2008/03/09

> Iritzia: Nemo > UF

  • Uf
  • Dos Manzanas, 2008-03-09 # Nemo

Ya está, ya pasó. El triunfo en las generales de 2008 de ese señor que aseguraba tener “las ideas claras” pero decía “no estar en condiciones” de responder a quien le preguntaba si cercenaría los derechos y acabaría con la igualdad ante la ley de los millones de ciudadanos LGTB de este país pertenece ya al terreno de “lo que pudo haber sido y no fue”. O, en palabras del escritor Javier Marías, a “la negra espalda” del tiempo no venido y, sin embargo, pasado. Y tan negra.


Ésta es, pues, la hora de los suspiros de alivio, la hora del “uf” y el “menos mal” y el “de buena nos hemos librado”. Pero no es ésta la hora en que nuestra lucha, la lucha de las personas gais, lesbianas, bisexuales y transexuales, haya dejado de ser necesaria. Quizá esa hora no llegue jamás: no es infrecuente que las minorías tengan problemas para lograr que la mayoría social las tenga en cuenta y las respete. En todo caso, no ha llegado hoy, y me temo que ni siquiera está cerca.


En los últimos años he leído y escuchado muchas veces que, tras lograr ver reconocido el derecho de las parejas del mismo sexo al matrimonio y la adopción, la causa homosexual se había quedado sin objetivos, sin norte. Nunca lo he creído: desde el principio me pareció uno de esos tópicos huecos que a menudo se propagan como virus en nuestra sociedad mediática y a menudo frívola. Esos derechos, y la igualdad ante la ley que consagran, son una condición necesaria para avanzar en serio hacia la consecución de nuestro objetivo, que lógicamente no puede ser otro que hacer realidad la plena igualdad social con el resto de la población. Está claro que, si el primero que nos discrimina y humilla es el Estado democrático, jamás habrá manera de lograr el respeto genuino de la sociedad; pero haber logrado el fin de la injusta discriminación contra las personas homosexuales en el terreno del matrimonio y la adopción no es, ni mucho menos, el final de nuestra lucha: en realidad está más bien al principio de ésta. Y algo similar podemos decir respecto a la Ley de identidad de género en el caso de los/las transexuales.


Por otro lado, no podemos olvidar que ni siquiera con esta victoria electoral de la izquierda se consolidan definitivamente los avances logrados en la anterior legislatura: la reforma del Código civil que reconoce el derecho de las parejas homosexuales a no ser excluidas del matrimonio está aún recurrida por el PP ante el Tribunal Constitucional, y habrá que esperar a que éste se pronuncie. Por otro lado, ¿alguien cree que la Conferencia Episcopal Española, que acaba de elegir a Rouco Varela como presidente, va a dejar de predicar toda clase de calamidades para nuestro país si no se nos vuelve a marginar y excluir a los gais y lesbianas, a nuestros matrimonios y familias? ¿O que los medios de comunicación y las asociaciones dependientes de la jerarquía católica, o afines, van a dejar de inocular su homofobia a la sociedad española? En cuanto al PP, ha perdido las elecciones, es verdad, pero ha subido en escaños y votos y se ha acercado al PSOE… así que difícilmente va a interpretar estos resultados como un castigo del electorado a sus planteamientos de derecha dura y ultraconservadora. Lo más probable es que los estrategas de Génova lleguen a la conclusión de que necesitan algo más de tiempo (y, quizá, un líder con más carisma) para hacer tragar a nuestra sociedad este mismo discurso. Si es así, la ‘negra espalda’ del 9-M intentará en las próximas elecciones tomarse la revancha de la frustración de hoy, hacerse por fin realidad: nuestra realidad.


Que esto sea o no así dependerá, por supuesto, de varios factores: el contenido de la sentencia del Tribunal Constitucional puede ser, como es obvio, uno de ellos. Otro factor será el contexto internacional: cuantos más avances logre en el mundo la plena igualdad legal de las personas LGTB con el resto de la población, menos sentido parecerá tener el ponerla en cuestión en España. La reválida en las urnas lograda por el PSOE puede ayudar a que los sectores progresistas de la sociedad asuman también en otros países de nuestro entorno esta reivindicación de plena igualdad legal, del mismo modo que una derrota de Zapatero habría sido de gran ayuda a los enemigos de ésta y a los neoconservadores/neoclericales en general. Y otro factor importante puede ser el arraigo que el movimiento LGTB llegue a tener en nuestra sociedad; aunque en los últimos años hemos hecho progresos importantes en aspectos como la presencia en los medios de comunicación de nuestros colectivos y entidades, y de los asuntos referidos a nuestras necesidades y reivindicaciones, aún es poco en relación con el peso que las personas LGTB tenemos en el conjunto de la ciudadanía. Podemos y debemos movilizarnos más y mejor, y esa tarea nos incumbe a todos: a todos.


Entre los comentarios que suscitó mi última columna preelectoral en dosmanzanas.com, hubo uno –cuyo autor, un habitual de esta web, firma con el nombre árabe del filósofo persa Avicena, Ibn Sina– que resumía la situación en estos términos: “Es decir, si gana alguien que defiende nuestros derechos, hay que seguir luchando… y si gana alguien que lucha contra nuestros derechos, hay que seguir luchando. Ergo, hay que seguir luchando.” Ésa es también, a mi juicio, la mejor conclusión que podemos sacar en esta noche de elecciones: que hay que seguir luchando.

No hay comentarios: