2008/10/16

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  • Que no toquen nuestra ley
  • EHGAM-DOK, 2008-10-16 # Kim Pérez

El PNV, un partido de derechas, ha dicho que apoya una reforma de la Ley de Identidad de Género. El PP también lo ha dicho.


La intención de estudio de la reforma se ha aprobado por unanimidad.


Se trata de que no sea preciso hormonarse para tener el derecho al cambio legal de nombre y de sexo.


El PNV incluso justifica esa posición: "Es lo más coherente con la filosofía de la ley". Habla del sexo psicosocial, y nada más.


¡Qué raro! El PP reconoce que no hay una demanda de los colectivos interesados. O sea, no lo hemos pedido y los partidos de derechas están corriendo para darnos más de lo que hemos pedido.


El PP dice también, como señalando un problema: "¿Qué cambio se ha producido en la sociedad para cambiar una ley que fue aprobada hace sólo un año?" Pero, contradiciéndose, van de buena gana a reformarla, y no para recortarla, sino para ampliarla a tope. ¡Qué raro!


También está ERC, izquierda nacionalista, en el mismo rollo. ¿E IU, dónde está, por qué se ha sumado? Tengo que hablar con ellos. ¿Y Rosa Díez? Sólo el PSOE, autor de la Ley, acepta que se discuta, aunque con un tono poco convencido ¿Pero por qué lo acepta, entonces?


No me fío. Me parece que alguien ha tenido una inmensa capacidad de convicción, pero el tiro le ha salido por la culata; que los que hayan propuesto esta ley van por un lado y los partidos de derecha van por otro, aprovechando la oportunidad que se les presenta.


Seguramente piensan que si se hiciera así, nos encontraríamos en el futuro con un montón de problemas de sentido común. Personas nacidas varones afirman que se sienten mujeres, y sólo por eso se les reconoce legalmente la condición plena de mujeres, pero no probarían la seriedad de su reclamación ni por una hormonación ni por una cirugía parcial o total, ni querrían emprender nada de eso.


Esta posibilidad de no hormonación existe en la Ley ya para casos en que razones de salud impidan realizarla, y está bien. Tengo en la mente además a un amigo que nos demostró suficientemente que no podía y cuya seriedad y sinceridad eran palpables.


Pero el proyecto de reforma de la Ley generalizaría, y sin presentar razones, esta excepción. Ningún cambio objetivo, subjetividad plena; eso es lo que yo siento, o lo que deseo, punto. Déme usted los papeles. Y el Estado va y los da.


Voy a hacer una salvedad; he pensado que esos partidos de derechas puede que piensen, en términos cristianos: "Es que la Ley no debe favorecer actos contra natura como la hormonación o la extirpación de los genitales, y si aprobamos esto, conseguiremos que nadie se sienta obligado por la ley a hormonarse".


Puede ser, ojalá fuera verdad tanta buena fe, pero parte de una concepción errónea de lo que es contra natura y lo que es secundum natura; (yo no he ido contra la naturaleza; en mi naturaleza había un conflicto y yo lo he arreglado)


Pero me temo que ni siquiera esto. El PNV, un partido cristiano, ha mencionado, no esta filosofía, sino la de un movimiento radical de izquierdas, la teoría queer en estado puro (yo soy queer, pero de otra manera)


Ha dicho que el cambio de nombre, en realidad de sexo legal "debe pivotar sobre el sexo psicosocial y no en torno al físico". Yo alucino; ¿un partido cristiano, usando el lenguaje y los conceptos radicales? (Y no por ser más radical se tiene más razón, que muchas veces está "en el justo medio")


De nuevo, mi comentario es: ¡qué raro!


Me pongo a cavilar y pienso que a lo mejor me eqivoco, pero mi deber es avisar de un peligro que puede haber contra los y las transexuales. Supongo que todo esto puede ser maquiavélico, por parte de quienes lo han propuesto, fuera de las Cortes, y por parte de quienes lo han secundado, en las Cortes. Maquiavelo pretendía que el fin justifica los medios. Pues bien, los fines de unos y otros pueden ser los que ahora veremos, pero los medios somos los y las transexuales, es decir, parece que se trata de manejarnos o de usarnos para llegar a ciertos fines que no son los nuestros. Ya ha reconocido el PP que saben que esto no es una demanda de nuestros colectivos. ¿Entonces de quién es, a qué fines sirve fingir una atención por los y las transexuales que no corresponde con lo que necesitamos?


Por parte de los partidos de derechas, tan inesperada amabilidad, no solicitada, sería la que oculta una manzana envenenada. Puede ser que piensen que, bajo tal cobertura, pueden conseguir unas intenciones más verosímiles, que serían dejar que surjan problemas, que se multipliquen los escándalos, porque los habría ante hombres enteros y pateros reconocidos plenamente como mujeres, para que se produzca un clamor popular que ponga en cuestión la entera Ley de Identidad de Género y los derechos que hemos conseguido las personas transexuales.


Pero si no lo pensaran ahora así, y yo me estoy pasando de desconfiada, llegado el momento, producidos esos escándalos, agrandados por los medios sensacionalistas, y ellos con una mayoría absoluta, se les ocurriría entonces y lo harían. Echarían a la opinión pública contra nosotros.


Tiene razón el PNV cuando dice que esto es respetar el sexo que se siente; el sexo que llama psicosocial, usando la llamada ideología de género. Pero lo que pretende es separar por completo el sexo psicosocial del sexo físico y las personas transexuales decimos precisamente que eso no es así; que el sexo psicosocial manda y que eso se refleja precisamente en el sexo físico, de una manera u otra, pero no deja que el sexo físico siga enteramente por libre, como si fuéramos dos personas.


No tiene razón tampoco cuando dice que así se sigue más coherentemente el espíritu de la ley; no es ésta la filosofía de la ley, que ha buscado precisamente un equilibrio entre subjetividad y objetividad. Se trata de una ley equilibrada; esa intención la desequilibra.


La intención de la reforma es probablemente aplicar la teoría de género o la teoría queer, aprovechando la ley que existe para los y las trans. Pero estas teorías son teorías, que se pueden discutir y revisar, y las y los trans somos un hecho, y unas personas que podemos analizar lo que nos conviene.


Soy muy partidaria, por mi parte, de la teoría queer, pero por ejemplo mis interpretaciones son distintas de las que aquí van implícitas. Y puedo discutirlas a fondo. Estoy en contra del binarismo sexual, creo que se deben reconocer las situaciones intermedias entre A y B, pero también reconozco que existe A y B. Si a alguien que es plenamente B, se le llama plenamente A, esto no funcionará.


La Ley de Identidad de Género está hecha para personas que hemos necesitado acercarnos físicamente a A y alejarnos de B. Si se piensa en un hecho más radical, en el que no haya huella corporal del paso de A a B, que todo A pueda ser reconocido como B, entonces se quiere una interpretación particular y discutible de la teoría de género o la teoría queer.


Una ley que siga esa interpretación, distinta de la mía, o distinta de la de otra personas, puede pretender la abolición del género, mediante la fluencia de los géneros. Que nadie pueda decir "soy hombre" o "soy mujer", porque esos conceptos hayan dejado de contar en la práctica. Para que se me entienda, yo soy partidaria de la realidad: que hay hombres, hay mujeres (incluso hombres y mujeres transexuales) y hay personas intermedias como yo. Pero para resolver cuál es mi situación social, no necesito convertir a todos los demás en un puré homogéneo.


Menos soy partidaria de que la experiencia trans, que es muy concreta, pero muy variablemente interpretable, sea puesta al servicio de una opción teórica o política. Que la teoría y la política se ponen a nuestro servicio, es lo natural. Pero que alguien intente manejarnos no lo es.


En este proyecto, es curioso que se pierden de vista las necesidades específicas de las personas trans. No se valora la necesidad de un cambio corporal, mayor o menor, ni se apremia a la Seguridad Social, en cuanto a asistencia psicológica, endocrina o quirúrgica, en sus varios planos, que es lo que las personas transexuales estamos requiriendo de verdad. Todo lo que se plantea es sentimiento-cambio de papeles.


También se puede temer que, por parte de algunos haya otro equívoco. Si todo puede culminar de una manera tan sencilla, si podéis tener el cambio legal de sexo, ¿qué hacéis planteándoos la hormonación, con sus grandes consecuencias, o diversas formas de cirugía, el apoyo psicológico para emprender tan grandes cambios, por qué decís que os es necesario todo ello, por qué reclamáis la Seguridad Social? Si fuera así, curiosa demostración de lo que es pensar en la transexualidad desde fuera y no desde dentro.


Espero que la actitud del PSOE sea la que está siendo: abierto a discutir, eso siempre es sano, pero también a recordar, entender y defender su propia Ley. Me temo que en él haya en este punto dos almas, la realista y la radical, por lo que tendrá que resolver primero su propia división teórica. Espero también que hablemos con IU, y que les expongamos lo que está en juego, haciéndoles conscientes de su apoyo histórico a las personas transexuales; también hablaremos con ERC, con CiU, con CC y con Rosa Díez, en el mismo sentido; y con el PNV, con el PP, para decirles que hemos visto su extraño juego y, si tengo razón, que no hagan maquiavelismo a nuestra costa y obedezcan de una vez a sus principios cristianos.


Espero que, al cabo del año que se han dado, haya una unanimidad de los partidos, pero completamente distinta de la actual.

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