- La policía cazó a los secuestradores tras vigilar docenas de cabinas telefónicas
- El presunto cerebro de la banda fue condenado por el 'caso Arny' en 1998
- El primo de Rajoy vigilaba al rehén en Almonte junto con un joven de 18 años. Uno de los nueve detenidos visitaba a la familia para ver si pagaría el rescate. Los delincuentes tenían planeado cobrar dos millones en billetes pequeños
- El País, 2008-06-20 # Jesús Duva · Madrid
La Brigada Central contra la Delincuencia Especializada y Violenta controló decenas de cabinas telefónicas de Madrid en busca del hombre que actuaba como enlace entre los secuestradores del empresario gaditano Rafael Ávila y la familia de éste. Dicho individuo llamaba siempre desde cabinas públicas intentando no ser localizado, lo que obligó a la policía a desplegar durante más de una semana unos 50 coches camuflados en todo Madrid, según el comisario Ángel Galán.
El pasado día 12 sonó el móvil del amigo de Ávila al que siempre telefoneaban el delincuente para darle instrucciones. Justo en ese momento, un hombre hablaba en una cabina telefónica próxima a la Puerta de Toledo, cerca del Rastro. Infundió sospechas a los agentes que vigilaban esa cabina, que vieron cómo luego se subía a un coche con una mujer y cómo ambos se dirigían a un piso de la calle de Esteban Carro, en Vallecas.
El sospechoso resultó ser Miguel Rodríguez de Souza. El seguimiento a que fue sometido y las llamadas a sus compinches fueron el hilo conductor que permitió al Grupo de Secuestros y Extorsiones localizar al empresario secuestrado. Éste fue liberado por los GEO sobre las dos de la madrugada del pasado martes en un chalé de Almonte (Huelva), donde estaba custodiado por J. A. G. R., de 18 años, y por Raúl Brey Abalo, primo de Mariano Rajoy Brey, líder del PP.
La víctima fue abordada el pasado día 2 en Sanlúcar de Barrameda e introducida por varios encapuchados en una furgoneta blanca. A las pocas horas, la familia recibió tres llamadas indicándole que debería pagar 10 millones de euros si quería volver a verle con vida. La policía averiguó que una de las llamadas había sido hecha desde Sanlúcar, otra desde Puerto de Santa María y otra desde Jerez.
En los días sucesivos, Rodríguez de Souza envió varios mensajes al amigo de Ávila utilizando para ello cabinas telefónicas públicas equipadas del teclado idóneo. Creía que así evitaría ser localizado por la policía.
Más tarde, los secuestradores mandaron a la familia del empresario una prueba de vida: una foto en la que éste aparecía sujetando en sus manos un periódico. Así fueron avanzando las negociaciones, hasta que el interlocutor habitual de la banda informó al amigo de Ávila: "Va a recibir en su casa una carta. Atento al correo". Poco después llegó la misiva en la que comunicaban que aceptaban un rescate de dos millones en billetes pequeños.
Los secuestradores empezaron a preparar el fin de semana pasado el plan para cobrar el dinero sin riesgo para ellos. Todo se les fue al traste con el asalto de los GEO y la liberación del rehén.
Las investigaciones han determinado que el supuesto cerebro del grupo es Luis Miguel Rodríguez Pueyo, de 66 años, un veterano estafador, que usaba la identidad de su hermano Joaquín, ya fallecido. Fue condenado hace 10 años a un año de cárcel por el caso Arny (corrupción de menores homosexuales en el pub Arny y en otros locales de Sevilla).
Rodríguez Pueyo ya había estado implicado en el secuestro del industrial Felipe Batlló en 1987. En 1994 intentó sacar tajada de la familia de Publio Cordón, el empresario zaragozano secuestrado por los GRAPO y aún desaparecido. En septiembre de 1999 fue arrestado cuando preparaba una estafa inmobiliaria millonaria. Y años antes fue testigo en el caso Nani: la desaparición nunca aclarada del delincuente Santiago Corella, El Nani, cuando en 1983 estaba detenido en la Brigada Judicial de Madrid. Un oscuro asunto que ha pasado a la historia como el primer desaparecido de la democracia.
Rodríguez Pueyo había logrado formar ahora un grupo que mezclaba a delincuentes habituales con otras personas normales, a las que convenció de que podrían conseguir dinero sin riesgo alguno: un secuestro.
En el mismo caso Arny se vio involucrado en su día el sevillano Manuel Ibáñez Ruiz, de 53 años, que es uno de los nueve detenidos por el secuestro de Rafael Ávila. Ibáñez, que fue absuelto de aquel asunto, fue quien presuntamente había trabado contacto con el empresario sanluqueño con la aparente intención de hacer negocios juntos: la compraventa de unas fincas. Durante el secuestro visitó frecuentemente a la familia Ávila con la excusa de interesarse por su delicada situación y averiguar así cuál era su estado de ánimo y qué pasos estaba dando para abonar el rescate.
- A veces, sin comida
- El País, 2008-06-20 # J.M.-A. · Sanlúcar
La madrugada del rescate, los agentes encontraron al empresario en un pequeño establo, encadenado y tras haber padecido una mala alimentación, en condiciones "poco saludables", según relató su hermano José Manuel Ávila. El empresario permanecía atado, haciendo sus necesidades en una lata y a veces sin recibir comida.
"Cuando entraron los geos a liberarle se agarró a la pierna de un agente para rogar que no lo abandonara", añadió. A continuación, llamó a su hermano "muy nervioso" aún para preguntar por el menor de sus tres hijos, Pablo.
Tras los 16 días de cautiverio, Ávila no está gravemente afectado, ni física ni psicológicamente, salvo por haber perdido unos kilos. Pero el haber estado sedado durante dos semanas sí que le ha dejado leves secuelas, y Ávila aún está desorientado. "Se encuentra entre dos mundos y sólo sabemos que le dieron un sedante", definió su hermano.
El secreto del sumario y el estado del empresario explican que su familia aún carezca de todos los detalles del cautiverio, sobre los que conserva un sabor agridulce. "La liberación es una alegría a medias. Cada vez vemos más delitos así, pero nunca irán bien porque tenemos una gran policía, cosa que no he sabido hasta ahora", confesó.
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