- Sexualidad a partir de los 60
- Gara, 2008-01-08 # Isabel Pozueta / Rocio Ibáñez · Sexólogas de Biok
Estamos acostumbrados a referirnos a la vivencia de la sexualidad en edades de juventud, una sexualidad productivista propia del sistema en el que vivimos, donde se valora la cantidad mucho más que la calidad
Si cogemos un recipiente de yogur y miramos en su tapa, claramente observamos el epígrafe «fecha de caducidad»: día, mes y hora. Nos han informado -y la mayoría hemos asumido- de que ese producto estará en buen estado para ser consumido, que mantendrá su sabor y textura hasta el 9 de enero de 08, por decir algo, y a partir de las 15.47 de ese día el yogur ya no será apto para el consumo bajo el riesgo de una gastroenteritis o algo más. Los yogures son retirados de las baldas de los «súper» días antes de esta fecha, si están caducados no sirven.
¿Qué tienen que ver los yogures con el deseo, la fantasía...? Durante estos dos últimos meses hemos tenido la suerte de compartir unas horas de la tarde con cerca de un millar de mujeres y hombres que acuden a los clubes de jubilados y jubiladas de Iruñea y comarca. Nos hemos acercado a sus espacios de ocio para compartir experiencias de vida y reflexionar en torno a la vivencia de la sexualidad a partir de los 60, y el «efecto yogur» que se muestra en nuestra sociedad occidental era patente.
¿En que se concreta este efecto? Estamos acostumbrados a referirnos a la vivencia de la sexualidad de mujeres y hombres en edades de juventud, alargándose algo más para los hombres que para las mujeres. Una sexualidad productivista propia del sistema en el que vivimos, donde se valora la cantidad (de conductas, de coitos, de orgasmos, de posturas, de compañeros o compañeras, artilugios para conseguir placer en poco tiempo...), mucho más que la calidad (satisfacción, emociones agradables, sentimientos...). Este tipo de sexualidad productivista tiene fecha de caducidad y poco que ver con la sexualidad que vivimos la gran mayoría mujeres y hombres y menos a medida que vamos cumpliendo años.
Desde nuestro planteamiento sexológico hemos aportado otro discurso, hemos hablado del valor de sentirse y de vivirse como mujer, como hombre, con deseos diferentes, deseo de estar acompañados, de ser valorada por lo que se es, sentir deseo de tocar piel y de ser tocado, acariciadas, posibilidad de fantasear por fantasear con lo que en su día viví, actualmente vivo y deseo vivir. Aspectos de la sexualidad que tienen que ver con la edad, porque vamos aportando vivencias y experiencias, en los que el cumplir años no supone llegar a la fecha de caducidad, es decir, del fin. No tienen edad de caducidad ni de límite. Aspectos de una sexualidad infravalorada y no reconocida en el «modelo juvenil» que se impone.
Ejemplos de esa falta de reconocimiento quedan patentes en hechos como que habitualmente no se informe por parte de los profesionales sanitarios de los efectos secundarios en su sexualidad de los fármacos que se están prescribiendo cuando dichos efectos afectan seriamente a su calidad de vida, que no se reconozca la intimidad necesaria en espacios que comparten en instituciones o familia para poder cultivar aspectos de su sexualidad: autoerotismo, fantasía, sexualidad compartida..., o que la homosexualidad ni se nombre «ni exista a estas edades».
Mujeres y hombres que hablan de una educación sexual prohibitiva, tabuizada, del silencio en sus años de infancia, juventud y adultez, que se encuentran desorientados en la realidad del siglo XXI llevada totalmente al otro extremo de la permisividad, obligación y rendimiento. Y que agradecen la posibilidad que se les brinda en estas tardes de invierno para hablar de su pasado, de su presente y su futuro respecto a la sexualidad, algo con tanto valor en su larga vida.
Reconociendo que lo que está caduco es un modelo de sexualidad que no corresponde con la gran diversidad de mujeres y hombres, con pareja o sin ella, con y sin discapacidades, con un color de piel u otro, con orientación del deseo homosexual o heterosexual, en cualquier edad y momento del ciclo vital. El reconocimiento a la diversidad más diversa de las sexualidades.
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