2008/06/02

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  • Almuerzo con... Félix Rodríguez
  • "El lenguaje gay está lleno de metáforas plásticas"
  • El País, 2008-06-02 # Jesús Ruiz Mantilla

Prefiere devorar palabras que cualquier otra cosa. En el restaurante chic y de diseño fino en el que quedamos en Chueca, Félix Rodríguez descubre la tarta Tatin y pregunta qué es. No vaya a ocultar algo que podría figurar en el último trabajo de este catedrático de filología de Alicante: el Diccionario Gay-lésbico (Gredos).


Al amigo Rodríguez lo sueltas en cualquier garito y engulle cada sonido. Lo cata como el Chardonney de la casa que nos sirven bien frío. Somatiza y por menos de nada te casca un diccionario. Así, ha sacado ya uno de anglicismos, otro de argot militar, prepara más sobre el mundo de la droga, el sexo y el erotismo y ahora éste que indaga en la creativa y críptica manera de comunicarse que gastan en ambientes homosexuales.


Ha pasado horas y horas en el barrio gay por excelencia de Madrid. El restaurante está en la plaza de Vázquez de Mella, donde se cocina ese lenguaje día a día, aparte del atún al que Rodríguez hinca el diente con comedimiento. "Aquí he pasado mucho tiempo viéndome con gente y pegando el oído como un radar a las conversaciones". Su aspecto de hombre serio, con barba blanca y media sonrisa, apenas levanta sospechas. Además, ha escarbado en toda la literatura pasada y presente. La de ahora es muy creativa: "Parece como si se hubieran tomado como una obligación inventar y plasmar en sus libros palabras de su propio mundo". Autores como Eduardo Mendicutti, Leopoldo Alas, Luis Antonio de Villena lo bendicen.


Y no digamos las revistas, el cine... Aunque nada como la calle. Nada como amarrarse a la barra de un bar y escuchar cotilleos en los que aparezcan bolliscouts (lesbianas que van de viaje), mariliendres (mujeres hetero que buscan la compañía de gays), basculocas (homosexuales obsesionados con el peso), ledoronas (amantes del cuero, un anglicismo directo que viene de la palabra leather) o taligays (los más radicales). "Es un lenguaje muy creativo. Está lleno de metáforas plásticas. Como se origina en la exclusión, crea códigos propios", dice Rodríguez.


Existen dos mundos plasmados en el diccionario. Aquel en el que se reconocería sin vergüenza cualquier homosexual y otro que se ha forjado en el insulto. "El que ataca ridiculizando y el propio". Los términos oscilan entre la creatividad y un lenguaje lleno de imágenes o gestos que conllevan descripciones. "Me asombra la rapidez y el ingenio que gastan para crear su forma de comunicarse".


Así, le ha tocado cruzarse con gayeteros, gays con apariencia hetero; le ha conmovido el caso de alguna cruasán, lesbiana bollo a la que le han puesto cuernos, o ha visto pasear algún gayby, es decir, un niño adoptado por homosexuales.


El desarrollo de este lenguaje ha sido aceleradísimo, aunque está permanentemente acosado por el barbarismo: "Con preponderancia de anglicismos apabullante". Pero hay cosas que no quedan claras. Como la procedencia de la palabra gay. "Los referentes más directos vienen del inglés y el francés, en ambos casos se refiere a alguien alegre, juerguista, divertido. Pero si vamos más atrás, los diccionarios ingleses lo colocan en el término gahi, que quiere decir rápido, en el alemán de los bárbaros. En cambio, en la órbita mediterránea, la mayoría se remonta al latín gaudium, que es gozo".

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