- La homofobia: una interpretación psicoanalítica
- Mujeres [mujeres.cubanet.cu], 2008-05-15, n. 386 # Jesús Dueñas Becerra
- “Los hombres se resisten a conocer la verdad sobre sí mismos”
- C.S. Hall.
La homofobia, como motivación superficial de la conducta del sujeto, es el miedo a la homosexualidad, pero desde lo más hondo de la subjetividad humana no es otra cosa que el miedo a los impulsos homoeróticos que emergen del componente instintivo del inconsciente freudiano.
La homofobia se manifiesta a través de actitudes intolerantes hacia aquellos individuos con conducta homosexual; actitudes que van desde el desprecio hasta la agresión física o verbal y son expresión de un mecanismo inconsciente que Sigmund Freud, el Padre del Psicoanálisis, denominó proyección (atribuir a personas, situaciones o cosas sentimientos hostiles que embargan al sujeto).
Para la persona con homofobia, el sujeto con orientación sexual homoerótica es un “apestado” o “enfermo incurable”, cuya proximidad puede “contagiar al sano”, y cuando por una u otra razón las circunstancias le exigen interactuar con ese otro “diferente” no sólo se descompensa desde el punto de vista psicológico, sino también se le bloquea su inteligencia emocional, entendida como el difícil arte de poner nuestros sentimientos y emociones en función de optimizar la relación con el prójimo.
Un porcentaje nada despreciable de las personas con homofobia presentan un conflicto intrapsíquico, que se revela por medio de una lucha entre el ello (inconsciente) y el yo (conciencia) o bien entre el yo y el superyo (censor ético-moral que regula el comportamiento psicosocial del sujeto). Con otras palabras, son personas que reprimen esa variante del comportamiento sexual humano; tendencia que se agazapa en el componente instintivo del inconsciente freudiano, y en respuesta a la represión se expresa a través de actos fallidos o sueños eróticos con sujetos del mismo sexo. O son individuos, que luego de una “batalla campal” que los desgasta física, psíquica y espiritualmente han interiorizado su homosexualidad, pero por presiones socio-familiares o de otra índole se resisten a incorporar esa orientación homoerótica a su comportamiento sexual, y por extensión, a su personalidad; resistencia que lleva al sujeto a un nuevo enfrentamiento consigo mismo, desencadenante de un conflicto psicológico de nivel neurótico.
No obstante, hay individuos que si bien no presentan esos conflictos inconscientes no pueden desembarazarse de la homofobia, porque sospechan o han descubierto la homosexualidad en sus hijos, padres, hermanos…, y para “cubrir” las supuestas faltas de sus seres queridos se dedican a perseguir, estigmatizar o destruir psicológica, social, moral y espiritualmente a las personas que en su relación íntima prefieren al otro de su mismo sexo. No creo necesario insistir sobre el particular, porque “hay verdades tan evidentes, que tratar de demostrarlas es un insulto a la razón”.
Por último, quisiera destacar la actitud inteligente que asume una persona sana de cuerpo, mente y espíritu hacia los hombres y mujeres con conducta homosexual:
El individuo sin homofobia percibe al otro “diferente” como una persona que vale no por su orientación sexual, sino por lo que es: un ser inacabado e inacabable, imperfecto pero perfectible, que integra en una unidad viviente todas y cada una de sus dimensiones biopsicosocioculturales y espirituales…, que lo convierten en una persona única, especial e irrepetible, que merece amor y respeto a su inviolable dignidad humana.
Una vez que el soberano de la creación interiorice e incorpore a su estilo de afrontamiento esa actitud eminentemente ético-humanista no cabe duda alguna de que estaremos viviendo en ese mundo mejor… que SÍ es posible.
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