- Centenario Miguel de Molina: El último viaje del 'Rey de la Copla'
- Se cumple un siglo del nacimiento del malagueño Miguel de Molina, célebre por sus interpretaciones de “Ojos verdes” o “La bien pagá”. La Diputación de Málaga prepara la repatriación de sus restos desde Buenos Aires
- CanalSur, 2008-01-18
Miguel de Molina, cuyos restos mortales descansarán en su Málaga natal tras ser repatriados desde Buenos Aires con motivo del centenario de su muerte, fue para muchos el rey de la copla desde que interpretó "Ojos verdes" y "La bien pagá" encima de un escenario.
La trayectoria artística de Molina (1908-1993), que tuvo que exiliarse a Buenos Aires en los años cuarenta, estuvo marcada por el aplauso y la huida desde bien temprano, justo desde el día en que decidió escaparse de su colegio para lanzarse a la aventura del espectáculo y pisó por primera vez los tablaos de Sevilla.
Su talento enseguida le hizo dar el salto a Madrid, donde debutó junto a Soledad Miralles en "El testamento gitano" (1933), obra que le sirvió para cobrar fama en todo el país. Terminada la Guerra Civil, la popularidad de Miguel de Molina fue utilizada por el aparato propagandístico del régimen franquista y el cantante fue obligado por el general Luis Aranda a salir de gira por toda España.
Cuando Molina intentó dejar esta gira para crear un espectáculo propio en Andalucía, se produjo uno de los sucesos más desagradables y determinantes de su carrera, ya que mientras actuaba por última vez en el Teatro Pavón del Rastro, dos individuos le increparon por su homosexualidad y, terminada la gala, le obligaron a salir del camerino y le golpearon hasta el desmayo en un descampado.
Todas sus películas, discos y actuaciones fueron a partir de entonces prohibidas, así que Molina huyó a Buenos Aires en 1942. En la capital argentina actuó en el Teatro Avenida con lleno total, y tras el éxito volvió a España, pero la persecución nunca cesó. Así las cosas, decidió establecerse definitivamente en AmÚrica en 1946 y, tras trabajar en México, llegó a Buenos Aires, donde fue acogido con cariño por el público y el gobierno, encabezado por Eva Perón.
Según el mismo Molina afirmaba, en Sevilla se formó pero fue en Buenos Aires donde maduró como artista, gracias sin duda al calor de sus seguidores en toda Sudamérica, que aguardaban colas para escucharle cantar "Ojos verdes", "La bien pagá" o el repertorio de canciones de "El amor brujo". El mito y la leyenda acompañó a Molina más allá de su retirada, en 1962, pero nunca en su país natal, donde regresó sólo en dos ocasiones.
Una de ellas para ver a su madre, a quien adoraba, y la otra en 1958, para trabajar en El Duende, el tablao de Pastora Imperio. A principios de los noventa, su figura fue rescatada del olvido para el público español gracias a la película de Jaime Chávarri "Las cosas del querer", calificada como una versión libre de la vida del artista.
A partir de 1992 las cosas empezaron a cambiar para el artista andaluz, convertido en hijo pródigo al recibir "por sus inestimables aportaciones" a la cultura de SudamÚrica la cruz oficial de la Orden de Isabel la Católica, concedida por el Rey de España, y ser declarado "Ciudadano ilustre" de la ciudad de Buenos Aires. Molina, que pidió ser enterrado en la capital argentina, murió el 16 de enero de 1993 a causa de un infarto.
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