2008/07/13

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  • "He hecho algo muy malo. Tengo a una chica muerta"
  • El psiquiatra que mató a una enfermera llamó a un amigo para deshacerse del cadáver. El supuesto homicida achaca el origen del crimen a "un malentendido". El agresor tenía decidido ocultarse en el bosque y morir de inanición
  • El País, 2008-07-13 # Jesús Duva · Madrid / Eduardo Azumendi · Pamplona

"He hecho algo muy malo. Tengo en mi casa a una chica muerta. Necesito que me ayudes". José Diego Yllanes Vizcay, de 27 años, llamó a un amigo sobre la una de la tarde del pasado lunes. Estaba desesperado y no sabía qué hacer. "Necesito que me ayudes a deshacerme del cadáver", insistió Yllanes, médico residente de Psiquiatría en la Clínica Universitaria de Navarra. El amigo, desconcertado y aterrado, le aconsejó que se entregase a la policía, pero él lo rechazó de plano: "No, no puedo arruinar la vida de mi familia".


La víctima era Nagore Laffage Casasola, una chica de 20 años, estudiante de segundo curso de Enfermería, que estaba realizando prácticas en el mismo centro sanitario que Yllanes. Nagore le conocía de haberle visto por el hospital, pero él nunca había reparado en ella y nunca habían cruzado ni una palabra.


El médico y la enfermera en ciernes se conocieron en realidad sobre las seis de la madrugada del pasado día 7, festividad de San Fermín. El encuentro se produjo en un bar, unas horas después del chupinazo que marca el comienzo del desmadre de las fiestas pamplonesas. La chica iba con unas amigas, mientras que él se había despedido al filo de la madrugada de su novia, también médico, y continuaba la juerga pese a que llevaba 36 horas sin dormir y muchos cachis (combinados de ron) en el cuerpo.


Nagore y José Diego empezaron a hablar y simpatizaron. Tanto, que sobre las 7.45 se dirigieron hasta un piso de la calle de Sancho Ramírez, en el barrio de San Juan, que había sido comprado por el médico a su familia hipotecándose para una larga temporada. Un vecino se cruzó con ellos en el portal y más tarde contaría a la policía que le dio la impresión de que no eran una pareja de novios por la forma en que Nagore se dirigía a su acompañante.


Yllanes estaba borracho y le costó trabajo meter la llave en la cerradura de su casa. Una vez en el piso, hablaron, se besaron y se acariciaron, según ha declarado José Diego ante la juez de instrucción número 2 de Aoiz, Estela Arellano. "Fue una cosa consentida, sin que ella pusiera ningún reparo", añadió. ¿Qué ocurrió a continuación? ¿Cuál fue la chispa que provocó que Yllanes agrediera con un objeto contundente a la muchacha? ¿Qué cables se cruzaron en el cerebro del joven médico para acabar asfixiándola y estrangulándola? "Hubo un malentendido", dijo Yllanes en su declaración. Ese "malentendido", según él, se produjo cuando la muchacha creyó que pretendía forzarla a mantener relaciones sexuales plenas.


Hubo un violentísimo forcejeo en el cuarto de baño y en el salón de la vivienda, como prueban los indicios hallados por la Policía Foral, lo que evidencia que la víctima se resistió al ataque, pese a la mayor corpulencia y fortaleza del agresor.


Al ver que la muchacha no respiraba, el presunto criminal se dio cuenta de lo que había pasado: estaba muerta. Transcurrió un buen rato sin saber qué hacer. Luego, cogió un cuchillo y le seccionó la yema del dedo índice de una mano, comprobando lo difícil que resulta cortar un miembro. Le despojó de las joyas. Y después cogió tres grandes bolsas de basura y cinta adhesiva para envolver el cuerpo y así hacer un paquete.


José Diego fue a buscar el coche de su padre, estacionado en su domicilio del número 5 de la Travesía de Acella, y lo condujo hasta el garaje de su propia vivienda. Sin que nadie le viera, bajó en el ascensor el cuerpo exánime de Nagore, sabedor de que su amigo no estaba dispuesto a ayudarle en tan siniestra tarea.


Después de cargar a la víctima en el automóvil, el supuesto homicida se dirigió a una zona boscosa próxima a Orondritz, en el valle de Erro, a unos 35 kilómetros de Pamplona, que conoce porque sus padres tienen allí una vivienda. Depositó el cadáver de la chica, vestida con el típico atuendo de los sanfermines (pantalón y camisa blancos, pañuelo rojo y una cazadora) y a unos 80 metros dejó una bolsa con las joyas de la víctima y otros objetos (entre ellos el cuchillo usado para seccionarle el dedo).


Horas después, una vecina de la zona descubrió el cadáver cuando uno de los dos perros con los que paseaba olisqueó un bulto. La mujer vio la espalda de la víctima y echó a correr al pueblo para avisar a la policía, que ya había sido también alertada por el amigo al que el psiquiatra había pedido ayuda. Inmediatamente comenzó la búsqueda del supuesto autor del crimen, que fue localizado cerca del lugar donde se deshizo del cuerpo. Angustiado por su acción, estaba decidido a no entregarse a las autoridades, y a mantenerse en el bosque y morir de inanición, según fuentes próximas a la investigación.


Tras ser puesto a disposición de la juez Arellano, José Diego prestó declaración con la asistencia del abogado Eduardo Ruiz de Erenchun. "Estuvo llorando sin parar. Reconoció los hechos y se mostró en todo momento muy arrepentido y dolorido por el mal causado", ha explicado el letrado.


José Diego Yllanes jamás había sufrido ningún tipo de alteración mental. El día del crimen bebió mucho alcohol, pero asegura que no consumió ningún tipo de drogas, "al menos de forma consciente". La abundante ingesta de ron hace que aún tenga muchas lagunas en sus recuerdos, según medios conocedores de las pesquisas.


La conducta del psiquiatra resulta incomprensible para sus compañeros de la Clínica Universitaria, que coinciden en que es un chico normal, extrovertido, inteligente, que nunca había causado problemas. Recientemente había publicado, junto con los médicos Adrián Cano Prous y Gloria Sarria Quiroga, un trabajo titulado Mejoría del dolor articular en un cuadro depresivo concomitante tratado con duloxetina.


"Un desalmado te ha separado de nosotros"
José Diego Yllanes es hijo de un neurocirujano de origen colombiano, asentado desde hace décadas en España, que trabaja en el Hospital de Navarra. Su madre es enfermera en el centro de salud Doctor San Martín. Él había decidido seguir la tradición -estaba completando el MIR- y tiene una novia que también pertenece a la profesión. La familia, de clase media-alta, muy conocida en Pamplona, está muy afectada no sólo por el encarcelamiento del joven, sino también por la muerte de la chica. "Yo quiero pedir perdón a la familia de Nagore en nombre de la familia de José Diego, que es consciente de la tragedia que se les ha venido encima", declara el abogado Eduardo Ruiz de Erenchun, defensor del presunto homicida.


Nagore Laffage era natural de Irún (Guipúzcoa). Tras acabar sus estudios en el colegio de La Salle, se trasladó a Pamplona para cursar Enfermería. Ahora había terminado el segundo curso y hacía prácticas en el departamento de Oncología de la Clínica Universitaria de Navarra.


Los padres de la joven -el pintor Txomin Laffage y Asunción Casasola- son también muy conocidos entre los iruneses, sobre todo porque Asunción es miembro de una asociación vecinal y delegada de Comisiones Obreras en una empresa de Lezo. Nagore era la segunda hija del matrimonio (tiene otro hijo mayor, Javier, de 24 años).


"Un desalmado te ha separado de nosotros, pero nunca te arrancaremos de nuestros corazones", aseguraba una esquela publicada por los tíos de la muchacha en la prensa local.


Los vecinos de la calle de Arbesko Errota, domicilio de los Laffage, aseguran que éstos están destrozados. El Ayuntamiento de Irún se personará en la causa ejerciendo la acción popular.


Los padres de la joven asesinada querían incinerar su cadáver, pero la juez instructora no lo autorizó por si fuera necesaria una segunda autopsia. No obstante, fuentes oficiales han informado de que el caso pasará a manos de un juzgado de Pamplona, al inhibirse la juez de Aoiz debido a que el homicidio se produjo en la capital navarra.

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