2008/04/15

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  • Congresista Juan David Perry: "Los homosexuales se pueden restaurar"
  • Orbita, 2008-04-15 # Esther Vargas · Lima, Perú

Juan David Perry es un buen tipo o así lo parece. Si lo hubiera conocido antes, otra quizás sería mi historia, pero recién en noviembre me enteré de su existencia. El mail que mandó a fines de ese mes era imposible de eliminar: "Los homosexuales se pueden restaurar", decía. Lo firmaba Juan David Perry, psicólogo, pastor y congresista de la República.


Es un hombre amable, de maneras finas, capaz de distraer tus ojos con el brillo de su pesado anillo de oro. Bebe un jugo de piña y me mira con atención, casi intrigado.


Dígame congresista, ¿es cierto que los homosexuales se pueden restaurar? Se puede. Mi experiencia, de 24 años en el pastorado, me lo ha demostrado. He tenido muchos miembros homosexuales dentro de la Iglesia. Los he tratado y puedo decir que estas personas sí cambian. Incluso han llegado a casarse. A tres he casado. Todo ser humano puede cambiar.


Perry es casi el marido que toda mujer quisiera tener, incluso yo. Dice que cuando va por la calle y un escote se le cruza, mira y aprecia, pero nada más, porque es un tipo respetuoso, esencialmente fiel. Perry no ve películas porno, pero cuando ha hecho zapping -en su tele con cable- se ha topado con una escena XXX y ha cambiado al toque de canal.


Perry ha visto curas gays, en su época de seminarista, pero en el Congreso todavía no se ha chocado con ningún colega torcido. "Al menos, no me he dado cuenta", dice, sonriendo, mientras su asesor suelta una risa más sonora. Perry tampoco conoce periodistas con ese "problema". Así llama al asunto de la homosexualidad. Luego rectifica y aclara que no es un problema sino "algo que tenemos que ayudar".


Usted dice que los homosexuales no son felices, ¿pero acaso los heterosexuales lo son? Es que al homosexual la sociedad lo señala. La ley puede apoyarlos, pero la realidad en la calle es muy distinta. El heterosexual no tiene ese inconveniente.


¿Tiene otros?
Pero más sencillos de resolver.


Dice Perry -con indisimulable orgullo- que ha restaurado a 10 gays, tres se casaron en su iglesia y siete han cambiado su estilo de vida. A uno de ellos lo conoció en una peluquería. ¿Y usted iba a la peluquería gay?, "Claro, siempre iba", responde. Entre corte y corte, Perry lo convenció del camino que debía seguir. Sin embargo, "fue demasiado tarde, porque murió de sida". Tengo dos amigas lesbianas que no son muy felices. Me encantaría invitarlas a restaurarse.


¿Cuánto tiempo dura el arreglo? En realidad, seis meses, un año. Tuve un caso especial de dos años.


¿Nunca falla? Dios no falla.


Pero, ¿cómo lo hace?
Mire, primero hay que darle mucha atención, mucho tiempo. Yo suelo invitar a estas personas, de repente, a comer un helado, a conversar. Hago amistad. Así la persona ve que uno está abierto. Quizás la llevo a mi casa, mi esposa y mis hijos le dan la mejor atención. Poco a poco. Es una persona que necesita cariño y se lo damos. El amor de Dios todo lo puede.


¿A usted le encantaría encabezar una cruzada para restaurar gays y lesbianas a nivel nacional? Por supuesto, pero sin discriminar y señalar. Son seres humanos que necesitan más amor que otras personas.


En 1973, la Asociación Americana de Psiquiatría decidió eliminar la homosexualidad del Manual de Diagnóstico de los Trastornos Mentales y, en 1990, la Organización Mundial de la Salud hizo lo mismo. ¿Por qué se empeñan ciertas personas en considerar a los gays y lesbianas como seres enfermos? Hay que ver quién soy yo. Yo soy pastor, hace 24 años soy pastor. Predico la palabra de Dios. Respeto la Biblia, la cual dice que Dios creó al hombre y a la mujer, y los puso con una finalidad en el mundo: para que se multipliquen. No hay otra opción. Cuando veo a otras personas con otros deseos, yo trato de llegar a ellas para decirles que Dios creo varón y hembra. Nada más.


Es una visión bastante cerrada para un psicólogo. Soy un pastor también.


Se dice que más del 10% de la población es evangélica y que un 10% también es gay. (Perry corrige: dice que el 15% es evangélico). Es una cifra importante, ¿no le parece? Puede ser.


¿No teme que se le tilde de retrógrado por estas ideas? Entiendo que puedo ser rechazado. Pero, como pastor y congresista, uno está preparado. Algunos me ven como un tipo raro, pero no es así. ¿Me ve raro?


Francamente no. Uno aprende a ser tolerante. De eso se trata, de la tolerancia y del respeto. Tengo derecho a pensar distinto.


Perry se opone al matrimonio gay, a la adopción, a los anticonceptivos (sobre todo los abortivos, léase 'píldora del día siguiente') y al aborto. Mi hijo de 13 años llegó el otro día con condones del colegio. ¿Cómo pueden repartir preservativos en las escuelas? No estoy de acuerdo.


¿Y su hijo de 21 años usará condones? (Ríe) No puedo controlar lo que hace. Yo lo he educado.


¿Tan malo es llevar un condón? No estoy en contra de su uso, pero me parece muy malo que se reparta en los planteles.


¿Por qué no fue sacerdote? Me estuve preparando en el seminario San Francisco de Asís, pero lo dejé y me fui a una iglesia evangélica. Supe que no podía mantener el celibato.


¿Las chicas eran una tentación? (Ríe) No fue por eso. Quería una familia, hijos. Pero, además, tuve experiencias ingratas. Vi cosas.


¿Curas gays?
Hay de todo. He visto, y no pocos.


¿Lo persiguen? No creo (ríe).


Si le digo que soy lesbiana y que me pongo en sus manos para la restauración, ¿qué haría?, ¿cómo sería la terapia? (Perry abre los ojos sorprendido. Guarda silencio, como si pensara: no puede ser, no puede ser). Le da un beso- responde su asesor de prensa. Perry me mira, como intentando descubrir si miento o digo la verdad.


¿Cuál sería su fórmula?
Pues, conversaríamos bastante. Dios la va a cambiar, se lo aseguro.

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