2008/07/29

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  • Acabemos la discriminación contra transgéneros
  • El Diario NY, 2008-07-29 # National Gay and Lesbian Task Force Action Fund

Recientemente, Angie Zapata, una mujer latina transgénero de 18 años, fue asesinada brutalmente en su apartamento en Colorado. En vida, Angie fue hostigada frecuentemente, dijeron sus familiares y amigos; su muerte pudo haber sido una manifestación de prejuicio en su forma más extrema.


Desafortunadamente, la discriminación en contra de las Angies del mundo es una dolorosa realidad, una que destaca una necesidad y nos presenta una oportunidad. La necesidad es asegurarnos de que las personas vivan libres de discriminación; la oportunidad es educar a nuestras familias, amigos y vecinos sobre la importancia de respetar a los demás seres humanos, sus identidades y sus vidas. También debemos educar a los legisladores para que prohíban la discriminación basada en la identidad de género de una persona.


Un buen paso en la dirección correcta se tomó hace algunas semanas, cuando el Sub-Comité sobre Salud, Empleo, Trabajo y Pensiones de la Cámara federal sostuvo la primera vista congresional sobre discriminación en contra de las personas transgéneros en el empleo. Miembros del Congreso escucharon de primera mano las devastadoras historias experimentadas por personas transgéneros. También escucharon las estadísticas abominables que demuestran a nivel nacional que más del 37 por ciento de las personas transgéneros han experimentado discriminación en el empleo.


La discriminación contra las personas transgéneros está muy arraigada, y las leyes y normas patronales son insuficientes para proteger sus derechos. Por demasiado tiempo, las personas transgéneros han vivido con el temor de perder su empleo simplemente por ser quienes son. Esta vista congresional marcó un paso crucial en atender esta tragedia de una vez y para siempre. Urgimos a los congresistas a que establezcan protecciones federales en el empleo basadas en la orientación sexual y la identidad de género.


La discriminación en el empleo — así como la discriminación en muchas otras facetas de la vida — es la más básica y problemática señal de una sociedad que aún permite el que seres humanos sean tratados injustamente por ser quienes son. En vida, Angie experimentó hostigamiento por su identidad de género; la transfobia pudo haber sido un factor determinante en su muerte. Claramente, la transfobia en muchos niveles aún está arraigada en nuestra sociedad, y tienen que llegar a su fin.


Angie fue afortunada de contar con el amor y la aceptación de su familia. En reportes de prensa, los padres y hermanas de Angie indicaron que la aceptaron totalmente como una mujer. Su hermana Stephanie indicó, “Amaba a mi hermana, era mi ángel”. Su otra hermana Mónica, fungiendo como portavoz familiar, añadió, “Queremos que la comunidad se involucre y encontremos a esta persona que hirió a mi hermana y que todo el mundo sepa que lo único que ella quería era ser preciosa. Queremos que esta violencia termine. Las personas transgéneros merecen ser tratadas con respeto”.


Respeto, sin lugar a dudas. Respeto que viene con la protección contra la discriminación. Respeto que viene de un gobierno que les muestra a sus ciudadanos que el prejuicio y la intolerancia no serán aceptados. Respeto que viene del amor de una familia que entiende que la búsqueda de la felicidad no es una teoría, tiene que ponerse en práctica. Respeto que viene de valorar nuestra humanidad compartida.


En honor a Angie y a las innumerables personas transgéneros que han sufrido del odio, la intolerancia y la discriminación, empecemos por asegurar que reciban los derechos básicos de trabajar y vivir en una sociedad que se jacta de ser el epítome de la libertad.

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