- Ellos juran que dejar de ser gay sí es posible...
- En Perú, un grupo fundado hace ocho años se jacta de tener 80 hombres y mujeres que cambiaron su orientación sexual
- El Comercio [Ecuador], 2008-01-13 # Víctor Juárez · Lima
Martín tiene 40 años y es un conocido peluquero del centro de Lima. Su historia no tendría nada de especial sino fuera porque durante 10 años se vestía de mujer y se prostituía en las calles. Hoy su apariencia y comportamiento -totalmente varoniles- no dan la menor señal de lo que un día fue.
Evelin fue lesbiana durante 15 años y se volvió alcohólica cuando terminó con su pareja del mismo sexo. Hoy está casada con un hombre y tiene un hijo. Afirma que vive feliz, con una paz interior que no negociaría por nada.
Martín y Evelyn pertenecen a un club que se fundó hace ocho años en Lima. Es el Centro de Restauración de Homosexuales (Creho) donde afirman tener el secreto para que los gays no se sientan atraídos por alguien de su mismo sexo, sino que más bien gusten del sexo opuesto...
Su fundadora, Malena Mattos, se enorgullece de tener ya ocho promociones ‘egresadas’ de ese centro. Ella, lesbiana durante 20 años, lo fundó tras un intento de suicidio al terminar con su pareja.
En sus manos, tras ese episodio, cayó un folleto que hablaba del amor de Dios y la invitaba a un movimiento religioso. Ella dice que el movimiento le ayudó a cambiar su vida y a darse cuenta de que podía salir del abismo emocional en el que se encontraba.
“Desde entonces he vivido en mucha paz, hasta me enamoré de un hombre y estuve a punto de casarme... con el paso de los meses me dije que si lo había logrado por qué no compartirlo y ayudar a otros a cambiar, por eso me decidí a fundar Creho”.
Su movimiento recibe a las personas que desean el cambio. Aclara que no es un grupo religioso, sino que intenta ayudar, de forma gratuita, a homosexuales que quieren dejar esa vida pero se les hace difícil por sus propias fuerzas. Dice que para cambiar se requiere de un equipo de personas que se apoya en la fe para lograr el cambio. “La meta es volver al estado original de creación, de ser hombre o mujer”.
Ella señala que cambiar no le fue nada fácil, que se pasó meses leyendo libros sobre homosexualidad y se contactó con infinidad de grupos del extranjero.
Al final -dice- se dio cuenta que todo estaba en su voluntad y en encontrar los orígenes de su lesbianismo. Para Mattos, el homosexual no nace, se hace a través de las influencias que tiene a lo largo de su vida y que van del rechazo que puede tener el niño desde el vientre materno, la falta de amor, cariño y atención de los padres...
O que van desde el niño más débil que en el colegio lo tratan de afeminado y ante la falta de una orientación adecuada se desvía o hasta por manoseos o violaciones.
Creho realiza terapias grupales semanales y da asesorías individuales para buscar las raíces del problema y tratarlo. “Si el problema es de dependencia emocional hay que cortar las compañías que afectan, si es por abuso hacen la terapia del luto (desahogo)”.
Por Creho han pasado más de 100 personas y un 20 % no logró el cambio. Mattos afirma que el proceso para convertirse en heterosexual lleva de seis meses a dos años y depende del empeño y fuerza de cada persona.
Pero, lo cierto es que en las reuniones de Creho se ven caras felices. Algunos llegan a las reuniones con Biblia en mano, pues siempre hay una oración al inicio.
Martín, ex travesti, da una clave: “En las terapias nos hablan paulatinamente de la Palabra de Dios para hacernos ver nuestros errores”. Buscó el cambio porque su vida era vacía y no le llevaba a nada bueno, se cansó -como él mismo afirma- de vestirse de mujer y comprar las caricias de los hombres.
“Sabía que lo que hacía estaba mal, intenté el cambio buscándolo en religiones, fui católico, mormón y testigo de Jehová, pero no lo lograba del todo, en Internet encontré a Creho, aquí me ayudaron a cambiar totalmente”.
Cecilia Mendoza tiene 30 años y llegó al grupo deprimida porque había terminado con su pareja.
Asistía a sesiones con un psicólogo para superar su depresión. “Una amiga me habló de este grupo. Vine con mucho entusiasmo pero no ha sido fácil. Comencé hace cuatro años y por épocas me retiraba. Hoy me considero liberada de mi condición homosexual, pero no bajo la guardia... Por eso sigo asistiendo, aún siento que me falta ser más femenina, pero poco a poco”. Aclara que lo que aún no le ha gustado es ningún hombre.
Evelin, casada y madre de familia, señala que quien es hoy su esposo la llevó a Creho. “Era mi amigo, me dijo que conocía a Malena y que ella me podía ayudar a cambiar. Así fue, hasta me convertí a Cristo; me casé con él, somos felices”. Y completa: “En la medida que aceptes que a tu carne le gusta otra mujer y aceptes rendirte al Señor, él te hace libre... Y hasta cuando tienes relaciones íntimas con tu esposo debes pedirle al Espíritu Santo para que te ayude incluso a satisfacerte”.
Evelin cree que se convirtió en lesbiana porque no tuvo afecto de sus padres, entonces lo buscó en las amigas cercanas, de las que se enamoraba. “Al final entendí que mi problema era algo emocional, convertirme a Dios hizo que supla todo eso, ahora soy feliz con mi esposo y mi hijo”.
Más extremo en sus declaraciones es Martín Marcos, de 35 años, para quien la vida gay es un lastre de pecado, soledad, angustia, desilusión y fracaso. “Cuando me di cuenta de todo eso y que toda la vida viviría escondiéndome, que nunca tendría una pareja estable, empecé a buscar ayuda. Ha sido un proceso lento y doloroso, ahora solo me falta vencer el temor de acercarme a una mujer”.
Algo que se nota en las citas de Creho es que no solo van gays y lesbianas, también padres de familia que buscan cómo sacar a sus hijos de la homosexualidad.
Frank Rodríguez es uno de ellos: tiene un hijo con problemas de identidad, sobreprotegido por la madre y al que conoció ya adulto. Hoy -subraya- intenta ayudarlo en dos frentes: “Vinculándome más con él y pidiéndole a Dios”.
Este cronista no puede ocultar que partió incrédulo de una de las terapias de Creho. Pero antes, Mattos aseguró: “Aquí hay una luz de esperanza, yo pensaba que Dios se había equivocado conmigo... que era un varón en el cuerpo de una mujer. Dios no se equivoca, los gays pueden cambiar”.
Ella se vanagloria de que por su ministerio, como llama a Creho, han pasado quienes ahora son pastores, líderes religiosos locales y profesionales y empresarios a los que ella llama ‘egresados’...
La religión influye
Creho considera la homosexualidad una enfermedad no física sino del alma, emocional. Lo llaman de desequilibrio emocional y no sexual. Un 90% de quienes asisten al grupo son cristianos o convertidos al cristianismo en su lapso de permanencia en el mismo. Creen que ser homosexual es como ser alcohólico.
Se reúnen los viernes en un pequeño local del distrito de Lince, prestado por una familia cristiana. Es el único local que existe en el país. Su página web es: www.geocities.com/crehoperu .
No se consideran una religión ni grupo religioso. Dicen que los grupos cristianos alejan a los interesados. Pero, según sus propios integrantes, introducen el tema cristiano paulatinamente.
Algunos libros señalan que el término ‘ex gays’ es utilizado por algunos terapeutas de reorientación, grupos religiosos y otras personas para describir a una persona que era gay o bisexual que actualmente se considera como heterosexual.
Algunos ‘ex gays’ que están casados en un matrimonio heterosexual reconocen que sus deseos homosexuales permanecen, pero tratan de que el matrimonio funcione.