2008/08/08

> Iritzia: Rubén H. Ríos > FOUCAULT CONTRA EL GAYNESS

  • Foucault contra el gayness
  • A casi 25 años de su muerte, el nombre de Michel Foucault se hace presente cuando se habla de la condición gay, cuando se construye el pensamiento queer o cada vez que se piense que el sexo no es una fatalidad. El 11 de agosto, la Comunidad Homosexual Argentina el seminario “Michel Foucault y la condición gay”. En esta ocasión, Carlos Figari y Rubén H. Ríos reflexionan sobre sus aportes a los estudios sobre sexualidad, Javier Ugarte Pérez pone en contexto la relación del filósofo con la militancia, Esther Díaz y Germán García describen el impacto que tuvo en sus propios trabajos.
  • Página 12, 2008-08-08 # Rubén H. Ríos · Escritor, periodista y filósofo

Está claro que el pensamiento de Foucault sólo se refirió a la homosexualidad como una figura más del dispositivo de sexualidad organizado en Occidente entre los siglos XVII y XIX. La investigación foucoultiana del poder, que toma como modelo la carta estratégica de la guerra, al interrogar los sistemas del saber que se ocupan del “sexo”, se encuentra con la prolífica familia de los perversos en el nudo de mecanismos psiquiátricos, médicos y policiales. En principio, lo que ha interesado a Foucault, en esta producción de sujetos por técnicas implementadas por un poder-saber de características disciplinarias, es el “giro estratégico” que realizan los homosexuales hacia finales del siglo XIX al aceptarse como tales dentro de ese dispositivo. Como él ha expresado, no ha escrito para el movimiento gay, y sin embargo se ha dirigido a éste a través de entrevistas y reportajes con el propósito de inducir una nueva conversión estratégica de la homosexualidad a partir de un “arte de vivir”, de una ética-estética que tiene sus raíces en la Antigüedad pagana.


En la teoría del poder de Foucault, el movimiento de liberación gay no está al margen del gran dispositivo científico de la sexualidad de fundamentos biologistas, sino, por el contrario, ha surgido de la revolución sexual como emergencia de la “hipótesis represiva” postulada por el psicoanálisis y la izquierda freudiana desde los bordes de ese mismo dispositivo del poder burgués. No es que, en el análisis de Foucault de las sociedades modernas, no se registre la represión del “deseo sexual” por parte de las redes del poder, pero circula en segundo orden. El concepto foucaultiano de poder responde a un principio productivo (produce lo real, la “verdad”) y, de este modo, más que reprimir o prohibir, es un poder que penetra en los cuerpos y los constituye según un tramado táctico-estratégico que determina el campo social. La historicidad de estas relaciones de poder es tan radical que provoca la ilusión de la existencia –aparte de estas relaciones– de algo natural llamado “sexo”, “sexualidad”, “deseo sexual”, cuando en realidad ha sido producido por un poder-saber que a la vez que lo introduce, en la misma operación, lo reprime.


Por eso, para Foucault, la liberación sexual (heterosexual u homosexual) supone una prolongación por otros medios del dispositivo de sexualidad, en el cual éste obliga a los sujetos a “liberar” justamente aquello –el “sexo”– que el dispositivo anteriormente ha producido en ellos. Se trata entonces, en esa politización del sexo que ensaya Foucault, de que los homosexuales abandonen los modelos científicos y psicológicos instituidos por la modernidad y, en un segundo “giro estratégico”, se produzcan a sí mismos y a su propio deseo sobre la base del modelo ético-estético del “cuidado de sí” tomado de las antiguas tecnologías de subjetivación. Desde luego, Foucault sabe que no es posible trasladar sin modificaciones ese “arte de vivir” del mundo grecorromano a las sociedades contemporáneas, pero lo considera una apuesta del gayness para desactivar la producción de sujetos por parte del dispositivo de sexualidad y despojarse así de las éticas cotidianas que sostienen el orden político-económico abierto por la burguesía.

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