- Arte en el armario
- Perseguidos o celebrados, artistas de todos los tiempos han plasmado en sus obras imágenes de parejas homosexuales en actitud más que cariñosa
- Sur Digital, 2008-08-23 # Angeles Peñalver
EL armario que escondía a los homosexuales antes de su salida a la luz es inmenso. En sus cajoneras, entre otras cosas, se guardaban cuadros y obras de arte desde la antigüedad clásica, aunque, aún hoy, al mirar cualquier libro de texto de historia podríamos creer que ninguna sociedad celebró el amor entre hombres, que jamás un pintor, un poeta o un escultor abrieron su cama o su corazón a otro varón. Las pruebas del amor homosexual fueron durante la Edad Media duramente perseguidas, pero los ojos de los artistas han permanecido al acecho desde siempre para recrear lo que hombres con hombres y mujeres con mujeres hacían cuando creían no ser vistos.
No sabemos si 'Los peluqueros del faraón' -una imagen de dos hombres en actitud cariñosa ubicada en una tumba de época faraónica- eran conscientes de que estaban siendo observados cuando se estaban acariciando. Lo cierto es que 'su lugar de residencia', la zona arqueológica de Saqqara, a unos 35 kilómetros al suroeste del centro de El Cairo, se ha convertido hoy en reclamo para el turismo homosexual.
«En la antigua Grecia, el amor entre hombres era análogo en multitud de aspectos a los matrimonios; se consideraban igual de importantes en la vida del individuo y encontraban su sitio en el marco de la mitología griega», señala el historiador granadino Eduardo Maldonado. En la guerra, los soldados solían pelear codo con codo con sus amados. No es un escándalo, por tanto, que los jóvenes Céfiro y Jacinto fundan sus cuerpos con absoluta libertad en la decoración de una copa de vino del siglo V antes de Cristo que se conserva en el Museo de Arte de Boston. La relación amorosa entre mujeres también se manifestó gráficamente en el mundo helénico, donde aparecen vasijas de temática lésbica ya en el siglo V a. C.
La Copa Warren
Pasando las páginas del libro 'Sexo en Roma' se suceden imágenes artísticas subidas de tono que revelan que en el Imperio las conquistas -de todo tipo- eran muy frecuentes... desde las ruinas de Pompeya y Herculano o las piezas del antiguo gabinete secreto del Museo de Nápoles, hasta esa joya de la platería (muchos años oculta) que es la Copa Warren, con penetración anal incluida, el legado de estampas homosexuales de los romanos es bastante generoso. Eso sí, desde que (con los edictos de Teodosio) el cristianismo fue declarado única religión del Imperio en el año 381, mucho arte llamado pagano o licencioso fue destruido.
En el Occidente premoderno (hasta el siglo XVIII), el amor entre parejas del mismo sexo se ocultó férreamente y sólo salía a la superficie cuando los amantes tenían la desgracia de verse descubiertos. En la Edad Media, en definitiva, esta condición fue reprimida de forma tal que apenas se encuentran referencias históricas al respecto.
Años más tarde, Miguel Ángel adornó sin pudor la Capilla Sixtina con espléndidos desnudos masculinos. Leonardo se atrevió a desafiar los límites de la masculinidad y pintó, por ejemplo, a San Juan Bautista con un rostro absolutamente feminizado. Domenico Cresti exhibió a dos bañistas absolutamente erotizados allá por el siglo XVI. En la misma época, Bartolomeo Cesi retrató sin dobleces a dos jóvenes morreándose, una estampa que hoy no escandaliza a ninguno de los visitantes de la Galería de los Uffizi, en Florencia.
Amazonas y pasiones amorosas entre mujeres salieron de las paletas de los pintores del siglo XVII. Años más tarde, algunos ya se atrevieron a mostrar a dos mujeres en algo más que en una simple actitud amistosa.
«Hasta el siglo XIX no se utilizó el término 'homosexuales', pero queda claro que, con apelativo o sin él, siempre hemos existido», añade el pintor Hugo Izquierdo .
Ya en plena época contemporánea, los gays y las lesbianas conquistan lienzos y parcelas del arte dejando atrás los miedos y tabúes de épocas precedentes. Uno de los pintores que se atreve con este tratamiento es Ingrès, que sitúa el erotismo lésbico en un baño turco oriental, mostrando a las mujeres en actitud pasiva e indefensa donde el hombre occidental puede dar rienda suelta a sus fantasías eróticas sin sentirse amenazado.
Pintor de mujeres
Pero el pintor de mujeres amantísimas por antonomasia, en el XIX, fue Coubert. En 'El sueño' representa una de las primeras escenas lésbicas de la historia en la que la luz resbala por los dos cuerpos y acentúa la sexualidad de la composición, precediendo en temática a las más populares estampas de Toulouse-Lautrec, que desafió la moralidad de la época en 1892 con su cuadro 'El beso'.
En esta misma época triunfó la llamada pintura dandy, en la que un Jean Delville profundamente esotérico inmortalizó a jóvenes desnudos en el campo en 'La escuela de Platón', mientras que Jean Broc hizo lo mismo en 'La muerte de Jacinto'.
La pornografía, en los albores del siglo XX, se llenó de grabados y tarjetas homoeróticas firmadas por Jean Cocteau, Paul Avril, Elisar von Buffer y Autrey Beardsley. Por aquellas fechas, Wilhelm von Plüschow (1852-1930) se erigió como pionero fotográfico del desnudo masculino.
Pero aún faltaba la eclosión. De manos del informe Kinsey (1948), se puso de manifiesto que un 37% de la población masculina había tenido relaciones homosexuales. Aparecieron así los movimientos de liberación homosexual, el matrimonio gay Ya no era necesario escandalizar. La plástica gay, el homo arte, luchó por llegar al lugar que se merecía: las galerías y los museos.
Andy Warhol se apresuró a inventar las bases del pop art, estética popular que bebe de las cosas cotidianas (una lata de sopa, un actor porno). En su factoría apadrinó artistas que se movían como pez en el agua en diferentes disciplinas, la mayoría de ellos gays o bisexuales. 'Male couple', un dibujo en el que aparecen dos hombres en pleno encuentro amoroso, es sólo una muestra de la libertad de este autor que inmortalizó a Marilyn Monroe en sus famosas serigrafías. Francis Bacon plasmó en sus cuadros una pincelada agresiva, fruto de su vida junto a sus amantes callejeros.
Ya a finales del XX, Robert Mapplethorpe fue el cabecilla de la estética gay, célebre por sus fotografías blanco y negro de gran formato, especialmente desnudos. «Eso sí, aunque ya era una época de desinhibición, el descaro erótico de alguno de sus trabajos le generó más de una polémica durante su carrera», concluye el fotógrafo José Carlos Juárez.