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• Stop mundial al sida
• Noticias de Gipuzkoa, 2008-08-04

Por primera vez, un país latinoamericano, México, ha acogido una cumbre mundial sobre el sida en el que personas expertas, políticos, oenegés y responsables de los programas de prevención de la ONU analizan el momento en el que se encuentra una enfermedad que se ha convertido en una pandemia en algunos continentes y cuyas consecuencias están afectando incluso a los niveles de desarrollo de algunos países. El propio Nelson Mandela ha llegado a afirmar que el sida está provocando un auténtico genocidio en Sudáfrica, efectos dramáticos que no son ajenos a la falta de campañas de prevención y a la demagogia con la que durante años se ha gestionado este asunto en aquel país. La XVII Conferencia Internacional de México se ha planteado como objetivo primordial potenciar las medidas de prevención, objetivo fundamental para atajar la extensión del sida, y reflexionar sobre el papel de las mujeres, ya que la enfermedad está aumentando de forma alarmante en este sector de la población al ser tres veces más vulnerable que los hombres a la infección del VIH. Pero es difícil, por no decir imposible, avanzar en cualquier objetivo relacionado con este asunto sin hacer referencia a los recursos que deberían destinarse a combatirla. Pero el sida no es una enfermedad cualquiera; existe un componente social y moral, con prejuicios y estigmas de por medio, que arrastra cualquier análisis objetivo o estrategia de prevención. Puede que éste no sea un dato fundamental en Occidente, pero sí lo es en el resto del mundo. Desde sectores religiosos y posicionamientos morales más variopintos -la Iglesia católica y los mensajes del Papa Benedicto XVI ejercen también una nefasta influencia en este sentido- aún existen fuertes reticencias para afrontar la realidad y admitir sin tapujos las estrategias de prevención. Mientras, y aún a riesgo de crear el efecto negativo de suponer que la enfermedad está bajo control y por lo tanto, se puede bajar la guardia, también se deben destacar las noticias positivas. Como la eficacia de los medicamentos antirretrovirales y el haber bajado por primera vez de los dos millones de fallecimientos al año. Todo lo demás sigue representando un inmenso reto, porque los contagios no se han frenado, ni siquiera en los países ricos.