2008/08/08

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  • Indígenas homosexuales, víctimas invisibles del sida
  • Río Negro, 2008-08-08 # Itzel Zúñiga · DPA Features

En el pueblo de Juchitán, en el sureño estado mexicano de Oaxaca, todos los años en noviembre se celebra un festival singular. La comunidad elige a su reina de belleza, pero las concursantes no son mujeres, sino "muxhes", hombres travestis u homosexuales: un tercer género para los indígenas.


Los "muxhes" asumen en su comunidad labores del sexo femenino o se encargan de la iniciación sexual de los hombres jóvenes. Para las madres, son un orgullo y una tranquilidad porque la tradición indica que sus hijos "muxhes" las cuidarán hasta el final de sus días.


Sin embargo, en la tradición no existía la palabra sida. Esta enfermedad, que ha causado 25 millones de muertes en todo el mundo, ya está alcanzando también a las comunidades indígenas.


Por primera vez, el tema de los indígenas y el sida será parte de la Conferencia Internacional sobre el Sida, que se realizará del 3 al 8 de agosto en Ciudad de México, con la participación de unos 20.000 expertos.


Unos días antes, representantes de 18 naciones de América compartirán sus experiencias en la capital mexicana en la Pre-Conferencia Mundial de los Pueblos Indígenas y Afrodescendientes frente al VIH/sida, un encuentro que estará presidido por Amaranta Gómez.


Amaranta, a quien sus padres llamaron Jorge Gómez, es un "muxhe" que se hizo célebre al postularse en el 2003 como el primer candidato transexual a diputado en el Congreso mexicano.


Desde muy joven Amaranta, de 31 años, se ha dedicado a defender los derechos humanos y a proyectos de educación sexual y prevención del sida, en especial entre las comunidades originarias, lo que la hizo saltar a la política.


Desde su aparición en 1981, el HIV, el virus causante del sida, se ha cobrado la vida de un gran número de indígenas, aunque la cifra exacta aún se desconoce.


Para este sector de la población "el HIV se sigue viendo como algo de afuera, como algo que a mí no me va a pasar", dijo Gómez a DPA. "La postura es lo que callo y acudo sólo cuando estoy en la etapa terminal".


El miedo hacia lo desconocido retrasa además que los indígenas acudan a hacerse las pruebas.


Los pueblos indígenas del mundo, conformados por 370 millones de personas, son uno de los sectores más vulnerables al virus, ante la marginalidad, la discriminación y la falta de acceso a servicios médicos que padecen.


Desde los gobiernos en general no se han desarrollado programas de atención y prevención adaptados a su cosmovisión y su lengua.


"En esos casos, la prevención tiene que ser totalmente diferente. Sí usar condones, sí concientizar, pero la manera de acercarse es diferente", dijo el director general del Centro Nacional para la Prevención y el Control del HIV/sida de México, Jorge Saavedra.


La carencia de estadísticas es un reflejo de esta situación. "Muestra la falta de atención de muchos Estados hacia sus grupos indígenas", dijo Guillermo Núñez, investigador del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo de México. "Los organismos no consideran la dimensión étnica al momento de registrar datos".


Según un informe de ONU/sida del 2006, hecho para el Foro Permanente sobre Cuestiones Indígenas de las Naciones Unidas, "las comunidades indígenas y algunas étnicas tienden a tener tasas más elevadas de infección de HIV que la población en general".


Entre las comunidades con mayor impacto de la epidemia del virus, el texto menciona a los misquitos de Honduras, los kuna de Panamá y los maroon de Surinam.


"En Chile, para un indígena vivir con sida es una doble condena a muerte, porque no hay políticas públicas ni prevención para estos pueblos", dijo a DPA Willy Morales, un mapuche portador del virus y fundador de Kelwo, una organización de apoyo a indígenas chilenos infectados.


La epidemia también amenaza a comunidades aborígenes de Nueva Zelanda, Australia y Estados Unidos, donde se "registran tres generaciones sucesivas afectadas por el Virus de Inmunodeficiencia Adquirida", afirmó en entrevista Patricia Ponce, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social de México.


En América Latina y el Caribe hay más de 650 pueblos originarios. Tan sólo en México, los indígenas son 11 millones de personas, pertenecientes a 62 etnias.


Lejos de mejorar su situación, muchos se exponen a conductas de riesgo ante su escasa educación y las limitaciones económicas y culturales, o caen en la prostitución.


Un estudio de Núñez, titulado "Hombres indígenas con prácticas homosexuales y su vulnerabilidad al VIH", que pronto será publicado, contiene historias reales que muestran la fragilidad de este sector frente al sida.


Una de ellas es la de un ex guerrillero de la etnia tzeltal, cuya actividad homosexual se inició en las filas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) de Chiapas y que rechaza usar preservativo porque dice que "su cuerpo se ve sano".


O la de un zoque que al no hablar español "accede" a tener sexo con una pareja de estadounidenses que le toman videos para una red de pornografía indígena en el puerto de Cancún, en el Caribe mexicano.

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