- Un barrio en construcción
- La fatal noticia por la agresión ocurrida este fin de semana golpea a un barrio que, a falta de unos meses para que concluya su urbanización, echa de menos arreglos para mejorar la calidad de vida
- Noticias de Gipuzkoa, 2008-10-28
Ha sido el último contratiempo en un barrio que comienza a emerger poco a poco. La presunta agresión ocurrida este fin de semana no ha pasado desapercibida para ningún vecino. A pesar de que falte tiempo para que las obras de urbanización finalicen definitivamente, se prevé que este nuevo barrio se componga de 2.026 pisos en los que habitarán unas 6.000 personas. Más de un tercio, concretamente 684, lo hará en viviendas de protección, por lo que se puede deducir que buena parte de la ciudadanía joven de Donostia se concentrará en esta parte de la ciudad.
Los vecinos de Riberas llevan residiendo un máximo de dos años en el barrio y, a pesar de que la mayoría se siente muy a gusto en el lugar, echan de menos elementos como comercios, bancos y más iluminación callejera. Son conscientes de que "el barrio está todavía en construcción", pero aprecian, además, una falta de reorganización del tráfico.
"Abrimos el bar hace cuatro meses y nos prometieron que la plaza Paloma Miranda estaría acabada en dos semanas. Todavía hoy sigue sin terminar", lamenta Sonia La Torre desde la barra del bar BCN, ubicado en dicha plaza que, como el resto de vecinos consultados, habló para este periódico antes de que se produjera la agresión sexual del fin de semana.
A pesar de que Miranda piense que la situación cambiará dentro de unos meses, aprecia una "falta de movimiento y de vida en el barrio". "Como las casas están todavía en construcción, la gente no viene a pasear por la zona y eso se nota en el día a día del negocio", comenta.
Sin embargo, varios carteles anuncian próximas inauguraciones de panaderías, peluquerías y médicos dentistas. Además, se están ultimando los detalles para la apertura de un salón de juegos en la avenida de Barcelona, cercano al lugar en el que tuvo lugar la presunta agresión.
No obstante, la mayoría de los carteles y anuncios que se observan en el barrio corresponden a la venta de pisos, que se han visto afectados por la crisis económica.
Fernando Palacio y Beatriz Cintero lo saben de primera mano. Ha pasado un mes y medio desde que inauguraran la librería Nahia, y pese a sentirse muy contentos con el proyecto, piensan que "al paralizarse la venta de los pisos, el movimiento de los negocios se ve afectado".
El matrimonio reside desde hace dos años en el propio barrio "que va mejorando poco poco". Aún así, dicen, quedan aspectos a mejorar como el tráfico. "Esto es como una ciudad sin ley. La gente aparca donde quiere y no pasa nada", informa Palacios. Además, es de la opinión de que se necesitan más comercios de alimentos.
El librero informa en este sentido de que "las señoras se quejan de que se ven obligadas a ir a otros barrios para comprar comida", argumenta.
La zona de Riberas está prácticamente cubierta en cuanto a infraestructuras. En la actualidad, cuenta con cinco bares-restaurantes, una panadería, una inmobiliaria, una tienda de telefonía y media docena de sucursales de bancos. Además, existen dos parques infantiles, a los que se unirá en breve un tercero. La iglesia que se está construyendo en la avenida principal también se sumará a los servicios ya inaugurados.
Sin embargo, no todo es positivo para Santi Uria, que pasea regularmente por Riberas de Loiola y se preocupa, especialmente, por el estacionamiento del barrio. "Los conductores aparcan donde les da la gana y el Ayuntamiento no controla nada", indica mientras bromea diciendo que "habrá que ver si se molestan o no en cobrar los impuestos a esta gente". Asimismo, asegura que unos amigos suyos residen en el barrio "y sufren las consecuencias del ruido de la carretera". "Parece que se pretenden colocar paneles anti ruido en el lado de La Salle pero, ¿qué pasará con los vecinos de este lado?", pregunta.
El punto de vista de Evilasio Fuente es totalmente contrario. "Vivo en el barrio desde hace un año y creo que es un sitio fenomenal". "Estoy contentísimo. Me gusta todo y aunque todavía estemos de obras, el barrio quedará de cine", augura este donostiarra que hasta ahora residía en Aiete.
También lo cree el oñatiarra Javier Lizarralde. "Mi hija lleva casi dos años viviendo en Riberas y creo que es uno de los barrios mejor hechos de Donostia", explica. "Vivo en la calle Illunbe desde hace años y tengo constancia de que muchos de mis vecinos intentaron sin éxito trasladarse a Riberas", añade Lizarralde, que asegura haberse dedicado varios años a la construcción. Opina que "uno de los puntos fuertes de Riberas de Loiola son las amplias calles, altas casas y plazas adecuadas".
Por su parte, una trabajadora de la panadería Marquet, que prefiere mantenerse en el anonimato, piensa que faltan bancos en el barrio. "Pusieron muchos y a los tres días los quitaron. Nadie sabe por qué", explica. Aún así, se siente a gusto trabajando en Riberas de Loiola. "No vivo aquí, pero es agradable para trabajar", argumenta.
Eugenia, la cartera del barrio, también lo cree, aunque se encuentra con dificultades para realizar su tarea. "Muchos pisos están vacíos y no contesta nadie; además faltan buzones", según comenta.
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