- Orgullo 2008: a la salud de Ratzinger y Rouco
- Noticias de Gipuzkoa, 2008-06-07 # Gustavo Vidal Manzanares · Jurista y escritor
Arrastraban sus pasos entre la humedad y la mugre de galerías oscuras, las manos en la espalda, el pelo rapado. A través de un ventanuco cruzado por barrotes, podían ver un pedazo del mundo exterior. El "paisaje" lo formaban garitas, focos, vigilantes y ratas que atravesaban el recinto carcelario. Así fue la vida de cientos de miles de hombres y mujeres, así continúa en muchos lugares. ¿Su delito?... ser gays o lesbianas.
Se estima en 600.000 los homosexuales muertos en los campos de concentración nazis. Muchos fallecieron al asfixiarse con sus vómitos tras sufrir espeluznantes palizas. Otros agonizaron durante días con los intestinos desgarrados a causa de palos introducidos por el ano. Algunos médicos de las SS experimentaron con estas pobres gentes en busca del "gen gay" que "curase" la homosexualidad.
Auschwitz. En Auschwitz-Birkenau fueron aniquilados miles de judíos, polacos, gitanos, homosexuales… hombres y mujeres que un día fueron niños, rieron, crecieron, soñaron, amaron, se emocionaron con un libro o una canción.
La España franquista. En la España de Franco, la Ley de Vagos y Maleantes estableció que "podrán ser declarados en estado peligroso y sometido a las medidas de seguridad… los vagos habituales, los homosexuales, los rufianes y proxenetas". Así, miles de personas fueron detenidas, humilladas y encarceladas por actos y actitudes gays durante el franquismo. No pocos, al pisar aquellos tétricos presidios franquistas, eran violados.
Beneplácito de la Iglesia. La dictadura de Franco saturó las cárceles y perforó miles de tapias con los balazos que, momentos antes, habían atravesado el pecho de los represaliados. La iglesia católica fue un soporte de aquel régimen y, por tanto, cómplice y cooperadora necesaria de aquellos crímenes. Pero, claro, no olvidemos que ser homosexual atenta contra los mandamientos de la "santa madre".
Autodefensa. Hoy, en España, las personas que esparcen su odio y chapotean en sus fobias no pueden ya exterminar a los gays. Para racionalizar (y no olvidemos que la racionalización es un mecanismo de autodefensa) su más que sospechoso odio a los homosexuales, algunos han acuñado la expresión "lobby gay". Y a este "lobby gay" se le atribuye toda suerte de intenciones apocalípticas. El truco no es nuevo. Ya se aplicó con los judíos, los contrarrevolucionarios, los masones, los cristianos, etc. Es la racionalización de quien ve en otros el reflejo de sus deseos ocultos o de las cualidades que les faltan.
El "lobby gay". Así, braman contra el "terrorífico lobby gay" que conspira para "destruir la familia y aniquilar las sagradas tradiciones de Occidente y valores cristianos de nuestra civilización". Por el camino, claro está, el "lobby gay" corromperá niños y empleará un "proselitismo agresivo".
Cóctel de estupidez. Al anterior cóctel de estupidez, mala baba y paranoia, puede agregarse un chorrito de contubernio judeomasónico y unas gotas denigratorias hacia Zapatero. Frente a todo lo anterior, por mi parte, me encantará dedicar y disfrutar el Orgullo 2008 a la salud de Ratzinger y Rouco Varela.
Reprimidos. Y es que albergo la convicción (en algunos casos certeza) de que las arremetidas contra los homosexuales proceden de gays reprimidos, arrimados o no a la sombra de aquellos dos. Se colorea así el ataque a los gays con pinceladas esperpénticas y, dado que no hay mal que por bien no venga, se rinde de este modo homenaje al genial don Ramón María del Valle-Inclán, maestro del esperpento.