- "La Iglesia debería ocuparse de otras cosas"
- El caso de María, en boca de todos, no empañó sin embargo un día de fiesta para todo el pueblo de Abenójar
- Público, 2008-04-06 # Patricia Rafael · Abenójar, Ciudad Real
María Rey y su mujer Dulce Fernández apenas podían ayer dar dos pasos sin que algún vecino de Abenójar (Ciudad Real) las parara: "Estamos con vosotras, lo que te han hecho no es justo". La decisión del Obispado de expulsar a María de la Hermandad de la Virgen de la Encarnación por estar casada con una mujer no empañó sin embargo el día de fiesta de esta pequeña localidad.
"La romería es como todos los años y así espero que sea, porque no quiero que esto degenere en un conflicto dentro del pueblo", explicaba María. Pero a pesar de los deseos de la mujer, la romería no era como todos los años. Las camisetas verdes de apoyo se veían por todas partes sin diferencia de edad: niños, jóvenes, hombres mujeres y mayores.
Todos tenían sus propia opinión de lo que había ocurrido. "El cura se ha dejado influenciar por una serie de beatos y ha sido el que ha tomado una decisión que se podía haber evitado", contaba uno de los vecinos. María y Dulce conviven juntas desde hace más de 15 años y por eso a muchos les sorprendió la orden del obispado.
Algunos lo achacaban a que el párroco, Federico Serrano lleva poco tiempo en el pueblo, tan sólo cinco años. Otros aseguraban que el cura no da puntada sin hilo: "En uno de sus escritos aseguró que Dios creó al hombre y a la mujer, no hay géneros intermedios".
Se rumoreaba entre los vecinos que ante la polémica surgida el mismo obispo de Ciudad Real oficiaría la misa de la romería. Finalmente no fue así. Pero, por primera vez desde que se recuerda, acudió el vicario general de la diócesis, Miguel Esparza, el mismo que firmó el escrito de expulsión.
Muchos temen, a pesar del apoyo generalizado a María, que en el pueblo se cree una división. Y de hecho en la romería se oían voces discrepantes: "nosotros somos fieles a la iglesia, que tiene unas normas y hay que cumplirlas", comentaban unos lugareños que prefirieron no dar su nombre.
Al finalizar la misa, buena parte de ella cantada por miembros de la hermandad, se formaban los corrillos. "La iglesia debería ocuparse de los verdaderos problemas", decían unos. Felisa Fernández, miembro de la hermandad desde hace años lo tenía claro "Si a todos nos tuvieran que hacer un examen para entrar en la hermandad pocos los pasarían".
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