2008/06/29

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  • "No me he dejado vencer por el VIH y he alcanzado mis metas"
  • Se estima que 65 mil personas viven con VIH en el país pero gracias a los avances de la ciencia han logrado llevar una vida normal, pese al rechazo, falta de apoyo del gobierno y estigmatismo de la sociedad
  • Hondudiario, 2008-06-29 # Sarahí Flores . Tegucigalpa, Honduras
Para Walter Orlando Tróchez de 25 años ser gay y vivir con VIH/Sida no ha sido obstáculo para alcanzar sus metas, a pesar del rechazo y estigma de la sociedad.

Tróchez, es un joven originario de Tela, Atlántida que al descubrir sus preferencias sexuales por personas de su mismo sexo comenzó su vida sexual activa a los 12 años.

“Viví en el closet por más de seis años hasta que me atreví a decirle a mi familia cuales eran mis preferencias sexuales a raíz de que caí en un estado depresivo porque para cumplir mis 14 años me di cuenta que era una persona viviendo con VIH/Sida”, relató el joven.

"A mis 13 años me enamoré de un joven de 19 y me entregué y él no tuvo los principios de decirme que era VIH positivo", dijo.

El hecho de comenzar a experimentar cambios corporales como calenturas, diarreas, pérdida del apetito, salpullido y debilidad, motivó a Tróchez a hacerse la prueba del VIH, con la cual se dio cuenta que estaba infectado.

“Yo trataba de esquivar la situación con mi familia hasta no tener un resultado, pero ir a un laboratorio privado implicaba esperar un mes para obtenerlo”.

Debido a lo anterior, Tróchez decidió chequearse de manera clandestina en la clínica de un amigo que también era gay, quien al examinarlo detectó que los síntomas eran de una persona infectada con VIH.

Para no especular en cuanto a la salud de su paciente, en este caso Tróchez el médico decidió remitirlo inmediatamente a un laboratorio para que le realizaran la prueba del VIH/Sida.

“Me fui ha hacer el examen y no aguanté la curiosidad y le pedí a la encargada del laboratorio que priorizara en mí, el siguiente día me entregó el resultado y estaba con temor. No me lo querían dar porque el médico tenía que verlo primero, pero la presioné y cuando vi que el resultado era positivo, ella empezó a llorar y me dijo la vida sigue tienes que cuidarte y vas a durar mucho”.

Además de conocer la noticia que era VIH positivo Tróchez, se enteró a través de un hemograma que tenía sífilis en un 98.8 por ciento.

"Eso era de alta peligrosidad par mi salud porque podría haber sufrido un ataque al corazón, pérdida de la vista u otro ataque adverso a raíz de la sífilis, me sentí tembloroso con miedo por lo que iba decir mi familia", apuntó.

En vista de la situación, Tróchez acudió a un tío a quien le confió el problema y éste en un principio le manifestó su apoyo, pero después se encargó de divulgar la situación a los vecinos y amigos cercanos a la familia.

"Cuando la gente se dio cuenta que tenía VIH me excluían de reuniones, no me hablaban, en las calles me miraban mal y lo que más me dolía es que miraban mal a mi abuela y mi hermanita", lamentó.

Este rechazo social, orilló al joven a abandonar sus estudios y alejarse de su familia por la falta de trabajo entre otros problemas.

“Mi madre murió hace 17 años cuando yo era un niño y mi abuela fue la encargada de criarme, pero cuando mi papá se dio cuenta que tenía Sida me apoyó en un principio, pero después comenzó a especular de que yo era gay porque creía que somos los únicos que nos contagiamos”.

El padre de Tróchez, quien sustentaba económicamente a su abuela cuando se dio cuenta que su hijo era gay le corto la ayuda argumentando que ella tenía la culpa de su situación. "Eso me dolió mucho porque tuve que ver a mi abuela y hermana aguantar hambre, situación que la obligó a vender sus pertenencias para poder subsistir".

El entrevistado, dijo que lo anterior lo motivó a venir a Tegucigalpa aún sin conocer a nadie. “Logré dar con una tía quien me dio posada, pero mi estado físico estaba mal debido a la mala alimentación y haber dejado mi tratamiento médico, comencé a perder peso y ella comenzó a sospechar y no se como averiguo, pero al darse cuenta me corrió de su casa por considerarme un peligro para sus hijos".

"Tuve que pedirle posada a una señora porque no tenía trabajo ni dinero. Un señor me dio trabajo en un taller de mecánica, pero sólo dure dos días porque mi estado físico era preocupante no tenía ropa y lo que buscaba era el tiempo de comida".

Una noche – relató el joven- pase muy mal vomitando sangre, me sentía débil y a las cinco de la mañana que me levanté salí y agarre un bus y llegué al centro a la Asociación Nacional de Personas Viviendo con VIH/ Sida a buscar ayuda pero sólo me dijeron que fuera al centro de salud Alonso Suazo.

"Una doctora me atendió y me aplicó el medicamento requerido, pero lo que yo quería era estar en una cama porque me estaba muriendo", acotó.

Según Tróchez, llegar a Tegucigalpa cambiaría su vida, pero se encontró con la difícil realidad que era todo lo contrario, dado a la falta de apoyo de su familia y la dura situación económica que enfrentaba debido a la falta de trabajo.

“La doctora me regaló 100 lempiras para comer y trasladarme al taller donde estaba viviendo, además tenía que recibir atención médica diaria para controlarme la bacteria de la sífilis”.

Tróchez, estuvo en una casa para personas viviendo con VIH/ Sida por ocho meses en vista a su estado crítico de salud, donde fue integrado a programas sociales y compartió su testimonio con otros jóvenes.

“De ahí vi la necesidad de hacerme público para que otros jóvenes que viven o no con VIH/ Sida salgan de la ignorancia que muchas veces los pone en peligro”, declaró.

La abuela de Tróchez, murió el año pasado y en ese momento el joven entró en un estado depresivo, pero con el apoyo de sus amigos y su trabajo está tratando de sobrellevar la situación.

Según Trochez, el hecho de alguien sea VIH positivo no significa que va a morir de la pandemia, considerando que existen medicamentos que si se aplican adecuadamente controlan muy bien la enfermedad.

Actualmente, Tróchez vive con un grupo de activistas voluntarios del Colectivo Violeta quienes lo apoyan y sustentan para salir adelante.

“Yo he vivido en carne propia la discriminación no sólo de la sociedad en general, sino también de la comunidad LGTBI o sea los compañeros lesbianas, gays, travestis, bisexuales e intersex”.

Según el entrevistado, lo anterior se debe a que sus compañeros piensan que al reconocer públicamente que es gay y vive con VIH/Sida pone en mal a los demás homosexuales.

“No hemos tenido el apoyo al 100 por ciento del Programa de las Naciones Unidas como hubiésemos querido pero el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH- Sida (Onusida) ha jugado un papel estratégico en el tema de acompañamiento y ha dicho presente”, indicó.

“Nosotros quisiéramos que el complejo de Naciones Unidas aplicara lo que en realidad pregona, pero lastimosamente en el país son pocos los donantes”, estimó.

En la actualidad, Tróchez trabaja con jóvenes infectados y no con VIH/sida brindando consejería y enseñándoles que esta enfermedad no es un obstáculo para lograr las metas.

Tróchez, tiene una vida sexual activa, “pero yo me cuido por una reinfección y soy responsable en cuanto a mi sexualidad, cuido a mi pareja usando condón e informándoles en algunos casos mi situación”.

Al igual que Tróchez, se estima que 65 mil personas viven con VIH en el país, pero gracias a los avances de la ciencia han logrado llevar una vida normal, pese al rechazo, falta de apoyo del gobierno y estigmatismo de la sociedad.

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