2008/02/26

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  • ¿Es el 7 el 8 de marzo? El 7 de marzo o el PSOE como aparato de captura
  • Eskalera Karakola, 2008-02-26

La Casa Pública de Mujeres, La Eskalera Karakola, hemos decidido autodesconvocarnos a una posible manifestación del 7 de marzo de este año y queremos invitar a otras mujeres, a cualquiera, a pensar este mísero baile de fechas al que este año nos vemos sometidas.


Como muchas y muchos sabéis, el gobierno ha convocado elecciones para el día 9 sin importarle un bledo que el día anterior, día de reflexión, se celebre el día internacional de la lucha de las mujeres. Evidentemente, esto no habría ocurrido de tratarse de otras fechas, pongamos, el 1 de mayo. Y, a ver, no vamos joderles a los andaluces con unas elecciones en pleno puente o poner la cita electoral después del 11-M. Vamos, que alguien se tiene que sacrificar y para eso las mujeres siempre somos buenas candidatas.


No contentos con eso, la Delegación de Gobierno y la Junta Electoral se han estado pasando la pelota durante unos días sobre la decisión de legalizar o no la manifestación. Delegación de Gobierno ha acabado por ilegalizarla porque entiende que «altera el orden público» y que «no se puede garantizar que no se exhiba propaganda electoral, garantía más importante, dicen, que el derecho fundamental de expresión”. Todo pese a que la Junta Electoral había reiterado que no se trataba de esa clase de manifestación. No han considerado lo mismo las Delegaciones en Bilbao o en Valencia o en Barcelona o en Pamplona. Debe ser que allí se altera menos el orden público. ¿Será Madrid la tumba del 8m?


Este hecho no nos parece una nimiedad. Indica muy claramente que las reivindicaciones, derechos y presencia pública feminista son un elemento de tercerísima fila. Si fuera un hecho aislado podríamos pensar, ¡vaya!, pues se les habrá pasado. Pero si lo unimos al destino de las reclamaciones que grupos y mujeres sueltas planteamos, entonces deja de ser mala suerte, para convertirse en machismo, política machista. Y esto no es monopolio de la derecha.


Pareciera que es la derecha la única responsable de que el aborto siga en el Código Penal, que se haya paralizado desde hace ya tiempo el impulso por garantizar los derechos sexuales y reproductivos o que se haga paternalismo de Estado con quienes quieren ejercer el derecho a parir o no parir. El PSOE grita con alarma, ¡que viene la derecha! ¿Cómo se explica que tras múltiples legislaturas socialistas no se haya hecho absolutamente nada con la legislación sobre aborto y sí mucho en la desatención a las mujeres? ¿Cómo se explica esto sino por la connivencia de cierta izquierda y la derecha en este eterno delicado tema? Y es que hay cosas que no se tocan, porque ahí, en el compromiso, duele.


Y ¿cómo se explica, más allá, la instrumentalización de los derechos de las mujeres que practica el PSOE con leyes de estricta propaganda y poca chicha y aplicación real como las de igualdad, violencia o dependencia? El incremento en el ámbito legislativo ha ido unido al retroceso en las condiciones y recursos materiales dirigidos a mujeres, mayores y niños. Y es que lo simbólico, el talante y las buenas formas no desprecarizan la existencia, tampoco lo hacen los golpes electorales de talonario. En definitiva, ¿qué son los derechos de las mujeres o el propio movimiento de mujeres sino algo que se instrumentaliza en el plano simbólico, y a fuerza de instrumentalización se mata, como bien nos ha demostrado la experiencia de dos décadas de desactivación de los movimientos sociales?


Muchos de los grupos que integramos la Comisión 8 de Marzo nos sentimos enojados ante la amenaza de no poder celebrar libremente y sin acosos electoralistas la lucha de las mujeres. Nuestro espíritu mayoritario era salir juntas, todas, para reclamar, sobre todo en este año, el derecho a nuestros cuerpos, a nuestra sexualidad, a tomar nuestras propias decisiones. Queríamos afirmar, con nuestra presencia en la calle, que más allá y más acá de las elecciones hay vida, que nuestros deseos y necesidades laten a ritmo propio, no al del calendario que se nos imponga de forma oportunista.


Queríamos discutir qué pulso estábamos dispuestas a librar para afirmar algo que un movimiento siempre tiene que defender: la autonomía, la capacidad creativa y la máxima presión para conseguir reconocimiento y arrancar reclamaciones que, como el derecho a abortar, son un hecho… un hecho cuestionado y castigado. Estábamos en el proceso de tensar esa cuerda, de pensarnos y pensar con otras, de valorar de forma responsable una salida, ésta sí, del tiesto.


Este, decimos, era el espíritu hasta que en la reunión de la Comisión del 8 de Marzo, tras conocer la ilegalización de la manifestación, sufrimos un auténtico desembarco del PSOE protagonizado por sus distintas agrupaciones y organismos «independientes» y encabezado por la cúpula de la igualdad. Lo que pasó en dicha reunión merece ser narrado. A golpe de gritos, insultos, pasilleo y acusaciones de radicalismo se desarticuló algo que el movimiento había mimado inteligentemente en otras épocas: su autonomía con respecto a los partidos. La manifestación tenía que ser el 7. Los porqués oscilaban entre la demagogia (¡todos los días son 8 de marzo!), el pragmatismo (otras veces hemos cambiado la fecha; lo simbólico es, eso, simbólico; o, nos van a multar), el oportunismo (lo va a utilizar la derecha… y es que en esta ocasión ZP no quiere hipotecas electorales), el populismo (lo más importante es que seamos muchas, aunque no digamos mucho) y un inusitado esfuerzo por insuflar miedo ante un acto ilegal. Una vez más, cinismo, oportunismo y miedo.


Ya nos veíamos corriendo, cuatro pelagatas radicales, Atocha abajo con la policía tirando gases lacrimógenos, ¡reprimiendo una manifestación de tono festivo que se celebra año tras año desde hace décadas! Y es que «quien se manifiesta en plena democracia de forma ilegal, se afirmó allí, es una estúpida». No parece que les importara mucho esto cuando el 13m de 2004 afirmamos, por encima de legalidades mentales y formales, nuestro deseo de verdad frente al gobierno de Aznar y mandamos al PP al carajo.


Pero hablando de ilegalidades ya estaba el autoritario acerbo de hazañas de la dictadura franquista para recordarnos cuan poderoso son los codificadores sociales al uso, en esta ocasión la edad, la generación, para capturar la diferencia. El radicalismo, ya se sabe, pertenece a la juventud o al pasado, y algunas siempre seremos jóvenes y/o anacrónicas, mientras a otras el cargo se les ha colado en la cabeza. Y es que para argumento de autoridad seguimos prefiriendo a Marx cuando decía eso de que «no es la conciencia de la mujer la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social lo que determina su conciencia». El ser social cuidadosamente construido por el PSOE no es sino la desarticulación de la interrogación productiva que para nosotras es la democracia y la imposición vía consenso de los lugares más corrientes.


Poco a poco se fue desvelando el auténtico interés de este partido en aquella reunión. No querían un 8 de marzo que pudiera ser reprochado o ingobernado, pero sí, quizás, un lucido 7 de marzo, al que acaso se sumaran algunos autobuses de más fletados por el partido, como broche femenino dirigido a legitimar una larga marcha hacia la institucionalización del feminismo, eso sí, recordándonos con ahínco que lo del aborto es algo de la derecha; como dice la canción, «¡sacad vuestros rosarios de nuestros ovarios!». Sería bonito poder arañar definitivamente los restos de autonomía en este maltrecho movimiento para que este partido pudiera finalmente situarse, ya sin disfraces, en la cabecera.


La insistencia de algunas por interponer un recurso, apoyándonos en la legalización del 8m en otras ciudades, fue recibida literalmente con abucheos y una fuerte agresividad. Y por supuesto nada de publicitar el recurso como medida pública de presión. Algunas nos levantamos para salir de aquella pesadilla, que como un déjà vu, nos recuerda dos tristes décadas de desarticulación, extorsión y expropiación del ansia feminista. Otras se quedaron y siguieron peleando el recurso como una manera de presionar para que no nos roben el día. Gracias a la fuerza de todas, las que nos plantamos y las que se quedaron resistiendo, se aprobó un recurso, imponiendo un voto de silencio sobre el mismo.


En adelante se abren interrogantes de una trascendencia histórica para el feminismo y, en general, para los movimientos. Pero muy en particular para el feminismo, puesto que es su espacio, que no sus demandas, las que han operado como discurso legitimador desde que el PSOE ganara las primeras elecciones en 1982. ¿Se puede rearmar, o mejor, construir un movimiento, una confluencia de gentes acuerdo a nuestros tiempos? ¿Tendremos que habitar ya definitivamente el vacío, sin compromisos directos o indirectos, monetarios o simbólicos, para poder construir un sentido propio? ¿Podemos vencer juntas el miedo a perder alianzas improductivas o directamente dañinas?


En los últimos años se ha desarrollado un trabajo lento y humilde de debate, por ejemplo en el tema de la socialización de los cuidados, entre los grupos de mujeres que desean este encuentro y, más allá, la posibilidad de articular una voz pública diversa en lo común. Este dificultoso proceso puede ser aplastado por maniobras como las que aquí contamos. Entonces… ¿hemos acumulado algo de experiencia para enfrentarlas? ¿Es el 7 el 8 de marzo?

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