- Un hombre que abusó de sus dos hijas recuperará la patria potestad
- La mayor se quitó la vida arrojándose al metro. La sentencia permitirá al condenado estar con la pequeña, de 10 años, cuando cumpla 18 meses de cárcel
- El País, 2008-05-09 # Mónica C. Belaza · Madrid
Patricia se suicidó el 8 de febrero de 2004. Se arrojó a las vías del metro en la estación de Tribunal (Madrid). Tenía 17 años. Meses antes había desvelado ante sus familiares lo que le había ocurrido desde los 10 años hasta los 15. Su padrastro, José María Cenamora, guardia civil, había abusado de ella; la tocó contra su voluntad y se metió en su cama muchas noches durante años. Patricia tenía una hermana que ha cumplido ahora 10 años, hija biológica de Cenamora, que tampoco se libró de los abusos. Un día la escucharon decir que quería que volviera papá "para jugar al juego de la perlita y el pene". Cenamora ha sido condenado a tres años de prisión por abuso sexual continuado a Patricia y a 18 meses por un delito de abuso a la pequeña. En total, cuatro años y medio.
La sentencia, dictada por el Juzgado de lo Penal número 3 de Móstoles, determina que no tendrá la patria potestad de la niña durante los 18 meses que dure la condena. Pero, una vez cumplidos, si la resolución -que no es firme y que la madre piensa recurrir- queda en los mismos términos, la pequeña quedará a cargo tanto de la madre como del padre abusador. La abogada de la familia había pedido la privación de la patria potestad durante seis años, el máximo que permite el código penal en estos casos. También se podría haber impuesto una pena de alejamiento de la menor superior al periodo de cárcel.
Patricia decidió hablar y contar lo que le ocurría porque temía que a sus hermanos les pasara "lo mismo", según relató en su declaración ante el juez antes de su fallecimiento. Dijo que lo ocurrido "la comía por dentro". Así que un día que estaba con varios familiares que le preguntaban por qué estaba "rara", explotó: "Cuéntales tú porqué estoy así, cuéntales cómo me metes mano y me sobas, diles cuando te metes en mi cama, baboso", espetó a su padrastro delante de su madre y tíos. Después, dirigiéndose a su madre, continuó, llorosa. "Cuando tú no estás, mamá, se mete en mi cama y me mete mano. Me soba, me soba... no puedo más, sólo veo imágenes de lo que me hizo".
La madre y los tíos aseguraron al juez que Cenamora reconoció en ese momento "que lo que decía la niña era verdad" y que pidió perdón y ayuda. Durante el procedimiento, el acusado admitió haber tocado en dos ocasiones a Patricia. Y el informe pericial habla de un diagnóstico de "pedofilia limitada al incesto plenamente compatible con sentimientos de arrepentimiento".
Dos meses después de la confesión de Patricia, mientras veía la tele con su madre, la pequeña habló del "juego de la perlita y el pene". La niña tenía entonces cinco años, y le explicó en qué consistía: "Hay que cerrar los ojos y la chica le toca el pene al chico y el chico le toca la perlita a la chica". Después, a lo largo del procedimiento penal, la niña se ha negado a volver a hablar de este episodio. De hecho, los psicólogos constataron "tal nivel de estrés" cuando le planteaban la cuestión que aconsejaron que no se la explorara más. Para condenar a Cenamora por este delito, ante la falta de testimonio de la niña, la magistrada valoró a la madre como testigo directo y suficiente.
Ahora los padres están separados. La madre vive con la niña y con otro hijo del guardia civil. La mujer teme el momento de su salida de la cárcel, cuando recupere la patria potestad de la pequeña, facultad que se puede definir como el poder global que la ley otorga a los padres sobre los hijos y que les obliga a velar por ellos, tenerlos en su compañía, alimentarlos, educarlos y formarlos.
La sentencia también obliga a Cenamora a indemnizar con 30.000 euros por el daño moral causado a Patricia y con 6.000 por los daños provocados a la pequeña. La cantidad que debe a la fallecida se entregará a la madre.
- Rosa · Madre de las niñas y ex esposa del condenado
- "Sus víctimas estaremos condenadas para siempre"
- El País, 2008-05-09 # Javier S. del Moral · Madrid
Desde hace casi cinco años, una pesadilla pasea por la mente de Rosa. En ella, su ex marido llama a su puerta para llevarse a sus dos hijos. Él es José María Cenamora, el guardia civil condenado a cuatro años y medio de cárcel por abusar sexualmente de su hija y de su hijastra, Patricia, quien acabó suicidándose.
Ahora, esa pesadilla está un poco más cerca de convertirse en realidad, ya que, una vez que el condenado cumpla un año y medio de cárcel, podrá recuperar la patria potestad sobre sus hijos. "Es una escena que me aterra", explicó ayer a EL PAÍS. Después de tantos años de lucha, se siente incapaz de entender cómo un juez que condena a una persona por abusar de su hija permite que el condenado y su víctima sigan viéndose una vez cumplida la pena. "Me gustaría saber qué pensaría ese juez si fueran sus hijos los que sufriesen abusos" se pregunta. "El agresor estará en la cárcel cuatro años. Nosotras, sus víctimas, estaremos condenadas para siempre", afirma.
Rosa y su abogada, Victoria Blanco, están decididas a recurrir la sentencia del Juzgado de Móstoles. Y no sólo para evitar que el guardia civil recupere la patria potestad sino también para incrementar su condena al máximo posible: seis años de cárcel. Pero su lucha no quedará ahí. Su objetivo final es que las autoridades tomen conciencia del problema. "Es necesario que se endurezcan las penas pero, sobre todo, que se vigile a las personas que cometen este tipo de delitos, porque pueden volver a hacerlo y entonces es cuando todos nos llevamos las manos a la cabeza", explica con determinación.
Una vez que cumpla su pena, Cenamora volverá a la Guardia Civil. "Así funciona este país, en el que una persona que comete este tipo de delitos puede después ser responsable de nuestra seguridad", se lamenta Rosa.
Tras la aparente dureza de sus declaraciones se esconde una persona "destrozada". En los últimos cinco años ha visto cómo una de sus hijas de 17 años acusaba a su ex marido de abusar de ella y meses más tarde se lanzaba al metro. Ha escuchado cómo su otra hija de 10 años le revelaba el "juego secreto" de su padre. Ha visto cómo su vida familiar se contaminaba hasta el tuétano. "No me queda más remedio que confiar en la justicia y seguir luchando, porque no podemos tomarnos la justicia por nuestra mano". A eso se aferra.
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