- El matrimonio gay y el diccionario
- Forum Libertas, 2008-06-09
La Real Academia de la Lengua define así la palabra "matrimonio" en lengua española o castellana:
- http://buscon.rae.es/draeI/SrvltGUIBusUsual?LEMA=matrimonio
- 1. Unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales.
- 2. m. En el catolicismo, sacramento por el cual el hombre y la mujer se ligan perpetuamente con arreglo a las prescripciones de la Iglesia.
- 3. m. coloq. Marido y mujer. En este cuarto vive un matrimonio.
- 4. m. P. Rico p. us. Plato que se hace de arroz blanco y habichuelas guisadas.
En España, la reciente legislación zapateril ha asignado las características legales del matrimonio también a las uniones de dos personas del mismo sexo. Pero ¿debe cambiar la lengua española, patrimonio de más de 300 millones de hablantes en varios continentes, por el hecho de que en una esquinita europea llamada España, durante unos años, un gobierno haya cambiado unas leyes que afectan a poco más de 40 millones de habitantes?
No se ha producido una campaña así en el ámbito de la lengua española. Pero sí en el de su cercana hermana latina, la lengua catalana. El Institut d'Estudis Catalans -IEC, lo más parecido a la RAE en el ámbito de este idioma- ha anunciado la posibilidad de cambiar la definición de "matrimoni" para que deje de especificar al hombre y la mujer.
La asociación E-Cristians ha protestado con diversos argumentos, todos ellos de lógica:
1) La primera objeción es el del carácter universal de las definiciones. El matrimonio es entendido en todo el mundo como la unión de un hombre y una mujer, con escasas excepciones que no tienen repercusión en los diccionarios de la lengua, como es el caso de España.
2) La lengua catalana excede el ámbito de los territorios españoles. Es un idioma oficial de otro estado independiente, Andorra, y hay territorios con población de habla catalana en el sur de Francia y la ciudad del Alguer en Cerdeña. También es muy numerosa la diáspora catalana en América Latina. ¿Un catalanohablante de Perpiñán, Andorra o Buenos Aires debe asumir que "matrimoni" ahora incluye la unión de dos hombres porque así lo ha decidido una entidad allí en Barcelona? El Estado andorrano, por ejemplo, podría tomar alguna medida para proteger el carácter internacional del idioma y sus palabras, y más siendo el Obispo de Urgell de uno de los copríncipes. El IEC no debería hacer una fractura con los catalanohablantes que no gozan del privilegio de ser gobernados por Zapatero.
3) En tercer lugar, la lengua catalana -como la española y otras lenguas de España - no puede quedar condicionada por la legislación del estado español. Ni el Estado es competente ni debería interferir en este campo, el lingüístico. Es admirable el buen criterio prudencial de la Real Academia de la Lengua Española, que como decíamos, no está por la labor de ingeniería social que quiere acometer el IEC.
4) Los homosexuales, apenas un 2-3% de la población en el mejor de los casos, tienen poquísima tendencia a casarse entre ellos. Además, la ley española que lo permite es de las más quebradizas de la historia: fue rechazada en el Senado, ostenta informes desfavorables del Consejo de Estado, del Consejo General del Poder Judicial y de la Academia de Jurisprudencia. Las leyes van y vienen, se cambian, se olvidan, quedan como curiosidades a pie de página... ¿Debe cambiar el diccionario por los frágiles avatares de la cambiante política?
5) Y está la etimología: en las lenguas latinas, "matrimonio" (matrimoni, en catalán) designa la presencia de la madre, la maternidad. Si la tarea del IEC tiene algo que ver con la ciencia filológica, en trabajo de estudiosos como Fabra, Moll o Coromines, resultaría incomprensible primar presiones políticas por encima del sentido lingüístico y etimológico.
Parece necesario -como mínimo- aplicar la prueba del tiempo. ¿Prosperará en el uso real de los millones de hablantes de las lenguas hispánicas -en diversos países repartidos en varios continentes- la idea de que la palabra "matrimonio" puede implicar a dos señores o dos señoras?
Lo que no es razonable es la imposición política sobre el diccionario, ni cambiar idiomas con decretos y leyes desde los parlamentos. Que se lo piensen en el Institut d'Estudis Catalans.