2008/12/09

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  • Transexualidad y derechos
  • El Universal, 2008-12-09 # Angie Rueda Castillo · Responsable del Programa de la Presidencia del Conapred en Materia de No Discriminación por Género, Preferencia Sexual e Identidad de Género

El pleno de la SCJN no pudo llegar la semana pasada, ante la ausencia de uno de sus ministros, a una determinación sobre el amparo que promovió una mujer transexual para que se le expida una nueva acta de nacimiento que no incluya la mención de su sexo asignado de nacimiento, debido a que se registró un empate en la votación. Ella impugna la constitucionalidad del artículo 138 del Código Civil del DF, que ordenaba —antes de la reforma del 29 de agosto pasado— hacer una anotación marginal en el acta a fin de que quede constancia de una modificación, en este caso del cambio del sexo, lo que resulta violatorio de sus derechos humanos y una vía de discriminación en su contra.


En algunas delegaciones del IFE, como en Jalisco, personas transgenéricas y transexuales han sido discriminadas al tramitar su credencial, porque no se les toma la foto a quienes habiendo nacido como varones pero con una identidad de género femenina se presentan vestidas de mujeres. En León, Guanajuato, un grupo de personas transgenéricas denunció que por vestir de mujer han sido víctimas de abusos policiacos y que son hostigadas y arrestadas con el argumento de que ejercen el trabajo sexual. Lo mismo ocurrió hace unos meses en Ciudad Juárez, Chihuahua, en el marco de acciones contra el narcotráfico.


Consecuencia dramática también lo es la emigración de mexicanas trans a Canadá y a España, porque aquí no encuentran trabajo o el reconocimiento de su formación profesional. Vivencias cotidianas que enfrentamos las mujeres y los hombres transexuales y transgenéricos. Expresamos o vivimos una identidad femenina o masculina independientemente del sexo con el que nacimos. Pero al hacerlo no contamos con documentos oficiales que nos identifiquen como quienes somos, entre ellos los que avalan nuestra formación profesional, reduciéndose o anulándose las oportunidades laborales y de desarrollo. Además, el estigma y el rechazo social nos vuelven sujetos de discriminación continua, exclusión y violencia, incluso asesinato, y tenemos requerimientos de salud específicos que no están siendo atendidos por el Estado mexicano.


Sin el reconocimiento legal de nuestra identidad de género, no contamos con seguridad jurídica, ni con la salvaguarda de las garantías individuales, ni con el respeto y protección de los derechos humanos.


Las reformas y modificaciones que apenas entraron en vigor en el DF son un paso en esa dirección, que reconoce la personalidad jurídica de nuestra identidad de género, sin anotaciones marginales discriminatorias. Pero falta su aprobación a nivel federal y garantizar nuestro acceso a los servicios públicos de salud para la reasignación de concordancia sexogenérica. Requerimos también reconocimiento a nuestras capacidades y formación profesional. Necesitamos que se nos incluya en leyes, programas y sistemas a niveles federal y estatal.


La transexualidad y la transgeneridad son condiciones humanas, tanto como la de quienes no son trans y, por lo mismo, tenemos derechos fundamentales y dignidad.

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