- Que no pasen desapercibidos...
- ... porque a pesar de su título, Clandestinos, hay que verla. Eduardo Nabal, autor de "El marica, la bruja y el armario", ya lo ha hecho, y nos lo cuenta.
- Revista Cultural Librería Berkana, 2008-02-19 # Eduardo Nabal
Tuve la ocasión de asistir en el festival de cine gay-les-trans de Madrid al estreno mundial de Clandestinos, el primer largometraje de Antonio Hens. Este director se dio a conocer por su valiente y premiado cortometraje En malas compañías que, al igual que este filme, está protagonizado por el joven Israel Rodríguez. Hens se embarca aquí en un argumento difícil y algo rocambolesco sobre el amor ¿imposible? entre un joven abertzale y un maduro guardia civil.
Tres chicos se escapan de un reformatorio, Joel y Driss dos inmigrantes, uno marroquí y otro mexicano, y Xabi, un muchacho vasco (Rodríguez), que tras su máscara de fanatismo adolescente oculta una profunda necesidad de afecto. En el filme hay dos figuras paternales: Iñaki, el antiguo mentor del intrépido joven, un hombre del entramado de ETA, y el maduro y solitario guardia civil retirado al que encarna Juan Luís Galiardo, co-productor del filme. En toda la película está la sombra de Eloy de la Iglesia, amigo y, en cierto sentido, gurú espiritual de parte del cine de Hens.
Clandestinos, no obstante, se acerca más a la comedia iconoclasta que al melodrama social, rompiendo tabúes vigentes como el del terrorismo en nuestro país y otros más trabajados como la prostitución masculina, las relaciones intergeneracionales y la búsqueda de la identidad en un mundo mediatizado, donde las fuerzas policiales y el caos espiritual se han instalado en las vidas de las grandes urbes y en el corazón de jóvenes de diferentes razas y procedencias que tratan de sobrevivir y encontrar su lugar en un mundo violento, insensible, homófobo y ajeno a la verdadera naturaleza de sus problemas sociales y existenciales. El desnudo masculino, la alienación, el retrato de las capas más desfavorecidas de nuestro país y las relaciones hombre-hombre, hombre-mujer, la amistad a través del tiempo están presentes en Clandestinos, como en parte del cine del ya desparecido Eloy de la Iglesia. Pero Clandestinos es el trabajo de Hens, un director joven y con pocos prejuicios a la hora de disparar aquí y allá. De nuevo, como en En malas compañías, encontramos la desinhibición sexual de los protagonistas, las grandes superficies de los centros comerciales convertidas en sitios de ligue, la vigilancia de unos adultos, a la vez fascinados y atemorizados por las acciones y las actitudes nuevas de los jóvenes. Aunque algunos de sus escenarios están reconstruidos en Málaga, Hens sitúa su acción en el Madrid actual con su anquilosamiento espiritual y con la presencia creciente de la inmigración frente al fanatismo reaccionario. En los recuerdos de Xabi el filme incluye paisajes y paisanajes del norte de España, donde ese joven aprendió otro tipo de fanatismo y descubrió el amor-pasión de manos de un hierático etarra que ahora se niega a reconocerlo.
No sé cual será el destino comercial y crítico de Clandestinos; pero, pese a algunas imperfecciones o apresuramientos, es un título refrescante en el bastante acomodado panorama del cine gay de nacionalidad española. A Hens le gusta romper esquemas, pero una vez más en este filme -incluso de forma más evidente que en sus cortos-, se deja ver que ama con pasión a sus criaturas.
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