- Conservar la (bio)diversidad sexual
- En un contexto de derechización en Europa, reaparecen discursos científicos que refuerzan una visión homofóbica, sexista y racista de la identidad y la diversidad sexual.
- Diagonal, 2008-06-26 # Laura Corcuera
Los neurobiólogos, en su obsesión por determinar qué estructuras del cerebro intervienen cuando decidimos actuar de un modo u otro, han llegado a generar, junto a los genetistas, una nueva moda enfocada a una especie de búsqueda del gen perdido (del tabaquismo, de la agresividad, de la homosexualidad...). El genetista de la UB Carles Lalueza afirma que “el determinismo biológico es falso, no somos máquinas programadas por nuestros genes”. Para Óscar Vilarroya, director de la Cátedra del Cerebro Social en la UAB, “gestionamos las emociones y realizamos un aprendizaje de forma inconsciente, desde pequeños”.
En el siglo XIX, las teorías de la biología evolucionista y de la psiquiatría son racistas, sexistas y homófobas, pero no se cuestionan. No es casual la relación entre el orden económico imperialista impuesto por las potencias económicas occidentales y la estructura conceptual que los científicos construyen en esa época. La ciencia del hombre blanco acuñó términos como ‘desviado’ o ‘invertido’, en especial para las mujeres (no dueñas de su sexo), a las que también aplicó diagnósticos como ‘anomalías cerebrales’, ‘degeneración hereditaria’ o ‘trauma’.
Hace 30 años, la Ley de Peligrosidad Social perseguía a los gays españoles, mientras se encerraba a cientos de lesbianas en psiquiátricos. Una persecución diferenciada que tuvo sus consecuencias (las primeras Jornadas de Lesbianas sobre sexualidad del Estado se celebraron en Madrid en el ‘83). La razón tecnocientífica no permite mirar atrás, pero fue hace muy poco tiempo, el 17 de mayo de 1990, cuando la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) suprimió la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales. Aunque la ‘disforia’ sigue presente en los textos actuales.
Asumida la confirmación científica de que no existe una orientación sexual, un género, una clase o una raza que sean las “correctas por naturaleza”, la homofobia, lesbofobia o transfobia siguen manifestándose tanto en la perspectiva legalista como social, cotidiana e interiorizada.
Derechización europea
Con la complicidad del conservadurismo eclesiástico, la derecha política europea vuelve a utilizar los mecanismos del ‘pánico moral’ para hacer retroceder los derechos sociales, entre ellos, los sexuales y de identidad de género. Jeffrey Weeks, profesor de Sociología en la Universidad South Bank de Londres, lo explica así: “La definición de una amenaza en un momento particular (un “alboroto de la juventud”, un “escándalo sexual”, un “desmantelamiento de los valores”’…) produce una escalada en espiral de la amenaza percibida que conduce a posiciones autoritarias, a la creación de barricadas morales y al surgimiento de una solución imaginaria a través de leyes más duras y del aislamiento moral”. El nuevo clima social y las sanciones legales que los países europeos practican (por activa o por pasiva) en asuntos de sexualidad e identidad de género son grandes trabas para una revolución no terminada.
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