2008/06/20

> Berria: Osasuna > OSAKIDETZA INDEMNIZARA A UNA GASTEIZTARRA A LA QUE LE DIAGNOSTICO POR ERROR LA ENFERMEDAD DEL "HOMBRE ELEFANTE"

  • "Un calvario» que ha durado 30 años"
  • Osakidetza deberá pagar 60.000 euros a una vitoriana a la que se le diagnóstico por error la enfermedad del 'hombre elefante'
  • El Diario Vasco, 2008-06-20 # F. Góngora · DV · Vitoria

El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco ha confirmado una sentencia del Juzgado de lo Contecioso Administrativo número 2 de Vitoria que condena a Osakidetza a indemnizar con 60.000 euros «por los daños morales» padecidos por Paqui Álvarez Gallego, de 53 años, nacida en León pero vitoriana de adopción, a la que se le diagnosticó por error la enfermedad de Recklinghausen o neurofibrimatosis tipo I. Durante 30 años esta mujer ha vivido «como un calvario» la angustia de pensar que sufría un mal terrible, aquel que David Lynch inmortalizó en el film "El Hombre Elefante", caracterizado por la malformación del rostro y otras partes del cuerpo hasta extremos espeluznantes: la neurofibromatosis, un conjunto de desórdenes genéticos causantes de innumerables tumores que crecen en nervios y afectan al desarrollo de los huesos o la piel


En realidad, el personaje que interpretó magistralmente John Hurt no tenía ese mal sino el síndrome de Proteo, pero así se lo hicieron saber a Paqui los pediatras del hospital vitoriano de Txagorritxu cuando su hijo cumplió 11 meses y tuvo que ser ingresado por unas extrañas manchas en 1978. «Fue un palo muy gordo, porque entonces decían que se heredaba y desde entonces siempre me sentí culpable de lo que le ocurría a mi hijo, además de esperar que a mí también me iba a ocurrir. Tras ver la película de Lynch me di cuenta de aquello en lo que nos podíamos transformar un día», cuenta la mujer «satisfecha por haber conseguido vencer a una institución intocable como Osakidetza».


A medida que fue creciendo, la vida de su hijo Jorge se complicó. Especialmente duro fue el período del colegio «cuando los compañeros le hacían el vacío total o se reían de él y le llamaban 'terminator' o 'subnormal' o no se acercaban a él «porque, le decían, eres una chatarra» ya que estaba lleno de corsés ortopédicos.


Aquella crueldad en el patio del colegio la sufrió Paqui como madre también cuando lo veía sentado y solo al lado de una valla mientras sus compañeros jugaban al fútbol. «Afortunadamente, aquello pasó y la enfermedad no se ha mostrado en la versión más dura. Cada caso es distinto, pero he tenido que pelear mucho para que tuviera una atención buena y le operaran en condiciones», relata. A pesar de las tres operaciones de columna y de la extirpación de un tumor en el cuello o que no calcifican bien sus huesos, su hijo hace una vida bastante normalizada.


«En quince minutos»
Cuando Paqui Álvarez se integró en la Asociación Española de Neurofibromatosis y miró a otros afectados se empezó a dar cuenta de que algo no encajaba. «Un neurocirujano de la asociación miró mi caso y me dijo con asombro que yo no tenía la dolencia. Así se lo hice ver a los médicos de Medicina Interna de Txagorritxu, pero el informe del primer diagnóstico pesaba mucho y nadie me hacía la pruebas pertinentes», cuenta. Cuando fue examinada en el año 2003 «en quince minutos se dieron cuenta del error».


Animada por su abogado, Ángel Sáenz de Asteasu, «que ha sido fundamental en la marcha del contencioso», según la afectada, se reclamó ante Osakidetza «que siempre trató de eludir una responsabilidad que yo siempre tuve clara».


Para el abogado, «la sentencia es importante porque es muy difícil cuantificar los daños morales. ¿Quién puede valorar el sufrimiento de tantos años, las depresiones?. Y todo 'por una falta de diligencia al diagnosticar con déficit de método y de rigor', como dice el fallo», señala el abogado. «A mí esto me ha hecho muy fuerte», concluye Paqui Álvarez.

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