2008/08/07

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  • Tras perder un hijo por su homofobia, Rosa se volvió activista contra el VIH
  • La Jornada, 2008-08-07 # Mariana Norandi

Rosa Feijoo, quien tras haber rechazado durante años la homosexualidad de su hijo, es hoy una destacada activista en la lucha contra del VIH y en defensa de la diversidad sexual. Recuerda: “Si yo no hubiera vivido en un hogar homofóbico, mi hijo no hubiera muerto de sida”,


Al participar en la 17 Conferencia Internacional sobre el VIH/sida, Feijoo explicó que con su caso, el cual está plasmado en el libro de su autoría Sida: testimonio de una madre, busca incidir en el apoyo de padres a hijos homosexuales, lesbianas, bisexuales o transgéneros para evitar “sufrimientos innecesarios y protegerlos contra el VIH”.


La presidenta de la Fundación hacia un Sentido de la Vida, de Xalapa, Veracruz, comentó que cuando conoció la orientación sexual de su hijo, radicaba en Perú, donde vivía con su marido, un diplomático de ese país. Al enterarse de la condición de José Octavio, como se llamaba su hijo, viajó a la ciudad de México para reunirse con él y someterlo a un tratamiento sicológico “para que se le quitara lo homosexual”.


“Desayunamos juntos y para mí era un extraño, no podía mirarle directamente a los ojos ni hablar con él. Sentía vergüenza ajena. Le ofrecí pagarle un viaje a España para que se rencontrara con una amiga que él quería mucho, pensando que con ella se le iba a quitar lo homosexual, pero lo único que conseguí fue que fuera al sicólogo”.


A raíz de un sarcoma de kaposi (tumor maligno asociado al VIH) que le apareció a José Octavio en la boca, su madre supo de que tenía VIH. Ingresó a un hospital de la ciudad de México y dos meses después, el 22 de febrero de 1983, falleció a los 27 años.


Tiempo más tarde, Rosa Feijoo inició en el activismo; sin embargo, educada en un ambiente homofóbico, reconoce que no se podía liberar de “un sentimiento de culpa por la homosexualidad de su hijo”. Hasta que una vez, abordando el tema con una contertulia de un programa de televisión, ésta le preguntó: “¿Por qué eres heterosexual?”, y no supo qué contestar.


“Ahí me cayó el veinte de que la homosexualidad no tiene una causa, se es o no se es, lo importante es el respeto. Me di cuenta de cuánto sufrimiento vivió mi familia y mi hijo por algo que no existe, tal vez si yo no me hubiera criado en un hogar homofóbico, donde se hacían chistes de gays, mi hijo hubiera hablado con su familia sobre su sexualidad y no hubiera corrido a refugiarse a antros indeseables donde encontró la muerte”.

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