- El fracaso de la prevención en los adolescentes
- Las campañas no llegan a los jóvenes
- La generación más formada mantiene conductas de riesgo y actitudes intolerantes. Los mensajes institucionales chocan con los prejuicios y los hábitos arraigados
- "Las chicas no están tomando en libertad decisiones sobre los anticonceptivos"
- "Maricón sigue siendo el insulto más empleado en los institutos"
- El País, 2008-06-22 # June Fernández · Bilbao
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La actual generación es la más informada de la historia. Los medios de comunicación e Internet, así como la mayor oferta de talleres de educación sexual o vial, entre otros, bombardean a diario a los jóvenes con mensajes de prevención y sensibilización. Sin embargo, los diversos estudios revelan que esa información no se traduce en un descenso de las conductas de riesgo y de las actitudes intolerantes.
Los jóvenes echan en falta campañas que lleguen a su entorno más inmediato y que les impacten para convencerles del peligro real de sus hábitos. Los expertos y los organismo sociales critican la brecha existente entre los mensajes políticamente correctos y los comportamientos que los adolescentes se encuentran en la vida real como modelo. Medidas coercitivas como la ordenanza aprobada recientemente por el Ayuntamiento de Barakaldo contra el botellón plasman el fracaso de las acciones de sensibilización.
El abuso de drogas y alcohol es uno de los aspectos que más alarma a la ciudadanía, bombardeada por imágenes de macro-botellones o noticias sobre nuevas drogas de diseño. Pese a conocer los efectos de cada sustancia, uno de cada cuatro jóvenes abusa del alcohol y consume cannabis. El sociólogo Imanol Zubero lo explica señalando a una sociedad que "mitifica el riesgo y lo convierte en objeto de consumo". "Hemos pasado de la cultura de la libreta de ahorros a la de la tarjeta de crédito. Al consumir, nadie hace el cálculo entre lo que gana en el presente y lo que pierde en el futuro. Los jóvenes experimentan hasta que se queman, pero las consecuencias sólo llegan a largo plazo", sostiene. El Gobierno se ha convertido en "un gran moralizante", añade. "Pero recibimos estímulos contradictorios, como la idea de que quien no arriesga no gana".
Los jóvenes ya no se queman respecto al sida. La cronificación de la enfermedad gracias a los tratamientos antirretrovirales ha desencadenado un relajo en el uso de anticonceptivos, señala el director del Plan Vasco contra el Sida, Daniel Zulaika. "Los adolescentes no conocieron la época negra, y la muerte es el principal motor de cambio", apunta. A esa causa añade que hoy se valora más la iniciación en el sexo. La consecuencia ha sido un rebrote de enfermedades venéreas como la sífilis y la gorronea. "Se da la paradoja de que la generación más informada lleva mayores comportamientos de riesgo", concluye.
Esa tendencia está estrechamente ligada a otro dato alarmante: el incremento sostenido de adolescentes que abortan. Izaskun Moyua, directora de Emakunde, lo relaciona con la prevalencia de relaciones desiguales entre mujeres y hombres que reproducen los adolescentes. "Tenemos que preguntarnos cómo negocian sus relaciones y adecuar las campañas a la situación. Sigue habiendo quien impone y quien asume, y las chicas no están tomando en libertad decisiones como las relacionadas con los anticonceptivos. Si no se tiene en cuenta, las campañas no tendrán efecto", sentencia.
Estudios recientes revelan que un alto número de jóvenes cree que ser ama de casa es la opción más deseable para una mujer. Un tercio de las denuncias por violencia machista las interponen menores de 30 años. Ritxar Bacete, experto en masculinidad e igualdad, cree que las actitudes machistas son la suma de tres factores: "A los chicos se les ha educado en el sí a todo y no se les ha preparado para la frustración. Si sumas las desigualdades sociales de género y el uso de la violencia por parte de los hombres para resolver conflictos, es una bomba". Además, señala la "doble moral" entre discurso social y las prácticas de los padres. "¿Conocemos alguna familia igualitaria?", se pregunta. Los datos lo confirman: en casi la mitad de los hogares con adolescentes, todo o casi todo el peso del trabajo doméstico recae sobre las mujeres.
Se espera de los jóvenes que sean progresistas y ellos mismos se definen mayoritariamente de izquierdas, pero los estudios sobre actitudes rebelan que la homofobia y la xenofobia siguen muy arraigados entre ellos. Esas actitudes explican un alto porcentaje de casos de acoso escolar, como recuerdan tanto la asociación de gays y lesbianas EHGAM como la oficina del Gobierno, Berdindu. "Maricón sigue siendo el insulto más empleado en los institutos", recuerda su director, Víctor Santamaría.
SOS Racismo-Bizkaia ha atendido este curso cinco quejas de comportamientos racistas por parte de los adolescentes en los institutos. Kepa Otero, miembro de su Comisión Pedagógica, lo atribuye a la necesidad en la etapa adolescente de "reafirmarse como grupo". "Se identifican las características propias como negación a la de otros grupos, lo que les hace permeables al racismo y la xenofobia", señala. Pero, además, considera clave el aumento de manifestaciones xenófobas en la sociedad: "Los y las adolescentes son un reflejo de ese magma social". En la misma línea, Zubero pide a las instituciones "coherencia", "porque entre dos mensajes contradictorios, prevalece el más arraigado en la sociedad, que es siempre el más tradicional".
- Los datos de las conductas de riesgo
- Alcohol y drogas: El 27,7% de los jóvenes de entre 15 y 34 consume alcohol con exceso. El 25,9% consume cannabis y un 11,6% ha tomado alguna otra droga ilegal distinta en el último año. Los tres datos se duplican en los jóvenes que practican habitualmente el botellón, que representan el 20% del total del colectivo.
- Tráfico: La cifra de jóvenes entre 14 y 24 años muertos o heridos graves en accidentes de tráfico en Euskadi baja cada año. En el 2000 murieron 41 y 267 resultaron heridos graves, frente a los 10 y 90 respectivamente en 2007. Sin embargo, el 39,1% de los jóvenes reconoce haber viajado alguna vez con un conductor que había bebido.
- Sexo seguro: Los casos de sífilis se han multiplicado por 16 en Euskadi en los últimos cinco años. Los abortos voluntarios en menores de 19 años sube desde 1994 (134 frente a los 248 en 2005)
- Violencia machista: El 42% de las denuncias por malos tratos y el 74,6% por agresión sexual en Euskadi corresponden a mujeres menores de 32 años.
- Homofobia: Se estima que el 73% de los adolescentes homosexuales y transexuales vascos han sido insultados por su orientación sexual y el 32% físicamente agredidos.
- Racismo: Entre 2000 y 2004 se multiplicó el porcentaje de jóvenes que consideran que en Euskadi hay demasiados inmigrantes.
- Los adolescentes piden ideas más claras e impactantes
- "Los padres prohíben pero no predican con el ejemplo". Jóvenes y expertos analizan porqué fracasan las campañas
- El País, 2008-06-22 # J.F. · Bilbao
Se sienten reflejo de la sociedad del momento: ni mejores ni peores que los adultos. Afirman no enterarse de la mayor parte de las campañas. Las quieren más lúdicas, pero también impactantes, para percibir el riesgo real de sus conductas. Son algunas de las valoraciones que comparten Maite Paz, Marta Otero, Iván, Janire y Ane, adolescentes de entre 15 y 19 años.
Están de acuerdo con que mantienen conductas de riesgo, a pesar de tener más información que nunca. Ane, de 15 años, cree que la preocupación por el qué dirán determina esa pauta. "Actúan según lo que hagan sus amigos. No piensan en el riesgo". Maite apela a los mensajes incoherentes que les transmiten los padres: "Prohíben pero no predican con el ejemplo. Las campañas pueden tener cierto impacto, pero lo principal es lo que te inculcan en casa".
Entienden que la influencia de las campañas no es inmediata y creen que las experiencias directas -como conocer algún caso dramático- son más determinantes en su conducta. "Los mensajes son buenos, pero hay un paso hasta concienciarse. Pensamos que lo que muestran no nos va a pasar", opina Janire, de 18 años. Así, todos coinciden en que la clave de una buena campaña es que sea "chocante, que refleje lo que te puede pasar". "Tienen que enseñar la verdad. Ya vale de endulzar", concluye Marta.
Un anuncio impactante no pasará inmediatamente al olvido, como pasa con la mayoría. "Está claro que hace falta una mayor difusión en los ambientes en los que nos movemos", recalca Iván. Apenas se quedan con los anuncios de televisión de la Dirección General de Tráfico, y a ellos atribuyen en parte el descenso de accidentes que también perciben en su entorno. "Cada vez se hace más eso de turnarse para no beber y llevar el coche, aunque si los demás beben pueden distraer al conductor", opina Janire. Beben y toman drogas para "evadirse", y creen que la idea de "yo controlo", más frecuente en los chicos, es la que lleva a ser irresponsables al volante, coinciden.
En cuanto al sexo, apelan al "calentón y la emoción del momento" para justificar la falta de precauciones, pero también conocen casos de chicos que presionan a sus novias para no utilizar preservativo. Menos Ane, la más joven, todos coinciden en que los chicos siguen siendo machistas. "Siguen considerando a las mujeres de su propiedad", opina Marta. Atribuyen las altas cifras de violencia machista entre ellos a que las jóvenes denuncian más.
En la adolescencia cuesta afirmar la individualidad. "Es difícil no formar parte de algo. Y, como no hay apenas buenos ejemplos, la gente se sigue adhiriendo a malos hábitos como beber", critica Maite. Ella, abstemia, no ha sentido presiones para hacerlo, pero admite que sale cada vez menos porque se siente diferente a sus amigas. Ane también se reafirma en sus buenos hábitos: "Si me miran raro, me da igual. No quiero precipitarme".
Marta recuerda que quien no bebe "resulta extraño y queda excluido" y que lo mismo pasa con las parejas: "Si con 17 años no tienes novio te sientes fea, así que en parte te obligas a tenerlo", señala. En su caso, recuerda que con 14 o 15 años hizo muchas cosas para sentirse integrada, pero cree que a medida que pasan los años es más fácil ser una misma. "Si son tus amigos, te respetarán hagas lo que hagas", apostilla Janire.
La necesidad de reafirmarse explica también la homofobia. "Es la edad de hacerse los machitos", recalca Marta. Maite matiza que esa actitud es también reflejo de la población adulta, "pero la gente mayor es más políticamente correcta; no dicen tan claro lo que piensan".
Marisa Expósito, investigadora especializada en mercadotecnia social, coincide en criticar que las campañas no son continuadas en el tiempo y utilizan soportes, como la prensa escrita, que no llegan a los adolescentes. Lamenta además que no se evalúe si logran cambiar actitudes. Los mensajes "son demasiado generalistas: no se puede comparar beber con tomar cocaína". Otros ponen a la defensiva. "Si les llamas borregos, se reafirman en que beben porque les gusta".
Ritxar Bacete, experto en igualdad, propone introducir la perspectiva de género. "La mayoría de muertos en carretera son chicos. Hay que explicar que la masculinidad tradicional es un factor de riesgo", abunda. Los expertos llaman también a trabajar en ámbitos informales y utilizar nuevas técnicas. Daniel Zulaika recalca el éxito de los juegos de rol para escenificar cómo se negocia el uso del preservativo. Julen Zabala, de EHGAM, llama a formar a profesores y padres, y a reforzar "a los jóvenes que se sienten diferentes". Además, valora la visibilización que aportan los personajes gays en las series adolescentes. Kepa Otero reclama por último programas de intervención educativa "clara y militantemente antirracistas".
- Las campañas
- Sanidad. Este mes ha presentado una campaña de prevención de enfermedades venéreas dirigida sobre todo a jóvenes y homosexuales. El Plan Vasco contra el Sida suele repartir preservativos en fiestas. La píldora postcoital se empezará a dispensar gratis con un condón de regalo.
- Emakunde. Tu mando es virtual, yo soy real, fue el lema empleado en noviembre para concienciar que las relaciones desiguales pueden ser la antesala de malos tratos.
- Berdindu. En el Día del Orgullo Gay del 2007, unos anuncios presentaban a Izaskun y a Alberto, un chico y una chica "de lo más normal... Iguales en derechos", que tenían novio o novia de su mismo sexo.
- Entrevista: Carmen Vicioso · Directora de Bienestar Social
- “Hay que meter los mensajes en el ambiente de los jóvenes”
- El País, 2008-06-22 # J.F. · Bilbao
Carmen Vicioso apuesta por campañas personalizadas en ambientes juveniles frente a la publicidad en los medios de comunicación masivos.
Pregunta. ¿Es la generación de jóvenes actual más o menos responsable?
Respuesta. En los años noventa hubo un pico en el consumo de sustancias por la crisis del sistema tradicional, que supuso una pérdida de referencias y de límites. Ahora nos vamos reorganizando. Soy optimista.
P. ¿Las campañas pueden cambiar las conductas nocivas?
R. Las cambia la sociedad, el modelo educativo y las leyes. La campaña es la señal de alarma: refleja la realidad, recuerda el contenido de las leyes o los efectos de las sustancias. La percepción de riesgo va en aumento por la implicación de los distintos agentes sociales y porque los jóvenes también cambian su sistema de valores. Ya no fuman para sentirse adultos y aceptados.
P. ¿Cuál es la clave para una campaña atractiva?
R. Llénate de emociones se mete en las txosnas, escenario típico del consumo desmedido. Difícilmente pasará desapercibida. Frente a la sobreinformación en los medios, hay que entrar en su ambiente y de forma personalizada. También son efectivas las acciones por sms o Messenger; utilizar su lenguaje.
P. ¿Cuál es el principal obstáculo para concienciarlos?
R. La tolerancia social. El alcohol no se ve como una droga y los intereses económicos impiden aprobar la ley. Alcohol a menores ni gota está dirigido también al padre que trivializa sobre su consumo y luego castiga el de los jóvenes. Esa aceptación social es importante, porque el qué dirán influye mucho en sus hábitos. Ya queda mal fumar en según qué ámbitos. Estamos trabajando para que la imagen del borracho no guste a jóvenes que valoran el bienestar y la estética. También intentamos que no inciten al consumo a otros menores. Si los adolescentes piden que sus padres prediquen con el ejemplo, también deben predicar ellos. Por otro lado, ideas como “yo controlo” o “a mí no me va a pasar” son típicos de la adolescencia.
P. ¿Los casos de acoso escolar o vandalismo muestran una juventud más cruel que nunca?
R. Son reflejo de la sociedad posmoderna, marcada por el individualismo, una menor identidad colectiva, pensar en el placer inmediato y en salvarse uno mismo… Por la ruptura de lazos sociales, la gente está sola y perdida emocionalmente. Un alto grado de aislamiento y desesperación desencadena violencia. Los medios de comunicación no se la inventan, pero por morbo no la contrarrestan con noticias positivas.
- Análisis: Concienciar, más que informar
- El País, 2008-06-22 # Ana Irene del Valle y Elisa Usategui · Profesoras de Sociología de la UPV-EHU
Se dice, con razón, de los adolescentes y jóvenes de nuestro tiempo que disfrutan de unos niveles de bienestar y de oportunidad que nunca tuvieron generaciones precedentes. Disponen progresivamente de más posibilidades de elegir y, con ello, de afirmar su autonomía y mejorar sus trayectorias vitales. Ahora bien, vivir en un mundo que anima a diseñar la propia vida entraña dificultades y riesgos. Para reducirlos proliferan las acciones y campañas de prevención de índole diversa, pero con éxito limitado a tenor de la tozuda y fría realidad de las cifras. ¿Por qué las campañas no son tan eficientes como desearíamos? ¿Cómo es que toda esta descarga de mensajes preventivos no logra mayor eco en su comportamiento?
Las claves para comprender por qué resulta más fácil y eficaz convencer a un joven para consumir un producto de moda que para reducir o eliminar las consecuencias negativas de una determinada acción -por ejemplo, no usar preservativo en las relaciones sexuales-, no se hallan tanto en el ámbito de la comunicación como en el modelo de sociedad que sostenemos.
Estamos inmersos en una dinámica de bombardeo constante de mensajes que impelen a ser jóvenes, guapos, delgados, triunfadores, agresivos y valientes, capaces de superar cualquier obstáculo y amantes del riesgo y de la aventura. Incluso no serlo tiene también su remedio: los medios de comunicación nos informarán de forma machacona a qué cirujano plástico acudir, qué sustancia tomar. Las contradicciones que conlleva esta sociedad adictiva hacen que la labor preventiva de las campañas tenga como obstáculo lo que la propia sociedad nos propone como deseable. Campañas contra las drogas, el sida u otras enfermedades de transmisión sexual, la conducción temeraria, la violencia de género, el bullying y otras, se producen en paralelo al fomento de modelos de ocio y consumo que propugnan lo contrario.
En este escenario, los adultos esperan que los jóvenes adquieran la capacidad de administrar su capacidad de elegir, es decir, que sepan elegir, qué elegir y con qué consecuencias. Y ello comporta el desarrollo de una adecuada percepción del riesgo. Ahora bien, ésta es una labor difícil en el contexto de esta sociedad tremendamente adictiva, en la que, como apunta Bauman, incluso el deseo -que para cultivarse necesita de cierto grado de posposición de la satisfacción inmediata- ha sido sustituido por las ganas, sinónimo de satisfacción instantánea. No sucumbir a ella supone un esfuerzo que en el territorio juvenil no sólo conlleva reducir el placer inmediato, sino también remar en contra de los ritos, hábitos y rutinas de la tribu, en un momento de la vida en que se está en plena construcción de la identidad. Estar informado ayuda a tomar decisiones, pero si por las circunstancias del momento no se percibe el riesgo, no podemos esperar que se desarrolle un comportamiento preventivo. Las campañas informan, pero no forman. Esa es una labor que requiere un contexto relacional en el que los jóvenes tengan oportunidad de reflexionar e interiorizar críticamente los mensajes, de discutir las imágenes asociadas al hecho de adoptar o no comportamientos de riesgo, de cuestionar sus prejuicios y estereotipos, y de elaborar principios que afiancen su autoestima, autonomía y responsabilidad.
Pero esto también tiene su escollo en una sociedad de individuos cada vez más dados a delegar responsabilidades y compromisos y tremendamente debilitada en sus instancias socializadoras. La mirada a territorios formativos como la familia y la escuela revela desconcierto, desencuentro y división educativa. Esta falta de sintonía deja un espacio abierto, indefinido y arbitrario que favorece la influencia alienante de la sociedad adictiva y que difícilmente contribuye a la construcción de sujetos críticos. Desearíamos que la conciencia colectiva transformada en altavoz mediático y representada en el Estado convenciera a jóvenes y adolescentes de lo que deben hacer, evitando así abordar la difícil tarea de poner límites, interpelar y proporcionar referentes formativos. Pero, afortunadamente, no es así. Muy al contrario, el limitado alcance de las campañas preventivas prueba la urgente necesidad de fortalecer la acción educativa vinculando instancias sociales, consensuando valores, conciliando intereses, derechos y deberes de índole privado y público, cultivando un sentido de la responsabilidad individual y social que forme y ayude a los jóvenes a adoptar conductas que aumenten sus posibilidades vitales, a ser sujetos que se definen en términos de conciencia y de proyecto.