en fin, para no aburrir al lector, añadamos que a la muerte de la santa su cuerpo, envuelto en un fuerte olor a nardos, permaneció flexible no un día, que ya es tiempo para perder aroma y frescura, ni tan siquiera dos: hasta tres días hubo que esperar para enterrarla.


Acaso puede oponerse a estos fabulosos prodigios la afrenta que representa homenajear a una santa en el recinto en el que reside la soberanía de todos, desde ateos a musulmanes?


¿Es posible replicar al Bono que abroncó en el Congreso a un anciano luchador de la Guerra Civil por desplegar una bandera republicana, que poner esa placa es una ignominia frente a quienes no pueden, ni tan siquiera, recuperar los huesos de sus familiares fusilados?


Rece en paz el señor Bono, pero deje de poner placas en paredes que no le pertenecen.