- Paco Vidarte
- Revista Cultural de la Librería Berkana, n. 20, 2008-02-19 # Sejo Carrascosa
Si no llueve parece ser seguro que tendremos sequía. Y la sequía no es el ir menos a la piscina en verano, ni es dejar de ir al club a practicar golf, es ver los campos yermos y amarillos, es notar como las vísceras se nos van momificando y es desear, por la noche y sin esperanza, que nuestros cuerpos dejen de marchitarse para verse saciados de fluidos, semen, flujo, saliva, sudor, de esa primaria materia que nos da la vida y sus posibilidades.
Paco Vidarte era un marica de los que te humedecían, y no solo en el aspecto sexual, era de los que suponían un jarro de agua fresca en los tediosos calores en los que movimiento GLT suele estar instalado. Sabía muy bien, como un surtidor, cortar el discurso o la discusión para situarte en otros espacios y tiempos en los que emplazarte, sabía como nadie usar la crítica para recolocarnos en situaciones donde los dispositivos fueran de creación, de subversión.
Su forma de cuestionar incomodaba a mucha gente, sobre todo a la gente a la que su comodidad le suponía una poltrona desde donde se podía vivir mucho mas fácilmente, hablando de las dificultades que tenía otra gente para vivir. Lo cuestionaba todo, lo criticaba todo, pero no con esa forma de hipercriticismo que deviene en pasividad; para él, la vida de los maricones, de las bollos, de las personas trans, era un proyecto de transformación continuo de la sociedad, que no cabía en recetas cotidianas. Sabía que las palabras contaminaban hasta el extremo del retortijón y la náusea, y que estos síntomas servían para situarnos en un estado de alerta ante cualquier pulsión de muerte como la integración.
Pero el activismo para Paco no era esa labor de entrega incondicional, no era la chapa tediosa y religiosa, ni siquiera el comunicado o la pancarta, aunque no se le cayeran los anillos por enviar a los medios más de uno o por vociferar improperios en la calle con una peluca bajo un rótulo cuestionante de las mentes bien pensantes. Para Paco, un cuarto oscuro era una barricada desde la que resistir creando y gozando a los zarpazos de un sistema empeñado en controlar nuestros placeres; Paco buscaba en ese pasadizo secreto, que dicen existe en todos los cuartos oscuros comunicándolos entre sí, las alianzas que necesitaba el movimiento gay para engrasar la oxidada y mediocre maquinaria de la llamada comunidad GLT. Paco, aun estando mayor para hablar de carrozas, sospechaba de los paralelismos que se daban entre los obispos ultraespañolados ennegreciendo una tarde en la Castellana y el de las musculocas y dragqueens abofeteando con marcas comerciales en neón la noche de la Gran Vía. Paco perjuraba de que no se promocionaba mas el fist fucking porque bajarían las transmisiones del VIH; Paco sabía que a los espectros no les arreglaba gran cosa poder casarse, sino el poder seguir siendo dueños de la noche sin el acecho del SIDA.
¿Que haremos ante la sequía que se nos avecina? Nos quedan sus textos, y nos queda la esperanza de que hayan servido, sirvan y servirán para empapar el tantas veces baldío terreno académico, activista, en el que está la comunidad GLT ibérica. A muchas otras, además y por suerte, nos quedan muchas más cosas: las que compartimos con él. Que las sepamos aprovechar.
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