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2008/01/22

> Iritzia: Juan Cejudo Caldelas > CARTA ABIERTA A LOS OBISPOS ESPAÑOLES DE UN CRISTIANO DE BASE

  • Carta abierta a los obispos españoles de un cristiano de base
  • Noticias de Gipuzkoa, 2008-01-22 # Juan Cejudo Caldelas · Miembro del Movimiento por el Celibato Opcional (MOCEOP) y de Comunidades Cristianas Populares

Sres. obispos: ya sé que la lectura de esta carta poco va a cambiar sus criterios y comportamientos, pero, como cristiano de base, me gustaría decirles algunas cosas, siendo consciente de que será muy difícil que este escrito llegue a ser leído por ustedes, que suelen prestar atención a otro tipo de escritos y de personas que son más acordes con vuestra manera de pensar. Aun con ese riesgo de que no lleguen a leerlo, se lo escribo en forma de carta abierta.


Mi postura es crítica, muy crítica. Me refiero al acto que convocaron el día 30 de diciembre en Madrid para defender a la familia "cristiana". Doy por supuesto que tienen todo el derecho del mundo a salir a la calle, como cualquier ciudadano español, para decir lo que piensan, aunque no deja de extrañarme que últimamente (sobre todo desde que gobierna el PSOE), en vez de utilizar otros medios habituales (las homilías en las iglesias, cartas de los obispos a sus fieles, etc) utilizan con frecuencia las convocatorias de manifestaciones en la calle, casi siempre acompañados por líderes del PP.


Extraña más porque Uds. no salieron a la calle con el anterior Ejecutivo para protestar contra la guerra de Irak, una guerra que el Gobierno anterior había patrocinado, y que el mismo Papa había condenado abiertamente. Entonces sí habría habido motivos mucho más justificados que ahora para salir a la calle. Porque Uds., que hablan mucho del derecho a la vida, tendrían que haber comprendido que la guerra (mejor, la invasión) iba a suponer (y está suponiendo todavía) la muerte de centenares de miles de vidas humanas. No salieron Uds. en manifestación entonces. Se quedaron callados. ¿Por qué? Ni les vimos en manifestación con el anterior gobierno para que derogara la Ley del Divorcio.


Tampoco se manifiestan Uds. nunca por problemas acuciantes del pueblo: el paro, la vivienda, la tragedia de los inmigrantes que mueren en Canarias o El Estrecho, la violencia contra las mujeres, el desorden económico internacional injusto, que provoca el ensanchamiento, cada vez mayor, entre países ricos y pobres. No les hemos visto en la calle en las campañas contra la pobreza en el mundo. Uds. parece que defienden un modelo de familia cristiana de tipo "tradicional", sin reconocer que corren nuevos tiempos y se dan nuevas situaciones muy distintas.


Se están dando nuevos modelos de familia hoy en nuestra sociedad. Se forman familias entre un hombre y una mujer, pero también entre dos hombres, entre dos mujeres, entre personas de distintas religiones, personas no creyentes y de culturas y nacionalidades distintas.


El Estado debe regular estas uniones porque debe legislar para todos los ciudadanos, no puede pensar sólo en el modelo de familia "tradicional" que, por cierto, está en profunda crisis, porque sea el modelo de familia que gusta a los obispos. Un Gobierno tiene que regular leyes que valgan para todos los ciudadanos. Creo que Uds. deben entender esto y no atacar tan duramente al Gobierno. Aunque es lógico que Uds. intenten inculcar a sus fieles los principios en los que creen, no es menos lógico que deben respetar a quienes no piensan como Uds., y que las leyes hay que hacerlas pensando en todos.


A veces dan toda la impresión de que no han asimilado que no vivimos en tiempos del nacional-catolicismo y que quisieran volver otra vez atrás. Eso no es posible. Uds. tienen que reconocer la nueva situación. Estamos en un país democrático. El Estado es aconfesional y tiene que gobernar para todos, aunque deba respetar, eso sí, el peso sociológico que suponen los católicos en España.


Lo que más me indigna del acto del día 30 han sido los durísimos ataques (para mí totalmente injustos) lanzados por algunos de Uds. con palabras como "el laicismo radical puede llevar a la disolución de la democracia", "no se respeta la Constitución", "la familia está siendo sacudida con legislaciones injustas e inicuas", "el ordenamiento jurídico ha dado marcha atrás en los Derechos Humanos". ¿No les parecen palabras demasiado fuertes de las que tendríais que pedir disculpas a la opinión pública y a las instituciones?


Precisamente ahora que, con la Ley de Dependencia se garantiza la ayuda a muchísimas familias con gravísimos problemas para ser atendidos y se universalizan los derechos humanos para todos los ciudadanos… Uds. serán conscientes de que, a dos meses de las elecciones generales, han entrado en la campaña electoral tomando partido -¡una vez más!- por la derecha, que en esta legislatura no ha parado de incidir en estas mismas cuestiones.


Para mí Uds. ya han tomado partido en esta campaña electoral. Espero que no vengan luego a decirnos a los que no compartimos sus posicionamientos políticos, que "no nos metamos en política", frase muy frecuente en muchos eclesiásticos cuando quieren criticar a los que no piensan como ellos y son ellos los que se meten en política hasta el fondo.


Yo, como cristiano, no comparto sus posiciones. Pero no soy el único. En España más del 50% de los votantes votaron izquierdas, muchísimos de ellos, seguro, se consideran católicos. Uds. vienen una y otra vez enfrentándose a esa más de media España. No hay más que ver la avalancha de reacciones contrarias en la prensa, Internet, etc, contra Uds. Pero parece que les da igual. Lo tienen decidido. Uds. se apoyan en grupos muy conservadores como los Kikos y otros.


Añoro la época de Tarancón, que mantuvo una equidistancia de todos los partidos y nunca llegó a identificaciones partidarias con nadie.


Pero es verdad que la época de Tarancón no es la de ahora. Como no era lo mismo Juan XXIII, Juan Pablo I, incluso Pablo VI, que Juan Pablo II o Benedicto XVI. Estos dos últimos, mucho más conservadores, están frenando todos los logros de apertura al mundo que promovieron los papas anteriores a ellos y son quienes alientan a los obispos, a que intenten movilizar a los fieles, apoyando la nueva línea conservadora y beligerante que viene de Roma.


Quiero decirles que, como creyente, me duele ver cómo la Iglesia, sobre todo por la imagen que Uds. como pastores están dando, se va quedando cada vez más aislada de la sociedad. Las 160.000 personas que estuvieron en la plaza madrileña de Colón (muchos llegados de otras partes de Europa) no se representan más que a ellos mismos.


La inmensa mayoría de los creyentes de este país, "estamos a favor de la familia. Creemos que es posible vivir la vida de pareja de modo estable y duradero, pero aceptamos que quienes, por las circunstancias que fueren, no puedan seguir conviviendo, se separen y divorcien. Creemos en el matrimonio de un hombre y una mujer, pero también estamos abiertos a entender que es posible el amor y el matrimonio entre personas del mismo sexo. Estamos a favor de la vida, de todas las vidas, también de cuantos mueren a miles cada día por hambre en el mundo, pero aceptamos que, en determinadas condiciones, el aborto debe estar permitido en las condiciones que establecen las leyes, no sólo de nuestro país, sino de casi toda Europa y en muchas partes del Mundo". (Comunicado de MOCEOP del 26-12-07).


No se engañen. Les siguen los que les siguen: los más conservadores de la sociedad española. La inmensa mayoría no comulga con sus posiciones tan cerradas, tan estrechas. Me gustaría encontrar unos pastores que sepan adaptarse al nuevo sistema democrático y me gustaría que tomaran la iniciativa para pedir la Revisión de los Acuerdos Iglesia- Estado, tan faltos de espíritu democrático, tan desfasados, para que la Iglesia española se pudiera sentir más libre, menos privilegiada, más autofinanciada por ella misma, sin tantas ataduras con el Estado y poder cumplir exclusivamente con su misión de hacer presente a Jesús de Nazareth en nuestro mundo, especialmente en los que más sufren y en los más marginados de nuestra sociedad.

2008/01/06

> Iritzia: Juan José Tamayo > UNA CONSTRUCCION DEL PATRIARCADO

  • Una construcción del patriarcado
  • La familia se ha convertido en elemento de confrontación política, de trinchera ideológica y de deslegitimación del Gobierno. Los obispos no defienden la familia del Evangelio, sino la que legitima el funcionamiento de la Iglesia católica
  • Moceop, 2008-01-06 # Juan José Tamayo

La doctrina sobre la familia que defienden los obispos españoles no es la descripción de la realidad familiar como hoy funciona, y menos aún la idea que de ella se expresa en el Evangelio, sino la construcción ideológica que viene a reforzar el patriarcado en la sociedad y a legitimar la organización jerárquico-patriarcal de la Iglesia católica.


Lo reconocía Benedicto XVI: "Solo la fe en Cristo, solo la participación en la fe de la Iglesia salva a la familia" y "la Iglesia solo puede vivir si se salva la familia" (2 de marzo de 2006).


Ambas afirmaciones, sin embargo, me parecen incorrectas. La mejor contraprueba de la primera es el fracaso de muchas parejas casadas por la Iglesia, muchas de las cuales ven anulado su matrimonio por los tribunales eclesiásticos. Si solo la fe en Cristo salva a la familia, ¿por qué hay tantas familias cristianas que se rompen?


El argumento más contundente contra la segunda afirmación es que la Iglesia no se sustenta en la familia, sino en la comunidad cristiana. El mismo Jesús relativiza la familia dentro del movimiento que pone en marcha, como se ve cuando considera madre y hermanos a quienes escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica y pone en cuestión la vinculación intrínseca entre el ser mujer y la maternidad.


Los obispos tienen una concepción homófoba y excluyente del matrimonio: solo reconocen la modalidad heterosexual, que consideran, además, indisoluble. Bajo la guía de Benedicto XVI defienden que la "unión entre un hombre y una mujer, basada en el matrimonio" pertenece a la estructura natural de la familia, califican de "pseudomatrimonio" la unión entre personas del mismo sexo y afirman —no demuestran— que su visión familiar y matrimonial no son normas de la moral católica, sino "verdades elementales que conciernen a nuestra humanidad común". En Valencia, el Papa llegó a calificar el matrimonio heterosexual indisoluble de "patrimonio de la humanidad". El matrimonio y la familia son insustituibles y no admiten alternativas.


Para ello dicen apoyarse en el Génesis, que describe la creación del hombre y de la mujer. Pero el texto no se refiere al matrimonio ni a la familia, se sitúa en un contexto distinto del nuestro y pertenece a un género literario que no es el histórico, sino el simbólico. Hacer una lectura literal del texto y aplicarlo miméticamente al día de hoy me parece un ejercicio de fundamentalismo.


A esto cabe añadir que los obispos ofrecen una imagen catastrofista de la familia: el aumento de los divorcios y la facilidad para acceder a ellos (divorcio exprés), la plaga del aborto y el frecuente recurso a la esterilización, la mentalidad anticonceptiva y el rechazo de las normas morales en el ejercicio de la sexualidad dentro del matrimonio. Todo son nubarrones. ¿No aciertan a descubrir claros en el cielo de la familia? Pues existen, se lo aseguro, y muchos.


Lástima que las renuncias que se ven obligados a hacer les impidan a disfrutar de ellos. Habría que recordar a los obispos, con la antropología cultural y religiosa en la mano, que el matrimonio y la familia no son realidades fijas e inmutables, sino que han evolucionado a lo largo de la historia y siguen evolucionando hoy, como evoluciona todo lo humano. Sin embargo, ellos y los grupos que los apoyan tienden a ver perversión en la evolución.


La jerarquía eclesiástica y los movimientos católicos conservadores han convertido el tema de la familia en bandera de la identidad católica en España, en un momento de profunda crisis del catolicismo, de descrédito de esta Iglesia en la sociedad (es la institución peor valorada por los ciudadanos españoles: solo el 3% de los jóvenes dicen que es importante en su proyecto de vida), y de desafección de los propios católicos, que no siguen las orientaciones de los obispos en materia sexual ni comparten, en la práctica, su idea del matrimonio. La familia se ha convertido en elemento de confrontación política, de trinchera ideo- lógica frente a lo que la jerarquía llama "laicismo radical", y de deslegitimación del Parlamento y del Gobierno. Ese fue el sentido que quisieron dar los obispos españoles a la visita del Papa a Valencia para clausurar el Quinto Encuentro Mundial de la Familia.


En el mismo paradigma de confrontación se desarrolló el acto Por la familia cristiana el 30 de diciembre en Madrid, que contó con la presencia de la mayoría de obispos españoles y con el apoyo de Benedicto XVI. La manifestación no tenía una intencionalidad evangélica, sino claramente política, como pusieron de manifiesto los mensajes de los obispos que acusaron a la legislación española sobre la familia de inicua e injusta, de estar destruyendo los cimientos de la familia, de no respetar la Constitución, de ir camino de la disolución de la democracia. Llegaron a calificar al laicismo radical de "fraude que solo lleva al aborto y al divorcio exprés" y a afirmar que el actual ordenamiento jurídico español "ha dado marcha atrás respecto a la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU".


Yo creo que los mensajes episcopales transmitidos en la concentración de la plaza de Colón constituyen una clara deslegitimación del Estado de derecho. Lo que no me sorprende, porque, en los últimos años, es práctica habitual ocupar los espacios públicos para ir en contra de las instituciones públicas. A mi juicio, las leyes sobre la familia y el matrimonio aprobadas por el Parlamento no solo no atentan contra los derechos humanos, sino que, más bien, los amplían y reconocen a todos los ciudadanos y ciudadanas, sin discriminación por razones de sexo, etnia, religión, clase social, procedencia geográfica, discapacidad, etcétera