- La ignorancia de El Vaticano
- El Plural, 2008-12-06 # Pilar Rego • Educadora Social y bloggera
Como argumento para su negativa esgrimen el “valor político” de la propuesta francesa. Tanto Federico Lombardi, portavoz del Vaticano como Celestino Migliori, representante en la ONU de la misma organización, hicieron declaraciones antes de los medios de comunicación para defender lo indefendible, que no es otra cosa que la postura incongruente de la iglesia ante la homosexualidad.
Rizando el rizo, Migloiri dice que en la propuesta francesa se pide “que añadan nuevas categorías protegidas de la discriminación” y ello creará “nuevas e implacables discriminaciones” porque “los estados que no reconocen la unión entre personas del mismo sexo como matrimonio serán puestos en la picota y serán objeto de presiones”. El Vaticano ignora que la OMS hace muchos años que no considera la homosexualidad como una enfermedad y reconoce el mismo respeto para todas las orientaciones sexuales.
En el mes de octubre el Vaticano hizo público un documento, presentado por el prefecto de la Congregación para la Educación Católica Zenon Grocholewski, que tiene como título “Orientaciones para el uso de las competencias de la psicología en la admisión y la formación de los candidatos al sacerdocio” y aparentemente su único fin es impedir que los homosexuales puedan convertirse en sacerdotes.
En este texto se dice que “las personas con una identidad sexual incierta o con tendencias homosexuales fuertemente asentadas no podrán ser sacerdotes”.
Define la homosexualidad como “una desviación, una irregularidad y una herida que no permite desarrollar adecuadamente la misión sacerdotal”. Para valorar la tendencia de los futuros sacerdotes se recomienda a los responsables de los seminarios que soliciten la valoración de un psicólogo.
Si tenemos en cuenta que a los sacerdotes se les exige castidad ¿qué trascendencia tiene su inclinación sexual?
Estas medidas discriminatorias fueron ideadas por Juan Pablo II después de varios escándalos por casos de pederastia cometidos por sacerdotes católicos en el ejercicio de su ministerio sacerdotal. El deterioro de la imagen de la Iglesia fue evidente y el Vaticano tuvo que pagar cuantiosas indemnizaciones.
La oposición de la Iglesia a reconocer públicamente la homosexualidad de sus representantes tuvo una amplia repercusión mediática hace unos meses. Benedicto XVI en su afán por agilizar la beatificación del cardenal Newman destapó la Caja de Pandora al ordenar la exhumación de sus restos. John Henry Newman se convirtió al catolicismo a los 44 años en 1845. Antes de su conversión fue una de las principales figuras del Movimiento de Oxford, movimiento que intentó la aproximación de la Iglesia Anglicana de Inglaterra a sus raíces católicas romanas. Hasta aquí todo parece correcto y es muy probable que no suscitase demasiada atención de los medios pero este hombre, cuyo proceso de beatificación está en curso, fue enterrado en un pequeño cementerio, Rednall Hill, en las afueras de Birmingham y su tumba la compartió, por expreso deseo suyo, con su amigo y compañero Ambrose St. John. La separación de los restos mortales de ambos sacerdotes, a instancias del Vaticano, suscitó una fuerte polémica.
El movimiento gay del Reino Unido acusa al Vaticano de manipular la verdadera intención de esta exhumación, según este movimiento lo que se esconde tras ella es ocultar las verdaderas tendencias sexuales del cardenal, quien antes de morir dejó escrito: “Deseo de todo corazón ser enterrado en la tumba del padre Ambrose St. John. Es mi última e imperativa voluntad”.
Los activistas gays identifican estas palabras con la intención de “salir del armario” pero la Iglesia Católica califica de absurdos estos planteamientos a pesar de que reconoce que Newman, cuando murió su amigo St. John, comparó su dolor con el que siente un marido cuando pierde a su esposa.