- Haider se detuvo en un local de ambiente homosexual antes del accidente mortal
- La prensa local reconstruye las últimas horas del líder de la extrema derecha
- La Razón, 2008-10-21 # Aitor Lagunas · Berlín
La polémica le acompañó durante su vida y parece que tardará en separarse de él ahora que ha fallecido. La muerte de Jörg Haider, un verdadero animal político acostumbrado a despertar sentimientos encontrados, sigue ocupando a la Policia austriaca y alimentando el morbo de la prensa sensacionalista.
Haider, líder de la populista Alianza por el Futuro (BZÖ), murió en la madrugada del pasado 11 de octubre tras perder el control de su potente vehículo oficial. Poco tardaría en filtrarse a los medios que el político conducía hacia su domicilio con una tasa de alcohol en sangre cuatro veces superior a la permitida y a una velocidad que doblaba la autorizada en aquel tramo.
Sin embargo, tras este fin de semana, la controversia no se limita a las causas directas del accidente y ya se extiende sobre la agenda de Haider aquella velada. La publicación en el diario local «Österreich» de una fotografía en la que aparece charlando animadamente en un local gay una hora antes de fallecer ha reavivado el debate.
Hasta el pasado viernes, la prensa mantenía la tesis de que fue durante la fiesta de inauguración de la revista «Blitzlicht» cuando Haider ingirió alcohol en grandes cantidades. Él mismo había conducido hasta el club «Le Cabaret», en la cercana Velden, para presenciar el «bautizo» editorial, después darle fiesta a su chófer al que tenía derecho como presidente de la región de Carintia.
«Cuando dejó la fiesta no estaba borracho», desmiente su colaborador más cercano y heredero al frente del BZÖ, Stefan Petzner. Haider salió de «Le Cabaret» en torno a las 22:30 horas, pero tardaría casi tres horas en llegar al fatídico punto en que perdió la vida, a sólo 26 kilómetros del club. «Nos falta una pieza en el puzle», reconoce Petzner. La prensa se preguntaba qué habría pasado en ese lapso de tiempo. La foto del bar demostraría que Haider se detuvo, al menos en una ocasión, en su camino hacia su mansión en Bärental. Un testigo confirmaba ayer que el líder del cuarto partido más votado en las elecciones de septiembre había compartido vodka y confidencias con otro hombre en el local gay «Stadtkrämer».
Sobre Petzner se ciernen ahora nuevos cuchicheos. Muy afectado, él califica a Haider de «compañero vital». Mientras su hermana ha confesado que ambos políticos, «a su manera, se amaban». Haider, de 58 años, dejó una esposa y dos hijas.
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