2008/01/15

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  • Un ministerio rancio
  • El País, 2008-01-15 # Editorial

Acuciado quizá por la agobiante idea de que la familia está en peligro, difundida urbi et orbi en las manifestaciones desplegadas por una parte de la Conferencia Episcopal Española, Mariano Rajoy se dispone a dedicar una unidad burocrática del más alto nivel, nada menos que un ministerio, a evitar la destrucción de la unidad familiar. Es decir, que si el PP llegara a gobernar después de las elecciones de marzo, convertiría en problema de Estado el apoyo económico a las familias españolas. Pero el líder del PP no ha llegado a precisar en su compromiso electoral si se refiere a todas las familias o sólo a las que, en consonancia con las definiciones de matrimonio expuestas por los políticos del partido y por los obispos, estén formadas por cónyuges de distinto sexo. ¿Y las familias monoparentales? Tampoco aclara qué políticas sociales o económicas serían competencia del novísimo ministerio.


En la subasta de baratijas, el ministerio familiar es un buen conejo sacado de la chistera electoral. Primero, porque se da por hecho que es la familia el sujeto paciente que sufre de problemas económicos, sanitarios, educativos o de seguridad, cuando son los ciudadanos, individualmente considerados, quienes soportan las subidas de los precios, las pérdidas de empleo, la presión fiscal y la falta de guarderías o de equipamiento escolar. Como son también las ciudadanas las que ponen hijos al mundo y contribuyen directamente al crecimiento demográfico.


Y segundo, porque el PP vende una herramienta administrativa, el ministerio, antes de explicar qué políticas económicas y sociales desea aplicar. Los electores desconocen si un Gobierno presidido por él incentivaría el empleo femenino, o la natalidad, o las viviendas protegidas; tampoco si la protección familiar se realizaría con subvenciones, desgravaciones fiscales o inversión en infraestructuras. En guarderías, por ejemplo, para incentivar la natalidad y el empleo, que sería lo deseable. Sin esas explicaciones, el Ministerio de la Familia, de perfume algo rancio, es sólo una ocurrencia más; y no la más brillante.

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