- Amando Pavía · Presidente de Gehitu
- "A los niños y adolescentes gays y lesbianas les tiene que llegar el mensaje de que son iguales que el resto"
- EuskoNews, 425 zbk, 2008-02-01 # Teresa Sala
Es optimista, pero está convencido de que todavía quedan muchos objetivos que cumplir. En su despacho de Gehitu, en el centro de Donostia, Amando Pavía conversa sobre el camino recorrido, el día a día de la asociación de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales, y los frentes más importantes a abordar, entre ellos, la vejez, la adolescencia, el ámbito rural y los países subdesarrollados. El mensaje que transmite es esperanzador, las realidades que cuenta, “alarmantes”.
Gehitu ha cumplido diez años, y parece que rebosa salud, ¿daría por cumplidos los objetivos que se plantearon en los albores de la asociación?
El estado de salud de la asociación es, en este momento, histérico. Pero eso es algo muy bueno, porque quiere decir que no sentimos, para nada, que hayamos cumplido los objetivos; tenemos muchísimo que hacer todavía. Estamos viviendo un momento muy especial, de grandes parabienes. Entre otras cosas, se acaba de aprobar una ley de transexualidad, que permite a los transexuales llevar en el carné de identidad el sexo al que pertenecen, y no el sexo con el que nacieron. Se trata de una ley que ya se está perfilando en la Comunidad Autónoma Vasca, y permitirá que dentro de Osakidetza puedan hacerse la operación de cambio de sexo. Además, está la ley de hace tres años que nos permite a gays y lesbianas casarnos en igualdad de condiciones que el resto de la sociedad. Somos iguales, para nosotros no es una ley de matrimonio, sino una ley que nos iguala en derechos, y eso es una grandeza enorme. Además del progreso que se ha dado en el marco legal, sí podemos decir que Gehitu está en un momento pletórico, los objetivos de estos diez años de lucha se han cumplido. Pero también es un momento de replanteamiento y de contar a la sociedad quiénes somos realmente, para que se sepa todo lo que pensamos que hay que hacer.
Y, ¿qué creen que hay que hacer? ¿Cuáles son las acciones más inminentes?
Los casos que llegan a Gehitu siguen siendo muy sangrantes, especialmente los que vienen del exterior. Hace unos meses llegaron un chico colombiano huyendo de su país, y otro joven procedente de Mauritania. Hay países en los que ser homosexual se castiga con la pena de muerte, es espeluznante. En los últimos 30 años, España ha tenido la suerte de experimentar una evolución increíble. Socialmente hay mucho que hacer pero en el ámbito legal el progreso ha sido muy notorio. Y este hecho nos sitúa en una posición privilegiada para ayudar a otros países, como los musulmanes, que están viviendo unas situaciones realmente terribles, sobre todo en lo que respecta a las mujeres, porque si ya están marginadas por su condición de mujer, las mujeres lesbianas son completamente invisibles, no existen.
Y en Euskadi, ¿cuál es la situación? ¿Hasta qué punto está aceptado el colectivo gay en la sociedad vasca?
La verdad es que en los pueblos vascos se vive una situación bastante lacerante. En las ciudades, sin embargo, es más fácil, y cuanto más grande es, más fácil resulta vivir siendo gay. De municipios importantes como Eibar, Tolosa, Errenteria o Irun, nos siguen llegando muchos casos de gente que es incapaz de mostrarse como es. La mayoría viene a Donostia a salir del armario, a Bilbao, Madrid o Barcelona, porque en sus pueblos son incapaces. En ámbitos rurales como Zegama o Aretxabaleta es casi imposible. Son muy poquitos y muy señalados los que salen, por eso creemos que el trabajo que hay que hacer a nivel provincial, de pequeños municipios, es ingente. Uno de los grandes objetivos de Gehitu en estos momentos es salir de Donostia. Tenemos muchos socios de pequeños pueblos, pero nuestro gran objetivo es trabajar en sus pueblos. No centralizarnos. Para los socios es muy cómodo venir a Donostia, pero es en Aretxabaleta donde tenemos que estar, donde tenemos que dar conferencias y hablar en su instituto. No queremos salir a conquistar provincia, pero tenemos cerca de 200 socios distribuidos por los pueblos, hay mucha gente que nos necesita.
¿Qué formas de actuación pretenden abordar?
Queremos que nuestra presencia sea mucho mayor. Que sea una presencia constante, con programas, exposiciones, charlas, películas o campañas concretas. Nos gustaría insistir en todas las localidades y hablar con representantes municipales, para que este tipo de iniciativas tengan cabida. Por ejemplo, en Legazpi dimos una charla sobre cómo es la situación actual de los gays y lesbianas a nivel mundial y funcionó muy bien. Son conferencias que pueden ser itinerantes y que pueden transmitir el mensaje de la lucha a diferentes lugares, para que se sepa que estamos ahí. Lo más interesante es lograr la implicación de la gente de cada pueblo. Pero es algo que vamos a tener que conseguir muy poco a poco, porque siempre le será más fácil a uno de Legazpi ir a dar la charla a Arrasate que hacerlo en su propio pueblo, y para todos es más fácil trasladarse a una ciudad. Es increíble que todavía, después de grandes progresos y leyes aprobadas, haya que echarle un par de narices para estar en esos sitios. Es algo que hay que pedirle a la gente de los pueblos: “Sal del armario en tu pueblo, en tu entorno, porque esa es la única manera de ayudar a la gente de tu propio ámbito”.
Y, ¿cómo se vive la homosexualidad en las diferentes etapas de la vida?
Si toda esta polémica se traslada a franjas de edad como la infancia, la juventud o la vejez, las realidades se complican. Son momentos de la vida muy especiales en los que es mucho más difícil vivir la homosexualidad. Los jóvenes sí han crecido con mayor libertad, y parece que les ha tocado vivir con muchas más referencias. Pero también es cierto que entre ellos mismos se mueven con códigos de líder, de no aceptar al diferente. Y entre esos diferentes, el colectivo de gays y lesbianas es el de los más vapuleados. Hay estudios que demuestran que uno de los principales motivos que provoca el suicidio entre los adolescentes es el hecho de sentirse gay o lesbiana. Estar presentes en el ámbito educativo es otro de nuestros frentes más importantes. Desde hace cuatro años ofrecemos charlas, y los que más fácilmente se han animado han sido los institutos de la red pública. Al principio se hacía de modo voluntario, pero ahora ya tenemos a un grupo de profesionales que se encargan específicamente de esto. Cuesta muchísimo más entrar en la red privada y religiosa. A los niños y adolescentes gays y lesbianas les tiene que llegar el mensaje de que son iguales que el resto y que tienen el derecho de vivir su sexualidad en plena libertad.
¿Diría que a la sociedad vasca le cuesta aceptar que existe un colectivo gay? ¿Es muy conservadora?
Hay muchísima homofobia. La sociedad vasca es muy tradicional. El lema “Jaungoikoa eta lege zaharra” está ahí, y marca. Se está evolucionando mucho, pero a la mayoría de las personas les cuesta cambiar de perspectiva, y no lo hacen si no tienen a alguien conocido que sea gay o lesbiana y conozcan quién es y cuál ha sido su proceso. Normalmente, la homosexualidad se percibe como una cosa de otros, hacia la que se siente cierto rechazo. Cuando tienes a alguien cerca de quien quieres y aceptas, es más fácil aceptar la realidad de los gays y lesbianas, y el hecho de ponerle cara al problema te hace ser más abierto y ver más positivamente otras situaciones.
Pero la realidad social está cambiando a pasos agigantados. Cada vez son más frecuentes los distintos tipos de familia.
La verdad es que hoy en día la variedad familiar es muy amplia. Y en este contexto sí hay niños que viven con dos madres o dos padres. Todavía son pocas las familias homoparentales, pero están ahí. Hay que abrir este tipo de realidades a los niños, es un reto de futuro, pero también de presente, en el que estamos pisando fuerte. Hay un trabajo muy grande que hacer especialmente en el campo de las mujeres. Los hombres que vivían juntos siempre han sido “maricones”, pero dos mujeres que vivían juntas eran “amigas”. Es como si la mujer no tuviera ni sexo, y esto es algo terrible, porque la lucha es mucho mayor. Dos mujeres que viven juntas y se aman y son capaces de criar a un niño en amor forman una realidad a la que hay que poner un nombre, porque lo que no tiene nombre no existe. En este sentido, aunque la homosexualidad entre hombres haya estado más insultada con términos como puto maricón, o lo que fuera, puede ser incluso algo positivo, porque, al menos, tiene nombre, porque somos visibles, y la sociedad considera que existimos. Sin embargo, con las mujeres el trabajo es más largo.
¿Cómo se vive esta realidad en el periodo de la vejez?
Es un tema que te pone los pelos de punta. Hay que pensar que hay el mismo número de gays y lesbianas en las diferentes etapas de edad de los seres humanos. La gran mayoría de los socios de Gehitu se encuentran entre los 25 y los 45 años, puede haber algunos más mayores o más jóvenes. Pero, ¿dónde están las personas mayores de 50 años?, muchos han vivido una vida que se han sentido obligados a vivir y de la que han sido incapaces de salir. Pero, incluso, aquellos que la han llevado más o menos bien, o que han salido a otras ciudades o países, llegan a cierta edad y se sienten solos, sin una familia o hijos que les arropen. Y llegan a los asilos como si fueran totalmente heterosexuales. Porque hoy en día parece inadmisible ser homosexual en un asilo. Con lo cual, tenemos los asilos con muchísimos homosexuales, cuya gran mayoría ha sido incapaz de salir, pero también con personas que, aunque hayan llevado una vida más o menos libre afectivamente, se ven obligados a volver al armario. La vejez es una etapa terriblemente dolorosa, y en la que tenemos que incidir.
Los objetivos de Gehitu están en Mauritania y fuera de Euskadi, pero también hay muchos frentes en los que hay que trabajar y que se encuentran en nuestro entorno más inmediato.
Según informaciones vertidas por las últimas estadísticas, entre los transexuales existe una tasa de desempleo del 80%, es un dato alarmante.
Es algo terrible. Esperemos que esta realidad vaya cambiando en la medida en el que en su carné de identidad aparezca su verdadero nombre. Se trata de algo fundamental, porque cuando tú vas a buscar trabajo con apariencia masculina y en tu carné pone que te llamas Antonio, nadie te cuestiona, tú eres Antonio y punto. Pero si vas a buscar trabajo con apariencia totalmente masculina y en tus documentos pone que eres Aitziber, tienes que dar explicaciones y se crean situaciones muy homofóbicas. Hasta ahora, los transexuales se han visto avocados, en una mayoría aplastante, a la prostitución, porque era la única salida económica a la que podían acceder. Esa ley a través de la cual, el nombre de los papeles va a corresponder con el sexo, es fundamental, porque posibilitará que cesen humillaciones que se dan en situaciones tan cotidianas como la cola del supermercado. Si no se conoce el sufrimiento que hay detrás, la primera reacción de la gente es de rechazo. Con suerte, la ley del cambio de nombre en la identificación va a cambiar radicalmente situaciones que en estos momentos son terribles.
Cada vez son más los personajes públicos que declaran abiertamente su homosexualidad, es algo que les resultará de ayuda.
Sí, es algo que ayuda muchísimo. Antes, los únicos gays y lesbianas que salían a la luz eran un poco de chiste, con mucha pluma, muy unidos al mundo de los cómicos. Parecía que eran los únicos que existían. Pero la salida a la vida pública de gays y lesbianas de todo tipo es algo muy favorable. Además, hay series de televisión como Hospital Central, que narra una relación de lesbianas con naturalidad, que hacen una labor educacional para la sociedad que es muy importante. Pero tampoco es una panacea. Las asociaciones todavía tenemos mucho que hacer en ese proceso de socialización, porque la televisión siempre parece que refleja el mundo de los artistas. Todavía hay muchísimos ámbitos en los que la homosexualidad está muy presente y en los que no ha salido ninguno, como en al ámbito taurino, el del fútbol o el militar. Sin embargo, en el mundo del arte ha sido algo más frecuente. Es de agradecer que en estos campos la gente salga del armario, pero es en el día a día donde hay que trabajar.
Y el trabajo que está haciendo Gehitu es, cada vez, más notorio.
La verdad es que se están dando unos pasos muy grandes en la asociación. Por ejemplo, tenemos nuestra propia comparsa de Caldereros, como cualquier otra asociación de vecinos, en la que puede participar quien quiera. Contamos con la formación coral Gehitu Abesbatza, donde puede cantar cualquiera, y en la que es notoria la presencia de gente de la ONCE, que se han apuntado porque han encontrado calidez y se sienten bien acogidos. También tenemos un grupo de teatro y otro de monte. No hay que ser gay ni lesbiana para participar. En la medida en que se va apuntando más gente y esto se abre, se da un proceso de normalización muy bueno. Es algo que tendremos que ir ampliando con una tamborrada o con un grupo de Carnavales de Tolosa. Pero es muy difícil que los socios tolosarras organicen allí una comparsa, al igual que es complicado que los socios de Arrasate participen activamente en el Maritxu Kajoi. Además, tenemos presencia en celebraciones como Kilometroak o Herri Urrats, porque nos parece que hay que estar ahí, en igualdad con otro tipo de asociaciones.
Es miembro de Gehitu desde los comienzos, ¿cómo recuerda el principio?
Gehitu surgió de un grupo de amigos que se fue haciendo más grande. Empezamos a organizar fiestas en casa de Iñigo Lamarca y en mi casa, y llegó un momento en el que éramos demasiados, y nos surgió la posibilidad de utilizar un local de la calle Larramendi, en el centro de Donostia, donde empezamos a organizar fiestas a las que acudían más de 100 personas. De pronto nos percatamos de que empezábamos a tener un gran poder de atracción. En ese momento éramos sólo hombres, y el formar parte del colectivo nos ayudó a sentirnos apoyados, arropados por una familia que estábamos creando. Nos dimos cuenta de que teníamos que ayudar a mucha otra gente, y el único modo que entendíamos era a través de las instituciones, pidiendo ayudas que nos permitieran llevar a cabo las acciones que considerábamos necesarias. Había otros colectivos en Euskadi, pero nos parecía que eran mucho más reivindicativos, que no ofrecían servicios, y nosotros estábamos convencidos de que al colectivo gay había que ofrecerle algo más que el mundo de la noche, creíamos que era necesario crear otros espacios. Estoy hablando de hace 10 años, una época en la que el único modo de ligar era acercarse a las zonas o los bares de ambiente. Al primer mes de crearse Gehitu ya formamos el grupo de monte. Siempre hemos funcionado con la intención de conseguir un doble objetivo: uno más social de ayudarnos entre nosotros, y otro con tinte más político, porque hemos creído que teníamos que dar la tabarra allí donde pretendíamos conseguir algo, y que teníamos que caminar de la mano de las instituciones para lograr nuestros objetivos. Entonces empezamos a organizarnos de una manera más política, y designamos a un coordinador, poco a poco fuimos creciendo, casi sin darnos cuenta. A los cuatro o cinco años el Ayuntamiento de Donostia nos dio la medalla al mérito ciudadano, con lo cual en 6 años éramos un grupo de referencia. Diez años después, el volumen de gente y actividades de Gehitu ha crecido mucho y somos muy conocidos. Acabamos de hacer una exposición en el edificio de Tabacalera, en Donostia, que, además de exponer nuestra labor, ha mostrado una forma de trabajar colectiva y sin demasiado presupuesto. La grandeza de Gehitu son sus socios.
Nunca han tenido demasiados problemas para contar con el apoyo de las instituciones.
Desde el primer momento hemos contado con Iñigo Lamarca, que conocía muy bien el funcionamiento de las instituciones, pero también hemos hecho un gran trabajo de investigación. Además, creo que si a las instituciones les presentan un proyecto serio te apoyan. Nosotros hemos sabido hacerlo desde el primer momento. Tanto Gobierno Vasco, Diputación como los distintos ayuntamientos nos han apoyado.
¿Afirmaría que Gehitu es un referente a nivel estatal y europeo?
Conociendo cómo están en el resto de asociaciones, creo que si no la más fuerte del estado es una de las tres o cuatro más fuertes. Si tenemos en cuenta que las entidades paralelas se encuentran en ciudades que superan el millón de habitantes, la diferencia es mayor, porque estamos hablando de una asociación muy fuerte que ha crecidos en una provincia tan pequeña como Gipuzkoa y en una ciudad de 200.000 habitantes.
¿Cómo es el día a día de Gehitu?
Cualquiera que venga a Gehitu, sobre todo por las tardes, se va a encontrar la sede con bastante ebullición de gente. Hay actividades y comisiones de trabajo de Sida, Cooperación Internacional o Educación, entre otros. El coro ensaya todos los martes y sábados a la tarde, por ejemplo. La mañana es más administrativa, y hay cuatro personas expresamente liberadas para la administración; dos mujeres y dos hombres. La presidencia también es compartida, entre Olga Alarcón y yo.
No es necesario ser gay o lesbiana para formar parte de Gehitu.
No, y por suerte, cada vez es más el número de gente heterosexual que se acerca, se hace socio y participa en diferentes actividades.
¿Se sienten marginados en alguna ocasión?
En las fiestas que hacemos en la Jareño (Casa de Cultura de Egia, Donostia) nos sentimos muy cómodos porque es un entorno cerrado en el que estamos a gusto. Son fiestas muy divertidas, a las que se apunta gente de todo tipo. Creemos que es un proceso de normalización importante, porque cualquiera puede sentirse cómodo y dos mujeres se pueden dar un beso sin que nadie les diga nada. Pero de cara al exterior, sí hemos vivido momentos en los que no siempre nos han acogido bien. Hemos acudido a cerca de 15 pueblos a repartir folletos, en algunos nos han acogido bien, pero en otros no tanto. Aunque yo diría que generalmente la gente nos recibe bien y quien no nos apoya normalmente se calla, porque cada vez hay más miedo a verbalizar la oposición que sienten hacia nosotros.
¿Para usted ha sido duro vivir y expresar su condición sexual?
He cumplido 44 años, 18 a comienzos de la democracia. Además, a mí me tocó vivir en un entorno muy religioso, en el que ser homosexual era una pesadilla. Me movía en el grupo de la parroquia de forma muy militante, y hasta los 24 años no fui capaz de salir del armario. Recuerdo perfectamente cómo rezaba en misa diaria para no ser homosexual. Para mí era un peso enorme que me costó mucho asimilar. Y cuando logré salir decidí romper absolutamente con mi mundo anterior. Fue una liberación y una obligación al mismo tiempo y me metí en EHGAM (Euskal Herriko gay-les askapenerako mugimendua) muy concienzudamente. Fue un cambio radical y como todo cambio radical no fue nada fácil. Pero cuando di el paso me encontré con esta cuadrilla de gente que 10 años después creamos Gehitu, y tuve la oportunidad de vivir con ellos mi homosexualidad. El crecimiento como homosexual una vez di el paso fue muy sencillo, porque me encontré con un grupo de amigos gays que me arropó. Pero hasta los 24 años lo pasé muy mal, haciendo todo lo posible por enamorarme y salir con chicas, porque no encajaba en ningún ámbito.
A este respecto, la situación ha cambiado mucho.
A los jóvenes de Gehitu les impresionan mucho nuestras historias. Hay socios que todavía no han cumplido los 18, con los que hay que tener un cuidado muy especial, porque son demasiado jóvenes. Los que más se implican en la militancia son aquellos que han sufrido bullying, o lo que sea. Hay niños que han sufrido mucho en clase y nos llegan casos desde los colegios. Los que no lo han sufrido en sus propias carnes están muy a gusto y militan poco. Nos gustaría que hicieran más por sus amigos y compañeros, porque todavía hay muchos jóvenes que lo pasan fatal. Pero eso es algo que se da en todos los movimientos sociales, a los jóvenes les cuesta implicarse.
- Amando Pavía Castroviejo (Donostia, 1962)
- Cursó estudios de Magisterio en Donostia, ciudad en la que ejerce como maestro de Primaria en el Colegio Público de Amara Berri.
- Participó en la creación y nacimiento de Gehitu en 1997 junto con un grupo de amigos.
- En 1999 entró en la directiva de la asociación, accediendo a la presidencia en Octubre de 2004, año en que Iñigo Lamarca, anterior Presidente de Gehitu, es nombrado Ararteko.
- En la actualidad copreside la asociación junto con Olga Alarcón.