2008/05/18

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  • El virus que cambió el mundo
  • El sida ha revolucionado la lucha contra las enfermedades infecciosas
  • La Vanguardia, 2008-05-18 # Marta Ricart / Josep Corbella · Barcelona

Cada día, 5.700 personas mueren por el sida y 6.800 se infectan con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Este patógeno fue identificado hace 25 años y, si no existiera, se habrían evitado 25 millones de muertes y 33 millones de personas no vivirían con la infección. Pero, al mismo tiempo que causaba una catástrofe, el VIH ha revolucionado la lucha contra las infecciones.


Sin lo aprendido sobre el sida, no se hubieran desarrollado fármacos que hoy se utilizan de manera rutinaria contra otros virus como los de las hepatitis. Ni se hubieran contenido con rapidez otras infecciones emergentes posteriores como la gripe aviar o el SARS (o neumonía atípica), que tenían el potencial para causar pandemias. Ni se hubieran extendido redes sanitarias en África que, pese a ser aún precarias, han ayudado a combatir mejor la malaria o la tuberculosis. Ni se hubiera avanzado tanto en la investigación del sistema inmunitario humano, un conocimiento que reporta beneficios frente a múltiples enfermedades, desde las cardiovasculares hasta los cánceres.


El martes se cumplen 25 años del descubrimiento del VIH, identificado casi dos años después de los primeros casos de sida. "Aislar el virus permitió empezar a diagnosticar la infección y constatar que los casos que se conocían eran la punta del iceberg", recuerda Josep M. Gatell, jefe de enfermedades infecciosas del hospital Clínic de Barcelona y especialista en sida.


Desde entonces, todo cambió. "El sida y la magnitud de su pandemia han devuelto el interés por las enfermedades infecciosas, que se creían controladas, y por la salud pública, las estrategias de prevención y tratamiento a gran escala... Y han marcado un hito social: han sacudido las conciencias y reinventado las campañas mundiales. El efecto llega más allá del sida. El Fondo de las Naciones Unidas, por ejemplo, es para el sida, la tuberculosis y la malaria", explica el epidemiólogo Antoni Trilla.


La necesidad de investigar, la gran cantidad de dinero destinado -en detrimento de otras áreas-, han llevado a avanzar mucho. "Antes de descubrir el VIH sólo existía un antivírico (el aciclovir, usado contra el herpes); en 25 años se han desarrollado 20 antirretrovirales contra el VIH, aparte de otros para otros virus. Ha sido una revolución", explica Gatell.


"Tampoco existen precedentes - añade Gatell- de que en tan poco tiempo se haya avanzado tanto en la investigación y control de una enfermedad. Hemos convertido una infección que era mortal a corto plazo en el 100% de casos en una dolencia crónica, que permite una vida normal y apenas causa mortalidad si se sigue el tratamiento".


"Los avances contra el VIH han dinamizado el estudio de las enfermedades infecciosas", apunta Bonaventura Clotet, director del laboratorio IrsiCaixa del hospital Germans Trias i Pujol de Badalona y otro referente en la investigación del sida. "Se han hecho espectaculares progresos en virología e inmunología", coincide Rafael Nájera, director del centro colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre caracterización molecular del VIH y profesor emérito del Instituto de Salud Carlos III de Madrid.


"Hemos profundizado en los mecanismos de inmunidad e investigación útil para otras patologías. O en virología, como en los retrovirus, la familia del VIH", precisa Santiago Moreno, jefe de infecciosas del hospital Ramón y Cajal de Madrid y ex presidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología. "El VIH ha obligado - añade- a elaborar sistemas de medición de la carga viral y de diagnóstico. Como crea inmunodeficiencia y favorece otras infecciones, estas se han estudiado: los hongos, el citomegalovirus (que sólo se daba en algunos pacientes trasplantados y oncológicos), la tuberculosis o la hepatitis, y han aparecido más fármacos".


El arsenal de fármacos contra el sida y el control de la enfermedad ocasionan efectos adversos,reflexiona Clotet. Hacen que se relativice la enfermedad y se relaje la prevención. El coste de la terapia lastra la sanidad de los países ricos. En los países pobres, la mortalidad aún no se ha frenado porque el diagnóstico y la medicación no llegan a la mayoría de los infectados, y tiene un impacto socioeconómico terrible.


Cuando llegue el tratamiento crónico a los millones de enfermos pobres, los costes serán enormes. Todo obliga a adoptar medidas sociales de reducción de precios y a investigar nuevas terapias y una vacuna.


Lecciones de reacción
"El sida nos ha enseñado que siempre pueden aparecer enfermedades emergentes y que pueden tener un impacto tremendo, por lo que hemos mejorado los mecanismos mundiales de reacción", asegura Antoni Trilla. De hecho, la expresión enfermedad emergente se acuñó en 1989 a propósito del sida, recuerda Rafael Nájera. "Lo que hemos aprendido al investigar el VIH y el sida nos permitiría, ante un nuevo virus, acelerar la respuesta, diseñar antivíricos antes", opina Josep M. Gatell.


Pero no hay garantías de que se supiera evitar otra pandemia. "Que el miedo a otro VIH acelera la respuesta mundial se vio con el síndrome respiratorio SARS o la gripe aviar. Si aparece un nuevo virus letal, no podremos evitar la epidemia mientras no sepamos dominar sus mecanismos. Quizás lo hagamos antes o quizás vuelva a desafiar nuestros conocimientos", dice Santiago Moreno.

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