2008/11/25

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  • Fuerza moral frente al atropello
  • Noticias de Gipuzkoa, 2008-11-25 # Izaskun Moyua · Directora de Emakunde - Instituto Vasco de la Mujer

La violencia ejercida contra las mujeres es una herida que duele en todo el mundo. No hay un país en el planeta que haya cerrado la puerta a ese espacio de dolor y sufrimiento que es el grito de las mujeres en el mundo. Es el universal de los universales, el problema origen y resultado de los problemas, el que no entiende de clases, de etnias, edades, culturas o países.


La violencia contra las mujeres es el símbolo más brutal de la desigualdad, se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, y tiene una macabra característica: no es única en su expresión. Es un atropello que presenta caras diferentes y nace de una tierra envenenada durante siglos por la creencia de que unas personas pueden ser dueñas de otras, hombres dueños de derechos y privilegios, dueños de mujeres. Mujeres sin el derecho a ser dueñas de sus propios cuerpos, ni de sus propias vidas.


La violencia contra las mujeres es algo más que un acto individual. Se la ha descrito como un mecanismo para mantener la autoridad de los hombres, reforzando las normas de género vigentes, y tenemos que apuntar al contexto de las relaciones de poder para poder entender los factores que la impulsan. Una violencia que se convierte en herramienta de intimidación para no desafiar ni transformar. Una violencia convertida en arma contra la libertad humana.


Hoy, Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres, millones de voces se están alzando para denunciar todas las caras de esta violencia: la que nace en los propios hogares, la agresión sexual, el tráfico de mujeres, la prostitución forzosa, los asesinatos de honor, la esclavitud sexual, las mutilaciones genitales, el abuso sexual… Todas las formas de horror que hoy están sufriendo en el mundo todo tipo de mujeres y que nos han hecho acuñar el término feminicidio, el genocidio contra mujeres, que sucede cuando las condiciones históricas generan prácticas sociales que permiten atentados contra la integridad, la salud, las libertades y la vida de las mujeres.


Hoy es un día para intentar comprender la dimensión de esta lucha por la dignidad liderada por las mujeres, una lucha que se ha sostenido en el tiempo gracias a la fuerza moral interna que atesoraron y atesoran. Porque hoy, las protagonistas de esta lucha son las mujeres que dicen "basta", que se rebelan ante la injusticia, que denuncian su situación, y que son quienes enarbolan la bandera blanca de nuestro derecho fundamental: el derecho a la vida y a una vida digna.


Ellas han sido y son víctimas. Víctimas de muchas cosas, sobre todo de la indiferencia, del olvido. No hemos conocido ni sus nombres ni sus caras, han sido objeto de frivolidades, incluso de bromas. En los últimos tiempos, también son víctimas del espectáculo en que se están convirtiendo sus vidas.


Quisiera brindarles hoy un lugar merecido en el palmarés histórico de luchadores y luchadoras por los derechos humanos y darles la autoridad y el protagonismo que se merecen en este camino incesante por nuestros derechos. Sé que el mejor homenaje que podemos ofrecerles y que ellas esperan es empezar a contar cuántas vidas estamos ganando cada día, cuántos asesinatos estamos frenando.


En los veinte años que lleva diseñando e impulsando las políticas de igualdad en nuestro país, Emakunde ha trabajado con el convencimiento de que la igualdad de mujeres y hombres es el único escenario en el que la violencia que se ejerce contra las mujeres no tendrá papel alguno. En el día de hoy, un año más, mostramos a la sociedad vasca nuestro compromiso firme de continuar trabajando con un sueño: que el siglo XXI sea el del respeto de los derechos de las mujeres y de todas las personas. Que el siglo XXI sea el de la igualdad. Por la vida y la libertad de las mujeres.

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