- Sobre seres y pareceres
- Berkana, n. 23, 2008-05-22
Sabemos que atribuir a un libro la condición de clásico es un arma de doble filo, el calificativo puede atraer, pero también repeler. Pero nos arriesgaremos: “Masculinidad femenina” es un clásico de los estudios queer. Aquí, Judith Halberstam realiza un recorrido por las diferentes formas de masculinidad que han sido desarrolladas por las mujeres en los últimos tres siglos, muchas de las cuales han sido agrupadas bajo la etiqueta «lesbianas» con demasiada alegría. Halberstam nos revela que los géneros y las sexualidades son mucho más complejos y diversos de lo que supone el sistema heterocentrado en que vivimos, y que las mujeres masculinas han conseguido desafiar y subvertir.
Hemos querido hablar con un gran conocedor de la obra de Halberstam, Javier Sáez, autor de “Teoría queer y psicoanálisis” y traductor de “Masculinidad femenina”. ¿Quién mejor para desvelarnos las claves de la obra?
Así que la masculinidad no es exclusiva de los hombres…
Claro que no, Judith halberstam demuestra en este libro que la masculinidad, como la feminidad, se construye de forma performativa, repitiendo una serie de gestos, estéticas, usos del cuerpo etc. que no tienen una base natural o biológica. Es más, para Judith las mujeres han contribuido a crear la masculinidad. Se parodia mucho la feminidad, pero casi nadie se mete con la masculinidad, es terreno prohibido.
¿Cuáles son las cualidades masculinas que las mujeres «usurpan»?
«Usurpan» da a entender que es un lugar que no les corresponde a las mujeres. En realidad la masculinidad no le corresponde a nadie en esencia. Pero en todo caso, el libro muestra que muchas mujeres pueden ser fuertes, hacer deportes, vestirse «como los hombres», tener un papel activo en la sexualidad, penetrar con dildos, puños o objetos, conducir camiones o ambulancias, ser soldado, ser agresivas, buscar el éxito, ser violentas, ser dominantes.... El libro es un recorrido fascinante con ejemplos históricos de todas estas posiciones que han tomado muchas mujeres en la historia. Lo más importante en esta cuestión es que las mujeres han contribuido a construir lo que entendemos por masculinidad, han jugado un papel activo en su constitución. Y sobre todo es un buen ejemplo de que las identidades sexuales o de género no tienen nada de natural.
En algunas de las críticas del libro en Estados Unidos se destaca que este trabajo rompe con el silencio que rodea esta cuestión. ¿Por qué era tan difícil abordarla?
Porque los ensayistas y sociólogos quieren mantener la ecuación masculinidad = cosas de hombres. Esto forma parte del régimen heterosexual, donde solo hay dos sexos, que además se complementan, y donde cada uno de ellos tiene roles y funciones propios. El deslizamiento donde las mujeres se apropian de la masculinidad rompe ese esquema, y como el mundo académico es machista y hetero y homófobo, es reacio a abordar que existe una masculinidad elaborada por las mujeres, o que hay más de dos sexos.
¿Dónde situaban los estudios anteriores a estas mujeres?
Los pocos estudios anteriores situaban a estas mujeres bajo la categoría global de «lesbianas» o de «invertidas», lo cual deja de lado la enorme riqueza de sus vivencias y de sus identidades, y sus enormes diferencias. Muchas de ellas eran heteros, o transgénero, o tenían identidades que no entran en estas categorías. La medicina y la psicología las situaba del lado del error, la patología, la transexualidad no asumida, el drama y la soledad... Halberstam se detiene en la especificidad histórica y personal de cada una de ellas.
Dices que es un clásico de los estudios queer. ¿Qué hace que este libro alcance tal condición?
El libro tuvo un impacto enorme en las comunidades queer, trans y lesbianas, y también en el campo de la sociología. Su enfoque es muy queer porque introduce la variable de la raza y de la clase social en el estudio de las identidades sexuales, y cómo esto influye en la forma de ser lesbiana, o de ser mujer masculina: privilegios, exclusiones, racismo... Además está tan bien documentado, y sus análisis son tan originales que se convirtió en una obra de referencia en las universidades, y en los ensayos posteriores, y no solo en EEUU. Las incipientes comunidades drag king, los chicazos, los iconos bolleros del cine, las guerras fronterizas entre las butch y los f2m (transexuales masculinos), la cultura butch-femme, la sexualidad de las mujeres en el siglo XIX... son temas sobre los que casi nadie había hablado.
Como traductor, ¿a qué retos te has enfrentado?
Un reto fue que algunas de estas comunidades han surgido en Estados Unidos, y en ocasiones no hay un equivalente del léxico en la cultura española. Por eso hay notas que lo explican y a veces dejo el original inglés (bulldagger, drag king, lipstick lesbian, butch, femme, etc.). En otros casos la propia cultura bollera española usa esas expresiones. También tuve que elegir términos del castellano que no se usan en América latina. Para facilitar la lectura en América latina hicimos un glosario con 200 palabras sinónimos de lesbiana y de mujer masculina que se usan en los países de América, para no perder esa riqueza léxica, y lo pusimos en un anexo en la edición española.
Otro reto era cómo usar palabras cercanas a la idea de masculinidad... pero que no significan «de los hombres», y otras veces sí: manliness, manhood, maleness... frente a masculinity. Había que dejar claro que masculinity no se trataba de «lo propio de los hombres», sino de otra cosa. En español hay menos términos, o son menos precisos. Lo mismo pasa con el titulo: female masculinity no significa masculinidad femenina exactamente, female significa más bien «hembra», o «de mujer», pero quedaba mucho más rotundo «masculinidad femenina» en castellano que «la masculinidad de las mujeres».
Otro reto es que la autora pasa a menudo de un lenguaje muy académico a otro muy cotidiano o coloquial... es muy raro ver eso en un ensayo. Pasa de hablar de iteración performativa, identidades cruzadas, desviación de género, etc. a hablar de macarras, casas cutres, pirados, putas, tíos chungos, bolleras, maricones... Me divertí mucho pudiendo usar esas palabras de la calle, que normalmente no puedes poner en una traduccion. Creo que es algo original del libro, no tener miedo a cambiar de registro y mostrar que se puede hacer un buen ensayo
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