2008/02/13

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  • Islamismo y cristianismo
  • Siglo XXI, 2008-02-13 # Octavi Pereña

A algunos equipos de fútbol se les han presentado problemas cuando tienen que jugar con equipos de países musulmanes. A los islamistas les provoca revulsión la cruz. Los equipos de fútbol afectados por este repudio son el FC Barcelona y el Inter de Milán. Al primero porque en su escudo, en el recuadro de la izquierda situado en la parte de arriba, hay la cruz de San Jorge. Al segundo, porque sobre el fondo blanco de la camiseta luce una gran cruz roja.


En el caso del Inter de Milán, el abogado turco Boris Kaska ha presentado una denuncia ante la UEFA pidiendo que se sancione al club por la exhibición de la mencionada cruz “que recuerda a la de los templarios” y que a su entender “manifiesta de forma explícita la superioridad racista de una religión”. Por lo que hace al Barça, se elimina la cruz que lleva su escudo.


Carlos, un español que reside temporalmente en Riad, la capital de Arabia Saudita, explica: “Aquí no se toleran las cruces, ni la del Barça, ni ninguna…Aquí hay mucha tirada por el fútbol y por la Liga española, pero en las camisetas del Barça, que se venden con toda normalidad en las tiendas legales, la cruz ha desaparecido”.


Un caso reciente de fobia contra los cristianos lo es el de Mohammad Hegazi que se hizo cristiano hace nueve años. Se le persigue por su nueva fe porque un musulmán no puede cambiar de religión, pero si puede hacerlo el cristiano que se hace musulmán. Se le ha quemado su casa. Su padre le ha amenazado de muerte. Tiene que esconderse. Esta violencia religiosa no ocurre en Senegal, sino en Egipto. ¿Qué tiene que decir a eso el señor Zapatero con su apoteósica Alianza de las Civilizaciones? Este hecho deplorable , Kim Amor lo relata en su escrito titulado “La nueva Inquisición, persecución religiosa en un país musulmán”.


La primera reacción que puede darse ante esta situación es tildar de fanático este comportamiento. En verdad es un fanatismo que tiene su razón de ser. Para descubrir su origen hemos de retroceder unos 4000 años y encontrarnos con Abraham, personaje que las tres religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islamismo, tienen en gran estima.


Dios le había anunciado al patriarca que tendría un hijo de su esposa Sara. Pasan los años y el niño no viene. Una solución carnal se propone: Sara entrega a Abraham a su esclava egipcia Agar para que cohabite con ella. Dicho y hecho. El resultado de dicha relación sexual es que Agar concibe y da a luz un niño al que se llama Ismael. Pasan catorce años y “visitó el Señor a Sara como había dicho…Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez…Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac” (Génesis,21:1-3).


Con el nacimiento de Isaac dan comienzo los problemas domésticos. “Y vio Sara que el hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac” (Génesis,21.9). Esto puede parecernos irrelevante. Todos los padres están acostumbrados a las disputas que los hijos sostienen entre ellos. Hasta cierto punto no se le da importancia porque se sabe que al instante volverán a jugar como si nada hubiese ocurrido. Pero en el caso de Ismael las burlas que ésta hacía a su hermano no eran chiquilladas. Tienen una trascendencia de carácter espiritual. Fijémonos cómo ve el apóstol Pablo este hecho aparentemente intrascendente: “Así que, hermanos, nosotros como Isaac somos hijos de la promesa. Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre” (Génesis,4:28-31).


El Señor le dijo a Abraham: “Y también del hijo de la esclava haré una nación, porque es tu descendiente” (Génesis,21:13). Refiriéndose a su hijo Isaac, le dice:”No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva, en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia” (Génesis,21:12).


Los dos hermanos representan dos conceptos religiosos tan opuestos como la luz y la oscuridad. No tienen nada en común. No puede haber conciliación entre ellos. Las burlas que Ismael hacía a su hermano Isaac tienen un parecido con el ensañamiento que Caín sintió por su hermano Abel, porque la ofrenda de éste agradó a Dios. La ira termina en asesinato.


Ismael es el padre de los árabes de quien procede Mahoma. Es comprensible, pues, el odio que el Islam siente hacia el cristianismo. La descendencia de Ismael no puede ser aceptada por Dios porque no forma parte de la promesa de Dios que viene por la línea de Isaac. En Cristo se cumple la promesa que de la descendencia de Abraham serían benditas todas las naciones de la Tierra. Lo que la descendencia carnal de Abraham no puede obtener porque ha sido desechada por Dios, la fe en el Dios de Abraham permite a los desechados convertirse en hijos de la promesa.


A primera vista puede parecernos grotesco el revuelo que se ha montado por las camisetas de dos equipos de fútbol. Este hecho no sólo revela fanatismo, sino el profundo desprecio para todo aquello que tenga algo que ver con la cruz de Cristo. En este sentido son muy oportunas las palabras de pablo: “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden, pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” (I Corintios,1:18).

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