- Temor a una marcha atrás en los derechos femeninos
- El acoso conservador a la libertad sexual y al aborto centran las manifestaciones del 8 de Marzo
- El País, 2008-03-09 # June Fernández · Bilbao
Tales avances entrañan el riesgo de caer en la autocomplacencia, en un espejismo igualitario que esconda la discriminación que las mujeres soportan todavía en el trabajo, la familia y la participación social. Este año, los ataques de la derecha a la diversidad sexual y al derecho a abortar han motivado que las feministas hablen incluso de cierto retroceso en los derechos de las mujeres. A ese asunto se dedicaron ayer las marchas del Día Internacional de la Mujer, que reunieron a varios miles de personas en distintas localidades de Euskadi. Sólo en Bilbao se concentraron cerca de 2.000 ciudadanos.
El colectivo feminista Lanbroa recuerda que el derecho al aborto tiene que ver "con la libertad de las mujeres para planificar su propio proyecto de vida, gestionar su cuerpo, decidir si quieren realizar o no la maternidad y diseñar formas propias de amar". "Falta voluntad política para regular el aborto. Sólo se han puesto parches, y en cuanto ha habido denuncias han empezado los problemas", destaca la Asamblea de Mujeres de Bizkaia (AMB). Marta Brancas, una de sus miembros, reclama sacar el aborto del Código Penal, poner medidas para realizar interrupciones de embarazo en la sanidad pública, donde apenas se practican el 3% de los abortos que se registran en Euskadi, regular la objeción de conciencia y mejorar la coordinación entre Sanidad y Educación para optimizar la educación sexual.
La "derecha envalentonada", en palabras de Brancas, no ha dudado en salir a la calle para defender la familia tradicional. Por ello, la coordinadora feminista en la que se integra la AMB protestó ayer contra esa "imposición de un modelo único que establece relaciones jerárquicas entre los sexos e impulsa la dependencia emocional y económica de la mujer".
Si el PP gana hoy las elecciones, Mariano Rajoy no ha dejado claro qué hará con el derecho de gays y lesbianas para casarse y adoptar. Charo Gómez, quien afirma que casarse con su novia le ha dado "mucha fuerza ante los demás", teme esa victoria de la derecha. "Me asusta porque quieren volver atrás, aunque tendrían que pasar por el Parlamento y el Tribunal Constitucional, y no creo que se puedan anular las bodas ya realizadas", señala. Si le quitasen derechos, se plantearía dejar de pagar impuestos. "Si no tengo derechos no tengo por qué cumplir obligaciones", arguye.El cuerpo de las mujeres "sigue sin ser respetado y valorado" en campos como la medicina, la comunicación o la publicidad, añade Lanbroa. Esa invisibilidad de la sexualidad femenina se traslada también a las lesbianas, subraya Gómez, pues carecen de la presencia pública de los gays. "Para la sociedad, las mujeres sexualmente no existimos", opina.
Las leyes para combatir la violencia contra las mujeres no han contribuido aún a reducir las cifras de asesinadas y las agresiones sexuales siguen siendo muy frecuentes (334 delitos por ese motivo fueron denunciados ante la Ertzaintza en 2006). La ONG Mugarik Gabe alerta incluso de un retroceso en la alarma social por esta causa: "Se ha pasado de la invisibilización a que los medios de comunicación traten la violencia como si fuera absolutamente ajena a nosotras, como si estos actos los realizaran hombres que no pertenecieran a esta sociedad. Se corre el riesgo de acostumbrarnos a esta violencia". Brancas cree que a las medidas policiales hay que añadir un análisis en profundidad de "por qué se desprecia tanto a las mujeres".
"El acceso de las mujeres al mercado laboral y los espacios públicos no ha venido acompañado de una asunción significativa por los hombres del cuidado del espacio privado: el hogar y los hijos". Así lo subraya Izaskun Moyua, directora de Emakunde, instituto que ha dedicado su campaña de este año a impulsar la corresponsabilidad en el trabajo doméstico, el 70% del cual sigue recayendo en las mujeres, el mismo porcentaje que hace una década. La campaña se dirige a los hombres, a quienes les beneficia "compartir tareas para no limitar su capacidad de cuidar". "Y también por coherencia: a ellos las mujeres les cuidan a lo largo de toda su vida", abunda.
"El trabajo doméstico y reproductor ha de ser reconocido, valorado y remunerado justamente", sostiene Lanbroa. Las madres también se enfrentan a otro retroceso en sus derechos. CCOO ha denunciado esta semana que las prestaciones por riesgo durante el embarazo bajaron un 54% en 2007, ahora que son las mutuas en vez de la Seguridad Social las que las gestionan.
La igualdad se ha convertido en una estrategia de mercado. Las grandes empresas lucen su imagen corporativa en estas fechas anunciando planes de igualdad o su apoyo a las empresarias. Esa propaganda contrasta con los datos sindicales, que demuestran que las trabajadoras sufren más precariedad, inestabilidad, paro y siguen ganando menos (hasta un 26%) que los hombres por igual trabajo.
Las ONG alertan de la creciente feminización de la pobreza. Las limitaciones que impone la ley de Extranjería derivan además a las inmigrantes al servicio doméstico y la hostelería, dos de los sectores menos regulados y con mayor riesgo de explotación laboral.
La jornada de ayer se ensombreció por la prohibición en ciudades españolas como Madrid y Pamplona de celebrar la tradicional manifestación del 8 de Marzo, con el argumento de que era la jornada de reflexión para la cita de hoy en las urnas. Las feministas criticaron el miedo de los dos grandes partidos, PSOE y PP, a que las mujeres se expresen a favor de sus derechos y libertades.
- La desigualdad
- Las mujeres ya son mayoría en el alumnado de la upv. En secundaria, repiten menos que los chicos.
- Las trabajadoras cobran de media un 26% menos que los hombres. La tasa de actividad femenina descendió en 2007 por primera vez desde su incorporación masiva al trabajo. Su tasa del paro casi dobla la masculina (7,55% frente a 4,3%).
- El 70% de mujeres no tiene renta o sus ingresos anuales no alcanzan los 12.000 euros, frente al 37% de hombres.
- Las mujeres asumen el 70% del trabajo doméstico.
- En 2006, sólo el 3,8% de los hombres compartió con su pareja el permiso de paternidad y el 6,12% pidió excedencias oreducción laboralpara cuidar a los hijos
- El 36% de mujeres se ocupan solas del cuidado de los hijos; el 32% recurre a servicios especializados, y el 22%, a familiares. El 40,6% de hombres delega en su conyugue el cuidado infantil
- La pobreza grave en las mujeres ha aumentado un tercio en los últimos años, y en los hombres disminuye.
- Entre 1999 y 2006, 15 mujeres fueron asesinadas por sus pareja o ex parejas en Euskadi
- Ainara Gutiérrez · Ingeniera
- "Si vales, la empresa no te quiere perder por ser madre"
A Ainara Gutiérrez (Getxo, 1984) siempre le han gustado las máquinas, así que siguió la tradición familiar de estudiar Ingeniería. Se ha licenciado con la calificación más alta de quinto curso (9,22). Las mujeres suponen el 30% del alumnado de la Escuela de Ingeniería de la UPV, pero han copado la mitad de diplomas a los mejores estudiantes.
Trabaja en Madrid y, por ahora, nunca se ha sentido discriminada. "Entré a la vez que cuatro chicos y cobramos lo mismo. Hay menos jefas, pero igual es que hasta ahora no había tantas ingenieras capacitadas. Poco a poco irá cambiando", subraya.
Le preocupa cómo conciliar cuando quiera ser madre. "Será difícil, pero espero que la empresa me dé horarios flexibles. Si vales, a la empresa no le interesa perderte por ser madre. Si no, intentaría que mi pareja me ayudase para no dejar de trabajar. Las chicas somos mejores estudiantes; si tenemos más futuro, al hombre no le importará quedarse en casa", defiende. Cree que cuando viva con su novio repartirán las tareas.Se solidariza con las mujeres investigadas por abortar. "Es un trago que nadie pasa por gusto. Hay que regular la objeción de conciencia", dice. La violencia contra la mujer le parece incomprensible, "y menos en un joven, que ha vivido con chicas desde pequeño".
- Chus Vázquez - Ama de casa
- "Mi trabajo doméstico equivale a un gran sueldo"
Chus Vázquez (Bilbao, 1962) se hallaba embarazada de su segundo hijo cuando la empresa en que trabajaba le quitó la jornada reducida. Tenía derecho a seis años, pero los sindicatos le dijeron que poco podía hacer, así que decidió ser ama de casa. Ahora está contenta: "No me frustra y mi marido me valora mucho. Coopera siempre". Él no hubiese dejado su empleo "por algo educacional y porque tiene una carrera. Su esfuerzo fue mayor".
Dice que él se preocupa porque no le falte nada cuando sea anciana. Y si decide separarse, la dependencia económica no le coartará: "Mientras que mis hijos fueran menores, tendría recursos. Me buscaría trabajo; limpiar si hace falta. Otras mujeres han rehecho su vida sin problemas".
Entiende que a las jóvenes ser madre les parezca un lastre: "Es ridículo estudiar una carrera durante años y no poder ejercerla. Es una disyuntiva muy complicada, hacer aquello a lo que has dedicado la vida, o los hijos". Para evitar ese trago, reclama que las empresas ofrezcan horarios flexibles y paguen "sueldos decentes" por media jornada.
El suyo es un oficio "desprestigiado": "Te dicen que lo puede hacer cualquiera, pero nos tendrían que dar algo, poder cotizar. Mi marido calculó lo que gano por quedarme en casa. Lo que pagaría por guardería y limpieza equivale a un gran sueldo".
- Iratxe Ortiz - Educadora social. Vive en pareja
- "Si no negociara las tareas con mi pareja, haría yo todo"
Iratxe Ortiz (Bilbao, 1978) trabaja como educadora social y convive con su pareja, con el que intenta negociar las obligaciones domésticas. "Él limpia el baño y friega. Yo cocino y plancho, pero termino haciendo yo más, una hora y media al día y él la mitad. Si no negociara las tareas con él, haría yo todo. Me siento un poco maruja", se lamenta. Cree que lo mismo les ocurre a la mayoría de las jóvenes que viven en pareja.
Se plantea ser madre, pero le preocupa cómo influirá en su trabajo: "Si pido una excedencia, estoy un año sin cobrar. Si pido reducción de jornada, mi empresa me la da porque es de servicios sociales, pero económicamente no compensa. Mi pareja trabaja en el sector privado, y si fuera funcionario estaría dispuesto a pedir permiso de paternidad, pero la empresa seguro que le despediría. En todo caso, no me planteo renunciar a ser madre por el trabajo, ni al empleo por tener hijos".
Para que las mujeres no deban elegir, reclama horarios continuos. "Así, bastaría reducir dos horas de jornada para coincidir con el horario escolar. Ahora, con las ayudas sociales que hay, casi sale mejor dejar de trabajar que reducir jornada".
Partidaria del aborto libre, destaca entre las desigualdades por sexo la brecha salarial y que la mayoría de altos cargos los ocupen hombres.
- Esther García - Administrativa y madre
- "Da pena que a tus hijos les despierte otra persona"
Cuando termina su jornada como administrativa, Esther García (Palencia, 1962) se encuentra con una casa que limpiar y dos hijos a quienes atender. Tras unos años, ha dejado de contratar a trabajadoras domésticas. "Estoy contenta con cómo ha respondido mi pareja", celebra. "Yo limpio más y ayudo a la mayor con los deberes, así que él atiende más al pequeño. Hacemos aquello para lo que estamos más capacitados", defiende, aunque matiza que la actitud no es la misma: "Limpiar no le sale espontáneamente. Hay que andar recordándoselo".
Nunca se planteó renunciar al empleo o a la maternidad. "He dedicado demasiados años a tener un buen trabajo como para dejarlo y no me he marcado tantas expectativas como para no poder ser madre", aclara. Contratar a alguien quita trabajo, pero resulta "un poquito desagradable". "Da pena que a tus hijos les despierte otra persona, y lo sientes más aún si se ponen enfermos, o se rebelan porque te echan de menos".
Intenta no hacer distinciones al educar a sus hijos. "Los padres podemos hacer mucho por la igualdad". Su hija adolescente le infunde optimismo: "Tiene muchos amigos, incluso mejores que las chicas. En mi época no pasaba". Aún así, aprecia muchas desigualdades, también en su trabajo. "Somos más mujeres, pero los hombres ocupan mejores puestos".
- Luz Marina Serrano - Psicóloga colombiana
- "En la escala social, estamos por debajo de los hombres inmigrantes"
Luz Marina Serrano (Córdoba, Colombia, 1973), psicóloga, emigró sola para mejorar su promoción personal y profesional. En Euskadi, sin papeles, trabajó en el servicio doméstico y la hostelería. Ahora que ha convalidado su título y se ha casado, sigue formándose con la ilusión de ejercer pronto. Es miembro de la asociación de Basauri Mujeres en la Diversidad.
"Muchas venimos formadas, y nos encontramos con trabajos frustrantes. El estereotipo de que no estamos preparadas nos encasilla", deplora. Se sienten triplemente discriminadas "por mujeres, extranjeras y por venir de ciertos países". "Tenemos que demostrar el doble que las autóctonas. En la escala social, estamos por debajo de los hombres inmigrantes, que con menos preparación ocupan mejores puestos", critica. Al menos, las vascas empiezan a valorar que su conciliación a menudo es posible "gracias a contratar a una inmigrante".
"Se habla más de igualdad, pero los hombres siguen demandando a la mujer tradicional", afirma. Su marido, vasco, comparte tareas "espontáneamente". "No podría haberme casado con un machista". Explica la alta incidencia de malos tratos por parte de extranjeros: "Las mujeres nos emancipamos desde que decidimos emigrar. Cuando llegan los hombres, llevamos años de cambio, y ellos se han quedado en otra cultura".Retrasa su maternidad por la falta de estabilidad laboral y le conmueven las inmigrantes que dejan a sus hijos en su país: "Tardar siete años en reagruparlos les genera depresión. Se aíslan sin ocio para ganar dinero rápido". A esta psicóloga le parece que recibir el apoyo de las autóctonas resulta "clave". "Nos sentimos tratadas como a iguales".