- Barcelona despide los Eurogames más festivos y multitudinarios
- El evento acabó atrayendo a 35.000 barceloneses, según la organización
- El País, 2008-07-28 # A. Barbieri / B. Cazorla · Barcelona
"En mi país no nos desayunamos con tanto ajo y aceitunas", decía ayer Angela, holandesa, junto al Macba. Se refería al almuerzo que despedía los Eurogames, los juegos europeos que reivindican la presencia de la identidad homosexual en el deporte. Barcelona se ha convertido en la primera ciudad del sur de Europa en albergar estos juegos y ha batido récords: 5.300 participantes de 34 países, según la organización, y 35.000 personas que se han acercado a los eventos culturales organizados en torno a la competición. Poca importancia han tenido las diferencias entre orientaciones sexuales en este acercamiento. Mucho más marcada era la línea divisoria entre la culturas de los países del norte de Europa y los del sur.
"El ambiente es sureño: distendido y poco organizado", explicaban ayer los miembros de un equipo de bolos de Francfort que han conseguido dos medallas. "Era difícil encontrar los recintos de algunas competiciones. Nosotras llegamos tarde al primer partido", añade Hilda, integrante de un equipo holandés de fútbol. Joan Miró, presidente del comité organizador del evento, relativizaba las críticas. "Más allá de las competiciones, lo que más nos importaba es el discurso pedagógico y reivindicativo que entrañan", explicaba.
En lo que coinciden todos es en alabar los eventos festivos que han acompañado el deporte. Tras la fiesta celebrada el viernes en el Poble Espanyol para reivindicar los derechos de las lesbianas, a la que acudieron 3.000 mujeres, el sábado llegó el plato fuerte. El colorido ambiente gay de Barcelona se trasladó del Gaixample al Fórum. No llegó a llenar su aforo de 6.000 personas por poco, pero la gran fiesta se alargó hasta las cuatro de la madrugada. Hubo deportistas que, pese a estar lesionados y apoyarse en muletas, no se la quisieron perder.
Los efectos de la suma de deporte y fiesta también se notaron ayer por la mañana en la última competición: una carrera de 10 kilómetros. Muchos de los inscritos -unos 800- no llegaron a la meta.
Más personas participaron al mediodía en el almuerzo y en el acto de clausura en la plaza de los Àngels. Allí, bajo un sol abrasador, la fiesta recuperó su tono más reivindicativo de la mano de la transexual Carla Antonelli y el campeón del mundo de aeróbic, Jonathan Cañada. Recordaron los países del mundo donde la homosexualidad está perseguida, y manifestaron que la normalización del hecho homosexual en el deporte profesional está lejos de conseguirse.
Una normalidad que ha reinado estos días en Barcelona. Su concejal de Deportes, Pere Alcober, admitía que "siempre se podría haber hecho más", y Miquel Torres, de la organización, explicaba: "Ha costado algún tiempo hacer llegar el mensaje del evento a los barceloneses". Pero la ciudad ha acabado acercándose a los Eurogames y contagiando su alegría sureña a los participantes.
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