2008/10/29

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  • Lapidada por adúltera
  • Aisha, de 23 años, fue enterrada hasta el cuello y apedreada hasta la muerte en Somalia. Un niño murió por fuego islamista
  • El País, 2008-10-29 # Lali Cambra · Ciudad del Cabo

"Nuestra hermana Aisha pidió a la corte islámica ser juzgada y castigada por el crimen cometido", "admitió ser una adúltera", "se le pidió que revisara su confesión pero ella demandó la Sharia y el castigo que merecía". El líder islámico de la ciudad portuaria de Kismayo (sur de Somalia), el jeque Hayakallah, pronunció estas frases el pasado lunes ante la multitud que presenció la muerte de la adúltera por lapidación. Frases que justificaban "la práctica de un castigo inusual en la región, llevado a cabo por primera vez en Kismayo". Aisha Ibrahim Dhuhulow, de 23 años, fue enterrada hasta el cuello y, después, apedreada hasta la muerte por medio centenar de hombres. No fue la única en morir. Los guardias islamistas abrieron fuego cuando familiares de la joven pretendieron acercarse a ella y mataron a un niño.


La supuesta docilidad de Aisha no fue tal, según explicaron los testigos a Reuters. La mujer, arrastrada a la plaza atada de pies y manos, fue metida en el agujero entre gritos de protesta que el saco negro que cubría su cabeza no ahogó. Fue entonces cuando sus familiares rompieron filas de entre la multitud, para encontrarse con los disparos de los islamistas. La lapidación, que un millar de personas observaron, fue lenta. Según los testigos, el apedreamiento se interrumpió hasta tres veces para comprobar si la joven había fallecido. Si los islamistas justificaron nuevamente su acción en la radio por la supuesta voluntad de la joven a aceptar la Sharia, (ley islámica), también se disculparon por disparar a la multitud. "Lamentamos la muerte del niño. Prometemos que detendremos y juzgaremos al que abrió fuego", dijo Hayakallah a una emisora local. Los islamistas, que controlan la ciudad de Kismayo desde el pasado mes de agosto, no permitieron a los cámaras de televisión o a fotógrafos asistir a la lapidación, pero sí consintieron la entrada de medios impresos y radios. Posteriormente, en una entrevista a Efe, Hayakallah aseguró que la mujer había confesado haberse casado con dos hombres y reiteró que ella había pedido la aplicación de la pena.


Los familiares de la joven se mostraron furiosos y negaron que Aisha hubiera confesado la comisión de adulterio. "Y desde luego no pidió que la lapidaran". Una de sus hermanas consideró la ejecución "contraria a la religión y a la lógica" y aseguró que para matar a una adúltera al menos debe haber cuatro testigos de la relación y la confesión del hombre. Los familiares reclamaron a la comunidad internacional que "detenga y castigue a los responsables".


La última vez que los islamistas practicaron ejecuciones públicas fue en 2006, cuando controlaban parte del sur del país y la capital, Mogadiscio. Fuerzas militares somalíes y etíopes recuperaron una parte a finales de ese año, pero los señores de la guerra organizados en guerrillas están recuperando el territorio perdido. Si bien su presencia garantiza una cierta paz en la zona, con ellos llega la introducción de prácticas fundamentalistas y lecturas radicales del Islam.


No es la primera vez que en África se invoca la Sharia para justificar la lapidación de una mujer. Aisha Ibrahim Dhuhulow ha tenido la desgracia de vivir en un país sumido en el caos, sin gobierno, sin leyes más que las que dictan los señores de la guerra.


La nigeriana Amina Lawal tuvo más suerte. Su caso dio la vuelta al mundo en 2001 cuando fue condenada por un tribunal islámico (con inmenso poder en el norte del país africano) por haberse quedado embarazada fuera del matrimonio. Debía haber muerto también por lapidación, pero el apoyo de organizaciones de derechos humanos locales y una campaña mundial en su favor consiguió dar la vuelta a la sentencia. El pasado año se produjo la lapidación de una chica de 17 años de la secta yazidi, en Irak, por haberse enamorado y convertido al Islam. Unas 2.000 personas asistieron a su asesinato en Bashika, cerca de Mosul, al parecer, a manos de familiares que se oponían a su conversión.


Entrenados con Al Qaeda
La coalición de islamistas que gobierna Kismayo pertenece a la milicia de Al Shabab, considerada una organización terrorista por los Estados Unidos desde marzo. Se les considera afines a Al Qaeda, organización con la que varios de sus líderes se habrían entrenado, según dijo James Swan, vicesecretario de Estado para Asuntos Africanos del Gobierno de EE UU. "Han publicado documentos en los que vanaglorian a Osama Bin Laden e invitado a soldados extranjeros a ir a Somalia. Consideramos que son un peligro para los somalíes, puesto que sus ataques han afectado a la gente de Somalia y entorpecen el proceso de reconciliación en el país".


La presidencia de la Unión Europea condenó la lapidación de la joven, "que los insurgentes islamistas deliberadamente hicieron pública". Así lo declaró la presidencia horas después de que se conociera la ejecución de Aisha en Somalia, un país sin Gobierno central efectivo desde 1991. Ese año, el dictador Siad Barre fue derrocado y los señores de la guerra se hicieron con el control de sus diferentes regiones. En 2007, murieron al menos 6.000 personas y cientos de miles tuvieron que desplazarse, según Amnistía Internacional.

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