- Las abuelas roncalesas hacen top-less en Suecia en los años 70
- Noticias de Gipuzkoa, 2008-02-13 # Raquel Marco Landa
De haber sido cierto, hubiera sido titular seguro. Más vale que nuestras abuelas no tuvieron que emigrar tan al norte como los países nórdicos, donde la libertad individual llegó mucho antes que aquí, y el despojo de tradiciones coercitivas para con la mujer o con el ser humano en general, tuvo lugar en un tiempo anterior al nuestro.
En los años 70, viví la gran experiencia de tener una abuela maravillosa, Juana se llamaba, a la que acompañaba a pasear las gallinas, a dar sal a las vacas en las piedras del barranco de Urralegui (Navarra), o a misa a la iglesia de Urzainqui. Ella vestía siempre de negro, con una sencilla bata, casi hasta los tobillos, manga larga, medias y zapatillas negras. Cuando iba a misa siempre llevaba la mantilla roncalesa. Una mantilla de tela recia negra que le cubría la cabeza y gran parte del torso. Ésta era la imagen típica y clásica de la mujer roncalesa, rondando los 70 años, en 1977.
Imagínese el lector, que estas mujeres con su idiosincrasia, su forma de vida, sus creencias, sus miedos, su pudor tuvieran que verse obligadas a dejar su valle, su tierra, su casa, su familia para emigrar, por causas económicas o políticas a tierras lejanas donde la vida estuviera mucho más evolucionada socialmente y donde hubiera un gobernante como el Sr. Rajoy que les obligara a adoptar las costumbres del país y tuvieran que vestir de tirantes, minifalda y tanga. En fin, imagínese cómo se sentirían nuestras abuelas. Intenten ponerse en su pellejo.
Me quedé asombrada cuando el Sr. Rajoy anunció su brillante idea de hacer firmar a los inmigrantes un contrato donde se les obligara a aceptar nuestras costumbres y tradiciones. Pero más perpleja me he quedado cuando el 54 % de los entrevistados en una encuesta apoyan esta idea. Entiendo que haya gente que los inmigrantes les molesten en muchos sentidos. Pero creo que se les puede dar un trato digno, primero por humanidad y segundo, porque los necesitamos. Quién si no iba a realizar la cantidad de trabajos que hacen y que no se cubren con los efectivos nacionales.
La asimilación de la inmigración no es un proceso fácil. Nosotros mismos estábamos emigrando hace cuatro días. Tenemos la ventaja de que estamos recibiendo inmigrantes años más tarde que otros países europeos. Podemos aprender de los errores que han cometido y copiar, en la medida de lo posible, lo bueno, lo que sirvió, lo que funcionó para que los inmigrantes se integren y la población los acepte. Si no nos encontraremos con problemas de difícil solución como en Francia, en Inglaterra, en Alemania, etc.
Por supuesto que hay que desterrar y prohibir en nuestro país tradiciones como la mutilación genital, pero también luchar contra la violencia de género, que no siendo una tradición se lleva la vida de muchas personas al año, erradicar tradiciones brutales como tirar una cabra del campanario de no sé qué iglesia o ir a admirar cómo los jóvenes intentan descabezar patos con una cuerda en el puerto de Lekeitio. En fin, que nosotros también tenemos dónde mirar.
La mayoría de los inmigrantes son gente buena, que sufren por el hecho de tener que emigrar e instalarse en un país en busca de una vida mejor, en busca de comida, en busca de un futuro para ellos y para sus hijos. A la mayoría le gustaría poder volver a su tierra y a su casa y no haber tenido que emigrar. Obviamente, como en todos los sitios, hay malhechores. Afortunadamente tenemos la justicia para pararles los pies. No hay que olvidar que cuando Colón "descubrió" América, entre los conquistadores se encontraban gentes de toda calaña. Llegamos, arrasamos con la población indígena, violamos a las mujeres y niñas, robamos todo lo que pudimos y encima los evangelizamos, haciéndoles renunciar a sus creencias y convirtiéndolos a nuestra religión, que era la buena.
Los países en desarrollo necesitan un compromiso del mundo occidental meditado, estudiado, real, serio y verdadero. No nos podemos acostumbrar a verle la cara a la muerte, personificada en estos hombres, mujeres y niños que llegan a nuestras costas en pateras, los que llegan, y que su desesperación es tal que prefieren arriesgar su vida antes que morir lentamente.
A pesar de que el Sr. Rajoy dijo que el cambio climático no existía, en países como Burkina Faso y otros, el desierto avanza 1 km. al año, la falta de lluvia, falta de vegetación, de comida hace que la gente se vea obligada a dejar sus aldeas. Los países en desarrollo son los primeros en sufrir las consecuencias del cambio climático. Sin embargo, el mundo occidental es el primer responsable, por nuestras industrias, automóviles, por nuestra polución, en definitiva, por nuestra insostenible forma de vida. Europa, EEUU, Japón tienen que invertir en los países en desarrollo, pero de una forma seria, en beneficio real de los mal llamados países pobres. Esto frenará la emigración, ya que no se puede acoger a todo el mundo. Pero mientras se creen organismos internacionales para luchar contra la pobreza y 40 años más tarde los países en desarrollo son más pobres que cuando se empezó, vamos por mal camino.
El Sr. Rajoy no dice qué costumbres van a tener que adoptar los inmigrantes, las suyas, las mías, las de mi vecino, las de la derecha, las de la izquierda, las del Opus, las de los ateos. Estamos en una sociedad plural, por suerte. No sé si incluye a los inmigrantes europeos que hay asentados en muchos lugares cálidos, por lo general, de la geografía española, que son dueños de pueblos, que viven en verdaderos guetos, que no hablan la lengua, que no cotizan y que utilizan los servicios sanitarios y otros, que montan tiendas con sus propios productos, etc. O si la firma de este contrato, es sólo para los inmigrantes que sí que utilizan nuestra sanidad y nuestros servicios, pero que cotizan y que cotizarían muchos más si se regularizara a todos los que están trabajando, en vez de ser, a veces, explotados por gente sin escrúpulos.
El teólogo de la liberación Jon Sobrino a su paso por Pamplona la semana pasada dijo que vivimos en una sociedad enferma, hay que humanizarla. Comparto esta máxima. Yo, Sr. Rajoy, le deseo, para que conozca qué es la humanidad, que tenga que emigrar en patera y que cuando llegue a buen puerto, soy generosa, le obliguen a ponerse un taparrabos, para que vea lo que vale un peine, un café o una barra de pan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario