- El número de menores en riesgo acogidos por la Diputación ha crecido un 50% en un año
- 375 niños y adolescentes, de ellos 215 guipuzcoanos y el resto extranjeros, viven en pisos de acogida. La red de viviendas se ampliará este año en diez centros, que se unirán a los cuarenta en marcha
- El Diario Vasco, 2008-07-27 # Ane Urdangarín · DV · San Sebastián
Todos los niños deberían vivir una infancia feliz pero, desgraciadamente, algunos se ven privados del calor de un hogar, del cariño de los padres o de los juegos con hermanos y amigos. Esta realidad no es ajena a Gipuzkoa, donde los datos referidos a menores en situación de riesgo atendidos por la Diputación no paran de crecer. Si en 2007 fueron un total de 1.350, en los primeros cinco meses de este año ya se han contabilizado 1.285. Desde la Dirección de Infancia y Juventud especifican que algunos de estos niños y adolescentes vienen siendo atendidos de años anteriores, pero las cifras de nuevas incorporaciones corroboran esta tendencia al alza. Así, la institución foral ha acogido entre enero y mayo a 303 menores nuevos, lo que supone un crecimiento aproximado del 50% respecto al mismo periodo del año pasado. Y las previsiones hablan de unos 725 menores para fin de año, 245 más que en 2007.
La llegada de menores extranjeros no acompañados explica este fenómeno. Pero sólo en parte. «Es cierto que están llegando más y que hay un incremento importante respecto a años anteriores, pero el aumento también se está dando con menores guipuzcoanos», asegura José Ignacio Insausti, director foral de Infancia y Juventud.
De los menores que actualmente viven en pisos de acogida, 215 son guipuzcoanos -45 tienen de 0 a 10 años- y 160, extranjeros. En lo que va de año han residido en estas viviendas casi 600 chavales, «de los cuales el 60% son guipuzcoanos», apostilla Insausti, quien subraya un dato significativo: 34 bebés guipuzcoanos que aún no han cumplidos los 3 años residen en estas viviendas forales porque su familia es incapaz de ofrecerles los cuidados que requieren.
Gipuzkoa cuenta en la actualidad con 40 pisos de acogida para estos menores, una cifra que se incrementará este año con otras 10 viviendas, lo que requerirá una inversión cercana a los siete millones de euros.
Salvo alguna excepción, estas casas estarán situadas en núcleos urbanos, tal y como establece el extenso decreto del Gobierno Vasco que se publicará a inicios de agosto y que viene a unificar los distintos criterios y ritmos de las tres diputaciones vascas, que tendrán cuatro años para adecuar los centros de menores, acabar con la masificación y ajustar los ratios de cuidadores.
Un proyecto educativo
La directora de Bienestar Social del Gobierno Vasco, Elena Ayarza, explica que este decreto, que ha salido adelante con un «alto grado de consenso», recoge un abanico de recursos capaz de atender las necesidades de distintos menores, «porque no es lo mismo un niño de 5 años que un chaval de 17». Eso sí, siempre pensados en su vertiente educativa.
Por ello, en el texto se especifica que, a excepción de los centros para chavales con trastornos de conducta, estos pisos no pueden estar aislados. «Si lo que queremos es que los menores en situación de desprotección lleven una vida lo más integrada y normalizada posible, haremos lo que hacemos con nuestros hijos: que puedan salir a la calle, que se encuentren con otros, que vayan a la escuela o al centro educativo del barrio o el más cercano... Y eso, si los pones en la punta del monte, no es fácil».
El decreto no distingue entre niños y adolescentes extranjeros y autóctonos, «porque prevalece la condición de menor. Hay que salvaguardar sus derechos como tal por encima de cualquier otra consideración». Lo que sí se diferencian son las necesidades, «y no es lo mismo que nos encontremos con un adolescente sin escolarizar que a un niño de 8 años que va a clase y que incluso puede contar con determinada red familiar y que, por ejemplo, los fines de semana pueda ir a casa de unos tíos».
Las nuevas directrices, en cuya elaboración han participado las diputaciones, hablan de cuatro 'programas' o recursos generales: el de acogida de urgencia, el básico general, el de emancipación a partir de los 14 años y el de emancipación a partir de los 16 años. También contempla otros dos tipos de viviendas especializadas para atender a adolescentes con problemas de conducta y programas no obligatorios para adolescentes embarazadas, que hayan sido madres o con bebés de 0 a 3 años.
En el caso de los pisos para menores con problemas de conducta se realiza una excepción y los centros no tienen por qué situarse en núcleos urbanos. La Diputación de Gipuzkoa tiene prevista la apertura de una vivienda de este tipo y José Ignacio Insausti asegura que ningún ciudadano «se va a encontrar junto a su casa con un centro especializado».
El rechazo vecinal hacia los centros de menores está provocando no pocas dificultades para la puesta en marcha de los pisos de acogida, algo de lo que son conscientes en el Gobierno Vasco. «Tiene mucho que ver con la amplificación de ciertos episodios que existen, que han existido y seguirán existiendo. Son episodios en los que están implicados un número muy reducido de estos menores, pero como se destaca eso, se tiende a generar la imagen de que un centro de menores, y ya no se pregunta si son extranjeros o no, es fuente de conflicto. Por lo tanto, de la misma forma que las colectividades nos negamos a que nos pongan un tanatorio al lado de casa, tampoco queremos un recurso para menores».
- Centros de acogida
- El nuevo decreto del Gobierno Vasco establece distintos programas de acogimiento de menores desprotegidos. Estos son los obligatorios.
- Programas generales
- Acogida de urgencia: Para niños y adolescentes, de cualquier edad y cualquiera que sea su origen. La permanencia en este programa será, preferentemente, inferior a 60 días.
- Básico general: Para niños y adolescentes de entre 4 y 18 años, cualquiera que sea su origen. El límite inferior de edad deberá flexibilizarse cuando se trata de hermanos.
- Preparación a la emancipación: A partir de 14 años. Idóneo para adolescentes que ingresan a una edad muy tardía en la red de protección y adolescentes para los que no se prevé un regreso al núcleo familiar.
- Preparación a la emancipación: A partir de 16 años.
- Estos centros deberán estar ubicados en núcleos urbanos.
- Programas especializados
- Adolescentes con problemas de conducta: Para adolescentes entre 13 y 18 años, cualquiera que sea su origen, que presenten conductas particularmente disruptivas que hagan inviable su atención en el programa básico general.
- Apoyo intensivo : Programa especializado de apoyo intensivo a adolescentes entre 13 y 18 años, cualquiera que sea su origen, que presenten conductas reiteradas y gravemente antisociales que supongan un riesgo evidente de daños o perjuicios graves a sí mismos o a terceros.
- José Ignacio Insausti · Director Foral de Infancia y Juventud
- «Es necesaria la solidaridad de todos los guipuzcoanos para ayudar a estos niños»
- Espera que el rechazo social no dificulte aún más la vida tan dura de los menores
- El Diario Vasco, 2008-08-27 # A.U.
Elogia el «ímprobo» trabajo que realizan los educadores y los técnicos que se ocupan de procurar la mejor atención a los menores que viven en pisos de acogida forales. Y a pesar de todos los obstáculos, el director de Infancia y Juventud se muestra optimista y recuerda que «sin la solidaridad guipuzcoana difícilmente vamos a poder mejorar» la situación de estos niños y adolescentes con episodios vitales tan duros. «Si el objetivo es tener una sociedad desarrollada, ¿cómo no vamos a trabajar con estos niños?», se pregunta, mientras recuerda que hacen falta familias de acogida para estos niños.
- ¿Está Gipuzkoa preparada para adaptarse al nuevo decreto sobre centros de menores?
- Venimos trabajando en esa línea y más o menos lo estamos aplicando, aunque hay aspectos que hay actualizar, como el ratio de educadores.
- Estos pisos deberán ubicarse en núcleos urbanos, donde tienen que sortear el rechazo vecinal.
- Es un handicap, pero apelo a la solidaridad guipuzcoana en general y a las instituciones en particular para que no se entorpezca el camino que posibilite los recursos necesarios para la atención adecuada a estas personas que viven situaciones muy difíciles, y que no lo vayamos a dificultar aún más con el rechazo social. Quiero creer que la sociedad guipuzcoana va a responder positivamente ante esta realidad.
- Una realidad que habla de cada vez más menores en situación de desprotección.
- Y no sólo de niños y adolescentes extranjeros, como se pueda pensar, sino que se están viviendo situaciones de menores guipuzcoanos que necesitan una vivienda y una intervención educativa específica que debe ofrecerle la Diputación. El problema con el que nos encontramos es que no es fácil, porque a la ciudadanía guipuzcoana le resulta muy duro que esos recursos puedan estar cerca de sus casas.
- Las cifras de menores, como la de los bebés, son llamativas.
- Pueden parecer incluso alarmantes, pero las miro con sentido positivo, porque no significa que antes no existieran esos casos, sino que no había suficiente sensibilización para ponerlo en conocimiento de las instituciones competentes. A este nivel, bienvenido sea que salgan a la luz todas estas situaciones tan duras, de menores sometidos a maltrato físico, psicológico, abuso sexual... Que esto aflore es positivo, porque lo que hoy no hagamos con estos niños, mañana va a ser tarde. Hay que tener en cuenta el perjuicio que puede causar en el futuro la no intervención, y va a ser la propia sociedad la que nos demande adoptar medidas cuando ahora estamos teniendo dificultades para poder posibilitar esos recursos de viviendas para atender a estos niños. Y en esto no diferencio entre niños autóctonos y extranjeros, porque al final estamos hablando de un colectivo que ha pasado por situaciones durísimas.
- Algunos de estos chicos han provocado serios incidentes.
- Entiendo que pueda haber una preocupación y que se generen inquietudes, porque quién más quien menos tiene hijos y sobrinos, pero pongámonos en el papel de todos estos menores. Cierto es que algunos generan problemas. Pero pregunto lo siguiente: si nosotros, los adultos, pasáramos por la mitad de lo que han pasado ellos, ¿cómo estaríamos? A nosotros nos corresponde dar la protección necesaria para que estos menores tengan el día de mañana un proyecto de vida adecuado. Es una tarea difícil y a la vez gratificante, porque conocemos las situaciones conflictivas y desgraciadamente eso es lo que trasciende, pero son muchos los casos de menores que han estado bajo nuestra tutela y hoy en día tienen un proyecto de vida encauzado.
- El último incidente se registró en una pensión de Lazkao. El decreto del Gobierno Vasco prohibe específicamente este tipo de alojamiento.
- Es la pescadilla que se muerde la cola. Desde el momento en que se me presenta un caso de urgencia con menores autóctonos o extranjeros les tengo que dar un cobijo y no estoy dispuesto a tenerlos hacinados y durmiendo en colchones en el suelo en los centros de acogida. Creo que ningún padre querría eso para sus hijos. Por eso estamos ampliando la red de viviendas.
- ¿Cuál es la relación de la Diputación con los ayuntamientos en los que se ubican estos pisos?
- Nos vamos poniendo en contacto con los ayuntamientos, con el alcalde, con el resto de grupos políticos e incluso con los vecinos, con los que me he reunido fundamentalmente para recibir quejas, pero al final estoy seguro de que la cordura y la solidaridad prevalecerán. Tengo intención de solicitar una reunión con Eudel para que podamos tener una relación estrecha y fluida, porque el sistema de protección requiere una coordinación interinstitucional para ofrecer protección y programas educativos, sanitarios... a estos menores. Espero que seamos capaces de crear una mesa de trabajo entre Eudel y la Diputación.
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