- El SAS absorbe cambios de sexo de toda España
- La demanda engorda la espera, que es ya de dos años y más de cien personas
- El País, 2008-06-22 # Fernando Pérez Monguió · Sevilla
En el Servicio Andaluz de Salud (SAS) hay una lista de espera muy especial que no existe en otras comunidades autónomas. Es la que conforma el centenar largo de pacientes transexuales que aguardan una media de dos años para cambiar de sexo, y poco más de un año para otro tipo de cirugías menores. En esta "alta" lista de espera, según reconocen los propios profesionales, no sólo figuran andaluces sino ciudadanos del resto del país que vienen a la Unidad de Trastornos de Identidad de Género (UTIG) del Hospital Regional Carlos Haya de Málaga.
Se trata de la única unidad global que completa el cambio íntegro de sexo en España. Desde que comenzó su actividad en 1999, ha operado con éxito a 106 transexuales, el 80 % andaluces. "El balance es claramente positivo y muy satisfactorio para el equipo médico y para los pacientes", según Isabel Esteva, coordinadora de la UTIG y especialista de Endocrinología y Nutrición.
Mandatado por el Parlamento andaluz, la Junta incorporó la atención integral a los transexuales en octubre de 1999. Seis meses después, la UTIG efectuó la primera intervención. Hasta el pasado 31 de mayo, suman ya 210 operaciones, de las que 106 han sido cirugías genitales de reasignación de sexo: 82 genitoplastías feminizantes y 24 masculinizantes.
Los primeros se sometieron a una única operación, técnicamente menos compleja que la inversa, que, como explica Isabel Esteva, supone la extirpación del pene y la creación de una vagina. El proceso contrario requiere de tres sesiones quirúrgicas, entre ellas, la mastectomía, que pueden requerir de hasta seis meses de tratamiento. "Los resultados funcionales y físicos de los cambios de mujer a hombre son peores que de hombre a mujer. Implantar un micropene prácticamente sólo tiene efectos estéticos, frente a las nuevas vaginas que son más funcionales", explica Esteva.
Para llegar a esta última fase del proceso, los pacientes deben superar una rigurosa atención diagnóstica, terapéutica y psicológica prequirúrgica. Una vez que los pacientes están en fase de tratamiento hormonal, que al menos dura un año antes de cualquier cirugía, y cumplen los criterios establecidos en la UTIG para las operaciones finales, son informados por los especialistas de cirugía plástica de los procedimientos técnicos disponibles. "Sólo se practica el proceso completo a los pacientes que cumplan todos los requisitos y ofrezcan muy pequeño margen de duda", explica Esteva.
La trayectoria "exitosa" de la UTIG y la inexistencia de un servicio integral idéntico en otras comunidades ha provocado que mes a mes engorde la lista de espera. "No se están abriendo nuevas unidades y va llegando desde todo el país", señala Esteva, quien espera en adelante una doble actuación de los poderes públicos: que se abran nuevas unidades integrales (en Cataluña y Asturias, hay dos unidades que cubren el diagnostico y el tratamiento hormonal, pero no operan) y que se dote de mayores medios a la UTIG del SAS.
- Jessica · Primera transexual que cambió el sexo en el DNI
- "Me miro al espejo con orgullo"
- El País, 2008-06-22
A Jessica (Almería, 25 años) le daba vergüenza mirarse al espejo. Apagaba la luz del cuarto de baño antes de limpiarse para no verse los genitales. "Por tópico que suene, nací en un cuerpo que no me pertenece", recuerda con "enorme pesar". Su "infierno" acabó hace dos años cuando se sometió con éxito a una operación de cambio de sexo. Le dieron 369 puntos, pero el dolor físico "grandísimo" que sufrió "le dio sentido" a su vida. "Si yo no paso por ese quirófano, me hubiera suicidado", asegura.
Jessica es una de las 106 personas a las que la Unidad de Trastornos de Identidad de Género del SAS ha practicado la cirugía genital de reasignación de sexo. "La satisfacción fue indescriptible cuando me dijeron las enfermeras que ya era una señora", relata sin ocultar su emoción: "Me ha dado una seguridad como mujer que sin la operación no hubiera tenido". Ahora, con vagina y una talla 85 de pecho, se ha mirado "por primera vez" en el espejo "con orgullo". "Y me he sentido realizada", apostilla.
Con todo, su vida se topó con nuevas dificultades y episodios de discriminación social y laboral porque su físico femenino no se correspondía con la identidad masculina de su DNI. "Me da dolor de barriga recordar mi nombre original", responde sin poder disimular su malestar. Esta pesadilla concluyó cuando hace un año se convirtió en el primer transexual operado que logró que apareciera su nombre de mujer en su documento nacional de identidad. "Gracias a ello, conseguí hace cinco meses mi primer trabajo, del que me acaban de hacer indefinida", detalla orgullosa a la par que agradecida con su actual empresa, con Colega Torremolinos, y con Francisco Giraldo, el cirujano que le operó; Isabel Esteva, la endocrino que le aplicó un tratamiento de hormonas, y la psicóloga Trinidad Bergero. "¡Son maravillosos!", exclama. "Gracias a ellos, he demostrado que soy autosuficiente. Mi sueño ahora es tener una casita propia y poder ser madre a través de una adopción", añade.
Con la experiencia vivida, anima a todas aquellas personas que aguardan a operarse. "Si saben lo que quieren que vayan a por todas y que las familias les apoyen. Ánimo y fuerza porque la meta merece la pena", garantiza Jessica, quien, al mismo tiempo, pide a la sociedad que cambie ciertas actitudes de rechazo a los transexuales: "A mí me veían en mi pueblo como un bicho raro. Con 16 años, quince tíos casi me lapidan. La transexualidad no es un problema de mente. La enfermedad es la que te causa el rechazo y el maltrato de la sociedad, pero no la transexualidad", concluye.
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