- A vueltas con la Tamborrada
- Noticias de Gipuzkoa, 2008-10-29 # Libe Arango · Aguadora y miembro de Aralar
“Cuando el diablo no sabe qué hacer, mata moscas con el rabo", decía mi amona. Lo de la Tamborrada, la mujer y la tradición es una polémica con recorrido agotado, que sólo les sirve para tensionar, despistar y alimentar fantasmas a quienes no tienen nada mejor que hacer.
Cuentan las crónicas que a mediados del XIX surge en Donostia, como manifestación festiva, algo similar a la Tamborrada, con una estética civil, en torno a la sokamuturra y, desde luego, al Carnaval. Los primeros trajes, al parecer, son encontrados en un edificio público y regalados a la Artesana hacia 1870. Esto uniformó aquella incipiente comparsa de Carnaval, que ya no dejará de cambiar, enriquecerse y adquirir entidad propia desde aquel momento. Gastadores, cantineras, alcaldesas, heraldos/as, etc. se incorporarán aleatoriamente a lo largo de los años. La izada, arriada y el traje de cocinero aparecerán a mediados del XX. Acaso si, en vez de uniformes militares hubieran sido hábitos, hoy en lugar de aguadoras iríamos de monjas. Construyendo la tradición.
En 1980, 20 tamborradas donostiarras suscriben una carta a favor de la costumbre del momento y en contra de la incorporación, por primera vez, de aguadoras en la tamborrada de Kresala. Hoy, 28 años más tarde, se han constituido seis tamborradas masculinas, frente a más de 70 mixtas, y tan sólo 22 tamborradas de las 106 que hay en la actualidad no cuentan con tamborreras en sus formaciones. ¡Ah!, en la infantil, ya el 70% son mujeres. En pocos años reconstruimos la tradición.
Tras 28 años de pausada "moratoria", yo creo que la decisión es lógica y se ajusta a una política progresista. Las formas y "el tempo" son otra cosa. A partir de ahí, que cada palo aguante su vela, salga con quien le apetezca y disfrute de la fiesta como quiera, que en el fondo es el preludio del Carnaval. Y de la cuestión económica, está claro que quien se ajusta a la "norma pública", ayuda pública. Y quien prefiere ser fiel a su tradición y mirar a otro lado, que lo disfrute igualmente pero con su dinero. A fin de cuentas, las razones siempre han sido otras. Ni un euro público.
A propósito, un detallito del comunicado de las tamborradas "no mixtas" del 22 de octubre. Decía así: "Estamos a favor de la igualdad, pero aún más a favor de la libertad", "La igualdad sin libertad no sirve". Preclaro tamborrero, lo que sirve de poco es la libertad sin igualdad, y lo que tú reivindicas es sencillamente el liberalismo. Cómo se puede ejercer la libertad en una "sociedad libre" si la tradición dice que "no por…", "es que eres negro y…", "sí, pero las mujeres no…", "no me llega para…", etc. Tengamos la Tamborrada en paz y no me confundan al personal.
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