- Entrevista: Eduardo Nabal · Autor de El marica, la bruja y el armario
- Los varones gays todo queremos acaparar
- Siempre!, 2008-04-20 # Eve Gil
“Mi pasión por el cine es una pasión que tiene algo de enfermizo —confiesa Eduardo Nabal—. Sé que puede sonar algo tópico pero cuando la vida real no te satisface buscas un sucedáneo, y para mí, al menos, mi infancia y adolescencia fueron los libros y el cine.”
Nabal, nacido en Burgos, España, en 1970, es autor del libro El marica, la bruja y el armario (Egales Editorial, Barcelona, 2007), donde se analizan obras cinematográficas desde una perspectiva homosexual y de género y nos brinda, además, una variante de esta confesión, que tiene que ver con la película Thelma & Louise, de Ridley Scout.
Saliendo del armario
“Me interesa contar —dice— cómo desde mi posición de espectador gay, saliendo del armario en la época en que me pilló su archipublicitado estreno en 1992, la propuesta funcionó también como una posible fantasía de liberación (o al menos afirmación) gay masculina.”
“Yo quería ser cinéfilo y ver que el cine me tratara con dignidad —continúa el crítico y escritor—. Yo quería que ese señor (y casi siempre era un varón, al menos entonces) que hablaba de cine pudiera hablar de gays, lesbianas y transexuales sin paternalismos, exabruptos o subterfugios. En este trayecto sucedió algo doloroso en mi vida: dejé de pertenecer al aula de cine de la Universidad de Burgos por razones injustas y mezquinas que no viene al caso mencionar. Así que me puse a escribir una idea que me rondaba por la cabeza… y nació este libro”.
El título del libro puede parecernos duro a los mexicanos, pero los términos “marica” y “bruja” han sido acuñados por homosexuales y feministas, respectivamente, transformado en sinónimo de autoaceptación y orgullo.
Y si bien ambos grupos han sido aliados en la lucha por el reconocimiento a sus derechos, Eduardo centra su análisis en la misoginia gay y la homofobia femenina, según se ha planteado en el cine de ayer y hoy.
Los insultos
“Queer es un insulto. En inglés significa maricón, bollera, marimacho… El término surge como apropiación de ese insulto para darle la vuelta. Digamos que era el grito de los pobres del mundo gay-lesbiano visible, el grito de los enfermos de sida mal entendido, de las microcomunidades o minorías sexuales peor vistas. Ahora bien, este término ha sido apropiado por muchas personas, entre ellos gente de la academia.”
“Es precisamente de las lesbianas y para las mujeres de toda condición de quien surge lo queer —continúa el crítico—. Y sus grandes madres en el mundo son gente como Alice Walker, Gloria Anzaldúa, Cherrie Moraga o incluso diría que Adrienne Rich, muy reivindicadas por el movimiento feminista. También hay jotas. Lo que ocurre es que los varones, de una u otra orientación sexual, tendemos a acapararlo todo, a darnos prioridad. Pero el movimiento feminista tiene una tradición fuerte y la cuestión gay-les-queer es más reciente. Como decía Anzaldúa: «Hay algo irresistible en tener acceso a ambos mundos…»”.
Las críticas más ácidas del libro están dirigidas hacia el cine español (hasta la película mexicana Y tu mamá también sale más o menos bien librada del despiadado análisis del crítico). Eduardo lamenta que en su país no existan un Eytan Fox, un Ferzan Ozpetek, un Patrice Chereau, o al menos un François Ozon. Si acaso un Almodóvar muy apegado a la tradición oral femenina.
“Yo meto mucha caña al cine español porque quiero más de él. Almodóvar es un clásico y hay voces nuevas como Ramón Salazar, Marta Balletbó Coll, Miguel Albadalejo o Antonio Hens que se han dado a conocer tratando, entre otras muchas cosas, temas gays o lesbianas. ¿Por qué no hablar en primera persona? ¿Y por qué sus trabajos aquí no tienen tantos seguidores como los de Fox u Ozon en sus respectivos países? Estamos muy adelantados en cuestiones de legislación pero el cambio sociocultural deja mucho que desear. Lo vemos reflejado en las pantallas.”
La bisexualidad de Shakespeare
Respecto a la vigencia que han cobrado William Shakespeare y Oscar Wilde en el cine hollywoodense, “las fuentes históricas de Shakespeare in love —dice el crítico— son imprecisas, pero la bisexualidad de Shakespeare es un hecho conocido y no podemos desligar su vida y su obra, como no lo hacemos cuando hablamos de la vida y los amores de los literatos heterosexuales. Hay que leer entre líneas, como en el caso de Lorca, Cernuda o Cervantes, pero ¡hostia!, que nos lo presenten enamorado y en una gran producción de Hollywood para dejar tranquilo «a no sé quién», me parece muy fuerte. De todas formas el filme que abordo en el libro es Belleza prohibida de Richard Eyre, basada en la obra «Complet female stage beuty», situada en el siglo XVII. Estamos ya más cerca de Virginia Woolf y de Oscar Wilde. Un filme muy hermoso sobre el género como teatro.”
Prosigue Eduardo Nabal:
“Wilde escribió sobre algo muy intemporal; las apariencias, la hipocresía, criticó con dureza la sociedad de su tiempo y para su desgracia se enfrentó a ella sin las armas que hoy tenemos en algunos países para combatir la homofobia…, ¡pero yo quiero ver una versión nueva de «Dorian Gray» donde se destape la carga homoerótica del original!”.
De las películas recientes con temática gay que ha visto Eduardo Nabal, considera que las que más se aproximan a la realidad contemporánea son ¡Shortbus!, de John Cameron Mitchell y Crazy, del canadiense Jean Marc Vallé.
“El primero sería una especie de paraíso de diversidad al que se aspira y el segundo uno de los muchos posibles retratos del mundo del que venimos. Problemática gay en sí no veo, veo problemática heteropatriarcal.”
Eduardo Nabal es diplomado en biblioteconomía y documentación por la Universidad de Salamanca. Obtuvo en el año 2004 una beca para estudiar un curso de la carrera de humanidades en la Wake Forest University de North Carolina, donde curso las asignaturas Lorca en el siglo XX, French cinema, European drama y Gay and lesbian film theory.
En breve saldrá a la luz una obra suya sobre cine europeo y mediterráneo desde una perspectiva de género.